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El país|Jueves, 20 de octubre de 2011
Duhalde dijo que la ciudadanía se dedica a consumir y auguró “una situación difícil”

“La gente está cómoda y no hace análisis”

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Cerca de esta medianoche, el candidato a presidente por Unión Popular, Eduardo Duhalde, y su compañero de fórmula, el gobernador de Chubut, Mario Das Neves, cerrarán su campaña en la sede porteña de la Unión de Trabajadores Gastronómicos, de Hoteles y Turismo. Su estrategia apunta a recorrer los medios de comunicación “hasta el último minuto antes de la veda para dar su último mensaje antes de las elecciones”, aseguró su jefe de campaña, Carlos Brown. Duhalde se explayó ayer sobre los ejes por donde circularía su gobernación en el hipotético caso de ganarla: frenos al “crimen organizado”, rechazo a la legalización del aborto y el cese de los juicios por delitos de lesa humanidad cometidos en la última dictadura.

Si bien auguró que Argentina “va a seguir creciendo” económicamente porque es el país “con mayor potencialidad productiva”, estimó que “a esa potencialidad hay que ayudarla”, y entonces llegó la primera crítica al kirchnerismo: “El gobierno nacional, con el modelo de crecimiento, tiene el mismo enamoramiento que el menemismo tuvo con la Convertibilidad. Se va a dar una situación difícil”, vaticinó.

El ex presidente también consideró que “la gente está cómoda y no hace análisis” en esta materia y se dedica a “consumir”, y aseguró que “el consumo está siendo financiado por el Gobierno”. El –según dijo– fue quien “alertaba a la gente sobre lo que podía pasar en la época de la Convertibilidad. No fui escuchado. Cuando la sociedad está consumiendo no escucha”.

En materia de seguridad, consideró importante impedir que “se consolide el crimen organizado” y propuso crear una fuerza de “elite con los mejores policías de todo el país, pagándoles muy bien para que tengan asegurado su futuro y un fuero judicial que esté decidido a ir con todo” contra el delito. Cuestionó a la administración de Cristina Fernández porque “tiene 30 muertos sociales”. Acusó al Ejecutivo de “no nombrar a los muertos” y se puso a sí mismo como ejemplo, aludiendo nada menos que a la Masacre de Avellaneda, el 26 de junio de 2002: “Cuando pasó lo de (Maximiliano) Kosteki y (Darío) Santillán en Avellaneda, me hice cargo de la cuestión y puse la cara”, dijo sobre la represión que terminó precipitando el final de su presidencia interina.

Además, ratificó su postura en contra del aborto y del matrimonio entre personas del mismo sexo, quienes “no tienen el mismo derecho que los heterosexuales”. Pero evitó profundizar en sus argumentos: “Estos temas difíciles los tiene que decidir la gente, porque trascienden a las cuestiones parlamentarias, que son circunstanciales”.

Por último, renovó su idea de revisar las causas de delitos de lesa humanidad en la que están detenidos represores: “Hay militares y militares, pero hay muchos presos políticos”. “Los juicios se pueden abreviar y puede haber sentencias para todos en un año, pero evidentemente tiene algún rédito político para el Gobierno seguir con esto.”

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