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El país|Martes, 13 de diciembre de 2011
Encuentro de argentinos que estuvieron exiliados en Brasil

Un homenaje a la hospitalidad

“Vinimos a recordar los años felices que vivimos en Brasil, cómo nos acogió el pueblo brasileño”, explicaron los organizadores de la reunión realizada en la embajada brasileña. León Ferrari obsequió un cuadro a las autoridades diplomáticas.

Por Ailín Bullentini
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León Ferrari estuvo junto a dos de sus hijos y sus nietas.

Algunos vestían de traje. Algunas de vestido. También los había de pollera, pantalón sport, incluso de bermudas y remera playera. Muchos llegaron de diferentes partes del país, aunque la mayoría vive en algún barrio porteño. Se encontraron ayer en la Embajada de Brasil, los argentinos y las argentinas que vivieron en ese país durante la década del ’70, cuando debieron escapar del terrorismo de Estado de la última dictadura. En ese pedacito carioca en tierra nacional se reencontraron más de medio centenar de ex militantes exiliados, sobrevivientes al cabo, y sus familias, para agradecer “por la hospitalidad sin preguntas” con la que Brasil los abrazó. Juntos gritaron “obrigado Brasil”, aplaudieron el cuadro que el artista plástico León Ferrari –quien allí vivió su exilio– regaló a las autoridades de la embajada y aguantaron, a fuerza de sonrisas, el golpe emocional de verse juntos de nuevo.

“Vinimos a recordar los años felices que vivimos en Brasil, cómo nos acogió el pueblo brasileño. De eso se trata este encuentro”, festejó Jaime “Mito” Solobey, uno de los integrantes de la “barra iniciadora” de (ex) muchachos exiliados que comenzaron a imaginar la jornada de ayer. Omar Gleyser, Rodolfo Briozo y Daniel Manigot completaron el equipo original, que comenzó a esparcir la idea vía e-mail y logró entusiasmar a más de medio centenar de personas. El ex canciller Jorge Taiana –también presente ayer– construyó el puente entre ese grupo original y la embajada vecina. “Quería agradecer muchísimo la presencia de todos ustedes aquí, pero sobre todo su iniciativa, de venir aquí con ese gesto tan humilde”, dijo el embajador Enio Cordeiro.

Muchos se conocían de cruzarse por la calle de la militancia local, antes de tener que huir del país. Otros forjaron lazos en el exilio caribeño de Campina, Belo Horizonte, Porto Alegre, San Pablo, San Salvador de Bahía o Río de Janeiro. “Somos tan solo una representación de todos aquellos que fuimos abrazados por Brasil”, recordó Solobey a “aquellos otros tantos” que no lograron hacerse presentes. “A-na-liiiiiiia. Sabía que te iba a encontrar acá”, gritó a puro ojos abiertos Liliana, mientras la encerraba en su abrazo. Ambas se cruzaron en Argentina durante su juventud y volvieron a hacerlo en el exilio, en Río. Ayer estaban felices. Contaron hijos y nietos tan sólo en los primeros diez minutos del nuevo encuentro y luego les dieron vía libre a los recuerdos. El grito de Liliana despegó a Analía de los elogios con los que cubría a la hija de Alfredo D’Alessio, quien la crió en Brasil, en donde se escondió luego de haber sobrevivido a la tortura de la que no pudo escapar su hermano, José Luis. Los habían secuestrado juntos.

“El gobierno militar de Brasil no condicionó la actitud valiente y solidaria de quienes nos recibieron. Una solidaridad sin muchas preguntas nos fue devolviendo la paz que tanto anhelábamos”, recordó Manigot frente a sus compañeros. Luego, dos de los tres hijos de León Ferrari –Ariel, el tercero, permanece desaparecido– y sus nietas –criadas en Brasil– descubrieron el cuadro que el artista regaló a la embajada. Maitén, una de ellas, obsequió las banderas de ambos países fundidas en una intervención artística. “Es la primera vez que siento que mis dos realidades, la brasileña y la argentina, pueden acomodarse sin dificultad”, reflexionó, tímida. No fue la única joven “de la segunda generación de exiliados”, los hijos o nietos de aquellos militantes errantes, que habló frente a los “jóvenes de los ’70”. Paula Arellano también hizo mención a esa vida que comparten con tantos otros “de subjetividad de frontera”, con relación a su imposibilidad de saberse de uno u otro lado del límite geográfico: “Somos una mezcla infinita entre Brasil y Argentina”.

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