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Reducido hasta la nimiedad por las primarias, como en la mayoría de los distritos del país, el suspenso de las elecciones de ayer sólo sobrevivía en algunos detalles dentro de Buenos Aires: el porcentaje con que el gobernador Daniel Scioli conseguiría ser reelegido, su diferencia de votos con la Presidenta, con sus rivales en la provincia y con su propia performance en agosto... El balance fue positivo para Scioli. Su continuidad al frente del gobierno bonaerense era ratificada anoche –cuando se llevaba escrutado la mitad de las mesas– con el 55,5 por ciento de los votos, unos 9 puntos más de los que había obtenido en las primarias, apenas por debajo de los números que cosechaba Cristina Fernández, quien rondaba el 57 por ciento. Su más inmediato competidor quedaba, otra vez, muy lejos: Francisco de Narváez reunía el 15,85 por ciento de los sufragios, menos que en las primarias. “Tenemos que seguir trabajando incansablemente para cubrir las expectativas de todos”, celebró Scioli.
Además de liberar el gran caudal de votos que impulsó la reelección de CFK y ratificar el predominio oficialista en la mayoría de los municipios bonaerenses, el escrutinio provisorio en el distrito clave del país, el que reúne a 11 millones de votantes, el 37 por ciento del padrón nacional, dejaba otros datos imposibles de obviar. Como la caída de Eduardo Duhalde, cuya candidatura por el Frente Popular perdía después de las PASO la mitad de sus adhesiones; pasaba del 13,8 en agosto al 6,9 de ayer. Su postulante a gobernador, Eduardo Amadeo, conseguía anoche el 5,88 por ciento y se ubicaba detrás del 6,3 por ciento de Martín Sabbatella, de Nuevo Encuentro. El tercer puesto cedido por el duhaldismo pasaba a manos de la candidata del Frente Amplio Progresista, Margarita Stolbizer, que llegaba al 11,5.
En las primarias abiertas y obligatorias, Scioli había obtenido 3,6 millones de votos, el 47 por ciento (el Frente para la Victoria había sumado 3 puntos más, arrimados por la lista interna de Mario Ishii), mientras que la Presidenta había logrado en la provincia el apoyo del 53 por ciento de los votantes. Esas cifras adelantaron la inversión de la ecuación registrada en 2007, cuando ambos accedieron al cargo por el que ahora fueron reelegidos: aquella vez, Scioli superó por dos puntos a Fernández de Kirchner. Ayer, por escasa diferencia pero por primera vez en la historia, el gobernador electo de Buenos Aires recibió menos apoyos que los recibidos en la misma provincia por el presidente electo.
Si bien la jornada electoral se desarrolló con normalidad, no faltaron en diversos distritos las tradicionales denuncias por falta de boletas y otros inconvenientes. Antes de que cerraran los comicios, cerca del gobernador especulaban con llegar al 51 por ciento y quedar unos cuatro puntos debajo de CFK. La apertura de las urnas relegaría como cautos o pesimistas esos cálculos.
Aún antes de que se conocieran los datos oficiales, con el vértigo de una partida que parecía haberse jugado y definido mucho antes, los protagonistas le pusieron palabras al resultado. Pronto se anunció que De Narváez había llamado a Scioli para felicitarlo por su triunfo. Cerca de las 20, en su sede de campaña en La Plata, Scioli subía al escenario sobre un fondo amarillo, acompañado por su candidato a vice, Gabriel Mariotto, y su esposa, Karina Rabolini. Primero recordó a Néstor Kirchner, luego prodigó agradecimientos a la Presidenta, le dedicó la victoria al vicegobernador Alberto Balestrini y también buscó darle un lugar destacado a Mariotto (ver aparte).
Instantes después, desde su sede porteña en Las Cañitas, tomaba la posta el candidato de la Udeso. “Somos la segunda fuerza política de la provincia”, dijo De Narváez, minutos pasadas las 20, esforzándose por hallar una lectura positiva a un desempeño en las urnas que fue más bien la confirmación de un despeño respecto de los más de 30 puntos que había conseguido hace dos años en las elecciones legislativas. El empresario recordó agradecerle la colaboración a Ricardo Alfonsín, el socio que descuidó en el último tramo de la campaña para acercarse al peronista disidente Alberto Rodríguez Saá. La estrategia no parecía haberle reportado grandes beneficios: si bien su porcentaje de sufragios era anoche casi la suma perfecta de los que cosechaban en la provincia ambos candidatos presidenciales (respectivamente el 10,4 y el 7,1), sólo atinaba a empatar su propio resultado en las primarias (16,72). “Hoy no somos los elegidos para gobernar, tampoco somos los que nos vamos –recitó De Narváez, a modo de cierre–. Somos los que vienen”, se esperanzó.
En cambio, Stolbizer, la tercera en discordia de la elección bonaerense, promovida por los 10,9 puntos que conseguía Hermes Binner en el distrito, caracterizó como “un fracaso” la postulación de la Udeso y destacó, en cambio, que el Frente Amplio Progresista se ubicó “como la única opción que creció por fuera del oficialismo”. Los últimos escalones del escrutinio provisorio le asignaban al candidato del Frente de Izquierda, José Montes, el 3 por ciento de los votos y al de la Coalición Cívica, Juan Carlos Morán, el 1,8. Muchos más sufragios reunía la categoría “en blanco”, arriba del 12 por ciento.
Scioli se convirtió en el segundo gobernador bonaerense en ser reelegido en la historia de la provincia (Felipe Solá no cuenta, había asumido para completar el mandato de Carlos Ruckauf). Casualmente, el anterior fue también un ex vicepresidente, Eduardo Duhalde, uno de los grandes derrotados que dejó la elección de ayer.
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