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El país|Viernes, 18 de noviembre de 2011
LAS DIFERENCIAS CON EL MANEJO DEL CASO CANDELA

A no repetir errores

Hubo hermetismo en los investigadores, preservación de pruebas y no se permitió el acceso a extraños al lugar donde apareció el cadáver. Todo lo contrario al cuestionado manejo del caso Candela.

Por Raúl Kollmann
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Tras conocerse la noticia, algunos vecinos se juntaron en la esquina de Massey y Urquiza.

“Que no sea otro caso Candela.” La consigna fue formulada el martes por la Justicia y el Ministerio de Seguridad bonaerense no bien se tomó conocimiento de la desaparición de Tomás Santillán. No apuntaba a evitar un final trágico, algo que se veía venir, sino a manejar de otra forma el caso: sin show mediático, con el máximo rigor científico, preservando la escena de la aparición del cuerpo y, sobre todo, manteniendo absoluta confidencialidad respecto de la investigación. La diferente metodología se vio ayer cuando se encontró el cuerpo de Tomás: el fiscal Javier Ochoaizpuro prohibió que se filmara el momento del reconocimiento por parte de los familiares e impidió que personas extrañas pisaran el lugar en el que apareció Tomás.

El pronóstico era malo desde el martes. Los chicos de nueve años no suelen escaparse de los hogares –algo que sí ocurre con los adolescentes– y tenía demasiada edad para una apropiación: el robo de una criatura. Las hipótesis que se trabajaron desde un principio fueron la venganza familiar y también la aparición de un pedófilo.

La primera diferencia marcada con el caso Candela es que no hubo multitudinarias conferencias de prensa ni del fiscal ni del jefe de los fiscales de Junín, y mucho menos de la familia de Tomás. La procuradora María del Carmen Falbo y el fiscal general Juan Mastrovilli pusieron especial énfasis en preservar el secreto del expediente judicial. Pero lo mismo ocurrió con el Ministerio de Seguridad y con los funcionarios policiales. Ninguno atendió el teléfono a la prensa en las 48 horas en que se desarrolló el caso. Durante el secuestro de Candela, desde la Justicia y desde las fuerzas de seguridad se daba información casi diaria sobre posibles hipótesis, y hasta se les permitió a las cámaras de los medios filmar algunos de los allanamientos.

La irregularidad más evidente en el caso Candela se vio cuando se encontró el cuerpo: el lugar fue pisado 15 minutos después por todo tipo de curiosos y funcionarios; se filmó el momento del reconocimiento del cuerpo y no hubo preservación de ningún tipo.

Ayer, el periodismo y los curiosos fueron alejados de la escena, porque la realidad es que la clave del caso podría estar ahora en las pruebas que se recogieron allí. Por ejemplo, es fundamental que se establezca con precisión si Tomás fue asesinado allí o no. En ese sentido, las marcas de arrastre, la sangre, son elementos que dan la clave. Hasta anoche eso no estaba claro.

La otra base del caso son las conclusiones forenses que se saquen: la temperatura de diversas partes del cuerpo y cualquier otro indicio que permita establecer cuándo lo mataron exactamente. Los médicos que levantaron el cuerpo en el lugar se llevaron la impresión de que al chico lo asesinaron el mismo martes, entre otras motivos porque estaba exactamente con la misma ropa que llevaba cuando salió del colegio. Saber el momento del asesinato es clave por las coartadas del presunto o presuntos homicidas, y porque también se rastrean dónde estaban los celulares de los sospechosos a la hora probable del crimen.

La autopsia será decisiva por la misma razón. Pero, además, en función de la hipótesis que tiene el fiscal, se supone que Tomás no fue abusado. Sin embargo, hasta el momento eso no puede ser descartado totalmente porque la última palabra la tienen los forenses. También deberían surgir evidencias sobre el instrumento usado para matar al chico, en principio un palo o un elemento redondeado.

Durante las 48 horas que hubo entre la desaparición de Tomás y el hallazgo del cuerpo, los investigadores apuntaron siempre a la ex pareja de la mamá de Tomás. Eso deberá terminar de corroborarse. De momento se concretó con prolijidad la aprehensión –había temor a que se escape– y se lo sacó de la ciudad de Lincoln, trasladándolo a Junín en cuestión de minutos. Pero ahora habrá que poner sobre la mesa las pruebas y allí serán decisivas las evidencias, que se manejaron con buena confidencialidad, y las conclusiones científicas que surgieron de un trabajo hecho con otro rigor que el utilizado en el caso Candela.

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