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El país|Jueves, 21 de julio de 2011
La Justicia verifica los bienes de los hermanos Schoklender para decidir citaciones

En busca de pruebas de enriquecimiento

Los fiscales y el juez Oyarbide están analizando el incremento patrimonial de los hermanos que actuaron como apoderados de la Fundación Madres de Plaza de Mayo y por qué mecanismos pueden haber derivado fondos. Tras la feria decidirán la situación procesal.

Por Raúl Kollmann

El juez Norberto Oyarbide y los fiscales Jorge Di Lello y Raúl Plee trabajarán en las próximas semanas en lo que constituye el eje de la causa Schoklender: si hubo enriquecimiento de los hermanos y, en ese caso, cuál fue el mecanismo con el que sacaron el dinero de Madres de Plaza de Mayo. Lo que sostiene la defensa de los Schoklender es que hay deudas previsionales, pero que figuraban en el balance; que los bienes que tienen no son tantos y que no se llevaron fondos de la Fundación. En Madres de Plaza de Mayo, por el contrario, sostienen que en cada proyecto de Sueños compartidos estaban previstos los pagos de las cargas sociales, que esos pagos no se hicieron y que hay sobradas evidencias de que los Schoklender perpetraron una defraudación. Incluso bienes de uso cotidiano de las Madres, como la camioneta en la que se transportaban, comprada con el dinero de la Fundación, apareció a nombre de Meldorek, la empresa de Schoklender. Es posible que a mediados del próximo mes recién se decida quién será llamado a indagatoria y por qué delitos.

En el expediente, todavía bajo secreto de sumario, hay documentación supuestamente contrapuesta. Por un lado, dos poderes amplísimos firmados por Madres de Plaza de Mayo, otorgándoles las máximas facultades de administración a Sergio y Pablo Schoklender. El poder a favor de Sergio tiene fecha 24 de octubre de 2006 y el de Pablo es del 2 de julio de 2009, ante el escribano Carlos Víctor Gaitán. Ambos escritos llevan el título de Poder Amplio de Administración y Disposición y les permitían a los hermanos hacer de todo, comprar, vender, depositar fondos, sacarlos y cualquier otra operación. “Es obvio que tenía un poder –sostiene Adrián Tenca, abogado del mayor de los hermanos–. Por eso era el apoderado. Pero presentaba los balances y los balances fueron firmados por el Consejo de Administración de las Madres. ¿Había una deuda por cargas sociales? Sí, la había. Como en muchísimas empresas y fundaciones. Pero Schoklender no se llevó el dinero y, por supuesto, Hebe de Bonafini tampoco.”

En la Fundación Madres la mirada es opuesta. “Seguimos trabajando en la auditoría, que no es para nada sencilla –le dijo a este diario una fuente muy cercana a la conducción de la organización–. El objetivo es determinar de qué forma Schoklender se llevó dinero de la Fundación. Es obvio que cuando Sueños compartidos cotizaba la construcción de viviendas, esto incluía los pagos de materiales, las horas de trabajo del personal, las horas de capacitación, que siempre fueron un plus importantísimo en todo lo que se hizo y, por supuesto, las cargas sociales. De manera que a Schoklender se le delegó la administración del conjunto de los proyectos y esto incluía el pago de cargas sociales. Si no se pagaron, es su responsabilidad. Es cierto que Hebe firmaba los balances y seguramente pecó por exceso de confianza, como era habitual en ella, teniendo en cuenta que consideraba a Sergio y Pablo como sus hijos. Ahora, es obvio que Hebe sigue viviendo con la modestia de siempre, mientras que los Schoklender agrandaron su patrimonio, a primera vista, de forma impresionante. Reitero que lo que tratamos de determinar es cómo sacaron el dinero de la Fundación, valiéndose además de un equipo de contadores y asesores, todos designados por Sergio.” Como ejemplo de la forma en que se manejaron las cosas, en el acta número 73, que figura en la documentación que tiene el juzgado, se aprueba el balance de 2009. El breve informe lo hace la tesorera, Juana Meller de Pergament, nacida el 20 de septiembre de 1914, o sea de 96 años, y se limita a decir que el balance ha sido verificado por auditores externos, obviamente contratados por Schoklender. Otros documentos constatan presentaciones ante Rentas de la Ciudad de Buenos Aires y ante la AFIP. En todos los casos, los trámites se hicieron con la firma de Sergio Schoklender, lo que significa que su dominio sobre la administración era completo.

En el juzgado y también en Madres consideran que la clave está en los cheques que se cambiaron por efectivo en las financieras, principalmente la de Fernando Caparrós Gómez, que fue además quien le vendió Meldorek a Sergio Schoklender. Se verifica, además, cuál es el patrimonio de los hermanos y de qué manera lo obtuvieron. Hay cuestiones que llevan a Madres a insistir con la defraudación: las camionetas que fueron pagadas por la Fundación y aparecieron a nombre de Meldorek. El departamentito, vecino al edificio de Madres, también se pagó con fondos de la Fundación y aparece a nombre de Schoklender. En las viviendas personales de los hermanos y algunos de los integrantes de su círculo, construidas en un barrio cerrado de Pilar, se usaron paneles de Sueños compartidos. La duda es si se pagaron o no. Y, además, hay enormes interrogantes sobre los bienes de Meldorek –edificaciones, autos y aviones–, cuyo 90 por ciento es propiedad de Sergio Schoklender.

Hasta el momento no apareció ninguna evidencia de proyectos pagados y no concretados o viviendas que no se construyeron. No existen reclamos de municipios o provincias en ese sentido. La auditoría está trabajando en ese terreno y también la Auditoría General de la Nación.

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Los facsímiles del poder general que le dio Bonafini a Schoklender y su constancia ante la Afip.

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