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El país|Miércoles, 7 de diciembre de 2011
Abal Medina será jefe de Gabinete, Lorenzino irá a Economía y Yauhar a Agricultura. El resto quedó ratificado

Un gabinete con la marca de la continuidad

El anuncio realizado por el vocero presidencial en la Casa Rosada ratificó a todos los funcionarios del gabinete, a excepción de los tres cambios obligados. Cristina Kirchner les tomará juramento a sus ministros el sábado.

Por Fernando Cibeira
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La presidenta Cristina Kirchner encabezó ayer un acto en el Museo del Bicentenario y alabó la labor de la Secretaría de Guillermo Moreno.

La presidenta Cristina Kirchner resolvió profundizar lo que ha sido una de las marcas distintivas del kirchnerismo desde 2003: la permanencia de sus funcionarios. El “nuevo” Gabinete anunciado ayer en la Casa Rosada por el vocero presidencial en realidad es el mismo que venía, con excepción de los tres cambios obligados debido a que las elecciones de octubre les depararon otros rumbos a sus protagonistas. Quien reemplazará al ahora senador Aníbal Fernández como jefe de Gabinete será Juan Manuel Abal Medina, que se venía desempeñando como secretario de Comunicación Pública. Al vicepresidente Amado Boudou, en tanto, lo suplantará en Economía quien fuera su habitual compañero en los viajes al exterior, el secretario de Finanzas Hernán Lorenzino. Por último, un cambio ya definido en los días previos, el flamante presidente de la Cámara de Diputados, Julián Domínguez, le dejará el Ministerio de Agricultura al subsecretario de Pesca, Norberto Yauhar. Los ministros jurarán el sábado por la tarde y ese mismo día, por orden de la Presidenta, pondrán en funciones a quienes serán sus principales colaboradores.

Resultó notorio cómo fue cambiando el clima en la Casa Rosada en los últimos meses. De suponer tiempo atrás que con la reelección presidencial se venía una renovación generalizada, se terminó llegando a la conclusión de que las modificaciones serían mínimas. Igual, en otras de las tradiciones kirchneristas, la incertidumbre reinó hasta último momento. Recién ayer por la mañana, la Presidenta fue llamando a cada uno para notificarlo de su confirmación en el cargo o de su nombramiento. También les avisaba de las juras del sábado, cuestión de liquidar todo ese día.

El resto del país se enteró unas horas después, cuando el vocero Alfredo Scoccimarro leyó las designaciones en la sala de conferencias de la Casa de Gobierno. Además del jefe de Gabinete y de los quince ministros, también detalló la confirmación de otros cargos clave que dependen de Presidencia como el secretario general, Oscar Parrilli; el de Legal y Técnica, Carlos Zannini; el de Inteligencia, Héctor Icazuriaga; el de Cultura, Jorge Coscia; más la presidenta del Banco Central, Mercedes Marcó del Pont; del Banco Nación, Juan Fábrega, y el titular de la Anses, Diego Bossio.

En cambio, quedó la incógnita sobre otros puestos como el del secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno. Con todo, por la tarde, en un acto en el Museo del Bicentenario, la Presidenta destacó la labor de la Secretaría de Moreno en el equilibrio de la balanza comercial “para cuidar los intereses de todos los argentinos”, lo que se interpretó como otra ratificación.

Continuismo

Tanta confirmación desarmó hasta los cálculos más conservadores que se hacían en el Gobierno. Incluso, cuando ya se daba por hecho la continuidad de algunos ministros, como el caso de Julio De Vido, se los imaginaba pegando el salto hacia otra cartera. Hay algunos que van camino al Guinness como Carlos Tomada, que ya lleva ocho años y medio de ministro de Trabajo.

Es evidente que así como en 2007 la Presidenta interpretó que su elección significaba la continuación de las políticas que había llevado adelante su marido, Néstor Kirchner, con lo que ratificó a la mayoría de sus funcionarios, en esta ocasión consideró su arrolladora cosecha del 54 por ciento en los comicios de octubre también extendía un aval para la gestión de sus ministros. Así, aun las nuevas designaciones tienen un marcado sesgo de continuismo con el añadido de cierto recambio generacional, otra inclinación de la Presidenta.

De familia peronista, Abal Medina, de 43 años, es politólogo, militó en el Frente Grande y en 2005 recaló en el gobierno de Kirchner como secretario de la Gestión Pública. Cuando Kirchner dejó la Casa Rosada y fue a la Secretaría General de la Unasur, lo llevó como su mano derecha. Desde allí se convirtió en una de las figuras en ascenso en el universo kirchnerista. A principios de este año, la Presidenta lo designó en la recién creada Secretaría de Comunicación Pública y su destino ministerial se daba por hecho. Una de sus características es que mantiene buen diálogo con los demás partidos y, toda una rareza, su designación fue bien recibida por la oposición (ver página 4).

Con el viceministro Roberto Feletti asumiendo como diputado, Lorenzino se convirtió en la opción lógica para reemplazar a Boudou en Economía. De 39 años, el secretario de Finanzas fue coequiper del vicepresidente en la operación del canje de la deuda y el pago del endeudamiento externo con reservas. Su nombramiento no sólo debe interpretarse como una ratificación del rumbo de la economía, sino de la influencia de Boudou en el área.

Yauhar no es tan joven, 51 años, y su designación en lugar de Domínguez había sido definida en los días previos. Aunque nació en Río Negro, su carrera política la hizo en Chubut, donde se convirtió en operador del kirchnerismo contra el gobernador Mario Das Neves. Allí se ganó las simpatías presidenciales y su ascenso desde la Subsecretaría de Pesca.

Entre hoy y mañana deberán quedar resueltas las secretarías de los ministerios que se pondrán en funciones el sábado. Cada cartera es un mundo. Por ejemplo, en Industria adelantaban que Débora Giorgi ratificaría a sus dos secretarios, mientras que en Educación lo más probable era que Alberto Sileoni tuviera que cambiar a sus tres principales funcionarios.

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