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El país|Lunes, 1 de agosto de 2011
La votación en los lugares donde el kirchnerismo y el PRO sacaron sus mejores resultados

Bandera Argentina, la isla de Filmus

En la escuela de Retiro donde votan los vecinos de la Villa 31 ganó Filmus. Muy cerca de allí, en la Facultad de Derecho, fue donde Macri tuvo sus mejores números.

Por Alejandra Dandan
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La Facultad de Derecho, uno de los lugares donde Mauricio Macri acrecienta su ventaja electoral.

Las dos mujeres dejaron los alrededores de la terminal de Retiro para meterse nuevamente en los pasillos de la Villa 31. Era la segunda o tercera vez en la mañana que repetían el viaje: de la villa a la escuelita 25 Bandera Argentina, el territorio externo al entramado de pasillos donde la mayoría de los pobladores iban a votar. En cada una de las salidas y reingresos a la villa, las dos llevaban y traían noticias. ¡Que el macrismo puso camionetas! ¡Que todas son 4x4! ¡Que trasladan a la gente! ¡Que “bajaron” miles de pesos en los últimos días! Que ofrecen 50 pesos por un voto. Una de las fiscales generales del Frente para la Victoria sacó una foto, a modo de prueba, a un cochecito de campaña del PRO, los autos con los que el macrismo parecía intentar revertir durante el día los números que hicieron de esta escuela un territorio perdido: el lugar donde el último 10 de julio Daniel Filmus logró sus mejores resultados.

La escuela Bandera Argentina está sobre la calle Antártida Argentina, en las afueras de la Terminal de Retiro, frente al Correo Argentino y atrás de los Tribunales Federales. La escuela no atrajo a habitantes de esos lugares, sino sólo a los pobladores de la villa. Para la primera vuelta de las elecciones a jefe de Gobierno, el FpV obtuvo ahí uno de sus mejores resultados: “En un momento, contábamos 160 votos a 45 y cuando avisamos a los compañeros nos dijeron: ‘¿Seguro? ¿Están contando bien?’. Porque los números nos daban al revés que en todos lados”, dijo una de las fiscales. A unas veinte cuadras de ahí, en línea recta, estaba el escenario opuesto: la arquitectura señorial de la Facultad de Derecho, que fue el espacio donde Mauricio Macri logró ese mismo 10 de julio su mejor elección. De los 3000 votantes de Bandera Argentina, unos 1900 votaron por el FpV y 700 por PRO. En la Facultad de Derecho, la cuenta fue inversa: en la mesa 432, por ejemplo, Filmus sacó 40 votos y Macri, 179.

Desde hacía días, el FpV de Retiro empezó a prepararse. En las últimas semanas, con los resultados de la primera elección sobre la mesa, apareció el macrismo. Repartieron boletas en el barrio, obligaron a doblarlas en los documentos y usaron autos para cercarlos en las cuatro o cinco cuadras de camino a la escuela.

La trama

Para el FpV de Retiro, diciembre de 2010 explica parte de la filiación del barrio con el espacio político. Presionado por una orden judicial, el macrismo tuvo que convocar a elecciones de consejeros vecinales y delegados después de cuatro años sin recambio. Los vecinos eligieron cien delegados por manzanas, que a su vez eligieron diez consejeros, encargados de representarlos afuera. Buena parte de los consejeros son ahora parte o aliados del FpV, pero sobre todo son referentes vecinales que saben qué le pasa al que tiene al lado. Ese parece ser uno de los problemas del macrismo: sus viejos punteros se quedaron casi sin lugar en esa estructura. Mantienen sitios de poder en cooperativas –que manejan planes y programas porteños– con las que intentan conectar con el barrio.

Doña Carmen terminó de votar. Salió de la escuela con 71 años, costurera, jubilada, acompañada de dos de sus 4 hijos, 16 nietos y 3 bisnietos. “Acá no cambió nada –dijo ella–. A mí me pasaron muchas cosas malas en mi vida, se me murió un hijo. ¡Ese sí que vivía para trabajar! Manejaba un colectivo de la 64, se murió en la cama de un paro cardíaco y al otro me lo mataron, le pegaron un tiro en la cabeza, tenía 20 años, ahí en el barrio, de andar juntándose con mala junta.”

