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El país|Sábado, 15 de marzo de 2003
OPINION

Con un plus inolvidable

Por María del Carmen Feijoó *

Se cumple en estos días un mes de la muerte de Graciela Gil y sólo ahora podemos empezar a superar el estupor que nos produjo la noticia. Es momento del merecido homenaje a una personalidad ejemplar que dejó su vida trabajando por la justicia social para su pueblo y por la educación bonaerense. Es difícil evadir el tono personal en estos recuerdos; en mi caso la conocí en 1987, cuando trabajábamos “por afuera” del PJ anquilosado en la candidatura de Antonio Cafiero a la gobernación bonaerense en el marco de la renovación. Era, y lo fue hasta su muerte, una mujer que, en su estilo poco confrontativo, guardaba una fortaleza de hierro, para brindarse a los demás, para defender sus convicciones, para ser la última en irse y, sobre todo, para no ceder terreno en cualquier campo del que se tratara. Después, trabajamos juntas en la Dirección General de Cultura y Educación y, posteriormente, en UNESCO, en el Programa de Evaluación de la Calidad Educativa de la provincia de Buenos Aires. En cualquier cosa que hiciera, Graciela ponía un plus: abierta a las innovaciones, su poderosa mente analítica encontraba sombras e inconsistencias cuando, al resto, todo nos cerraba.
Combinó su desarrollo profesional con el compromiso setentista con el trabajo de base. Merlo era su reino, su microcosmos, su espacio local y nunca se le hubiera ocurrido dejar ese nido. Si algo la enorgullecía, en su vida partidaria, era esa escuela de la que era responsable en una y otra elección, en la que abrían todas las mesas a horario y cerraban todos los cómputos electorales sin errores. A diferencia de tantos compañeros, siempre le parecía suficiente lo que tenía, porque lo central para ella no eran los cargos sino el reconocimiento de los docentes bonaerenses. “Facturar” por sus esfuerzos no era tema de su compromiso. Castigada por la violencia política de los ‘70, no se le escuchaba la que hubiera sido una legítima queja por tanto dolor que convirtió en un estímulo más para el trabajo.
Con la pérdida de Graciela Gil se pierde la que tal vez haya sido la mirada más original sobre el sistema educativo bonaerense: una mirada que, como ella, combinaba el conocimiento detallado de la administración del sistema, que conocía a fondo por haber sido presidenta del Consejo Escolar de Merlo, con sus problemas macro, con la actualización académica y la opción siempre adecuada para articular teoría y práctica. En fin, una militante de los ‘70 para una educación del siglo XXI.
* Socióloga.

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