Doña Carmen votó a Macri, como el joven de Tilcara que esperó atrás. Operario de una maderera en San Fernando, “todo el día me la paso encerrado, trabajando, así es que no veo nada de afuera”. Dijo que en los últimos años, la cosa mejoró bastante, hay progreso, hay trabajo: “Aunque vamos a la par”.

–¿A la par?

–Sí –dijo–: te aumentan el sueldo, pero te aumentan también los alimentos.

Poco después, en la vereda convertida por unas horas en patio de una gran vecindad, una tucumana se queja de unas cuentas. Volvió de su provincia enojada porque pagó un boleto de colectivo ¡2,20! pesos y no puede creer el precio del kilo de azúcar. De 36 años, madre de tres hijos, su marido la dejó, pero está conforme porque consiguió que reconozca a los hijos y “se manche un poco el apellido”. “A mí me gusta Cristina –dijo y se puso a conversar–. Me gusta porque es mujer, porque la veo como que se queda sin el marido pero igual sigue adelante, no baja los brazos, porque cuando él se muere, pese al dolor, no tiró la toalla y eso que muchos creyeron que tenían el derecho de aprovecharse porque ella estaba débil, como hacen los pájaros cuando bajan a comerse la carroña.”

Ahora es una enfermera la que espera. Votó por Filmus; dice que el problema en invierno son los cortes de luz, pero la amenaza más grande es la urbanización de la villa si los obliga a dejarla.

Derecho viejo

La mujer con una enorme cruz colgada en el cuello emerge ahora de los sótanos de la Facultad de Derecho camino a la explanada frente a Plaza Francia. Y un abogado busca la misma salida. “Yo te digo por qué en un lugar gana Filmus y en el otro gana Macri –dijo–: porque en un lugar hay una realidad subsidiada y en otro una realidad que no está subsidiada, después se redistribuye, pero hay que ver si esa redistribución está bien administrada. ¿Ponés bien? ¿Escribiste bien?, mirá que es importante.” Habló de drogas, inseguridad, mientras por la explanada salían perritos atados a coquetas amarras de cuero, tapados de pieles, olor a perfume.

Una mujer entró temprano al cuarto oscuro y como tardó y tardó y tardó, a la salida un fiscal le pidió permiso para mirar la cartera. Ella la mostró sin problema, pero cuando le pidieron que abriera el cierre de su agenda, se negó.

–Tenemos que verla.

–¡¡¿Por qué?!!

–Porque sospechamos que se lleva boletas.

–¡¡¿Quééé?!! ¿No se puede agarrar boletas? Son para mi hijo.

No, no se puede, respondió Elisa, la fiscal del FpV. Y cuando abrió la agenda se encontró con un robo demasiado abultado de boletas del FpV. A primera hora de la tarde, el macrismo estaba feliz porque sus boletas desaparecían de sus mesas, pero los fiscales del FpV entraban en desesperación: pasadas las tres de la tarde no necesitaron hacer ni un recambio.

“¡Escribana! ¡escribana!”, se oyó en la explanada. La escriba se paró, saludó a su gente y les habló de la misa del domingo. Un médico con 31 años en el Clínicas dijo que todo le parecía horrible: “Por la incertidumbre, la inseguridad, la falta de trabajo, el enfrentamiento entre los argentinos, la prepotencia, la soberbia... Y si sigo te voy a decir cosas más horribles todavía”. Una mujer muy perdida dijo que quería a Cristina Fernández, pero no votaba en la Facultad. Y una médica salió conflictuada: “Yo llegué a acá a votar sin tener idea de a quién elegir, no estoy conforme con cómo está la Ciudad y Filmus me gustó en su función publica, él individualmente, pero no lo que expresa, no del todo”. ¿Al final a quién votó?, preguntó este diario. “Voté por el individuo”, explicó.

El final

Después de la seis de la tarde, en la Banderita contaron los votos. “Qué nerviossss! –mandó mensaje Sofía, la fiscal–. Hasta ahora cerraron seis mesas y en las seis ganó Filmus.” Una hora después, escribió: “Hay 14 mesas, ya cerraron 8, todas ganó Filmus”. Y al final: “Se cerraron todas las mesas de Banderita: ganó Filmus en todas. Ganamos banderita! Voy a llorar!”

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