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El país|Viernes, 6 de enero de 2012
LOS CUSTODIOS DE CARLOS SORIA NEGARON HABER ESCUCHADO A LA ESPOSA DECIR QUE LO HABIA MATADO

A la espera del testimonio de la hija

Contradiciendo las declaraciones públicas del titular de la Corte de Justicia de Río Negro, los dos custodios de la chacra del gobernador dijeron que no entraron a la habitación donde se produjo el homicidio. Hoy testimonian la hija y el yerno.

Por Irina Hauser
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El juez Juan Pablo Chirinos está a cargo de la causa y va a ir a visitar a la viuda de Soria.

Los dos custodios de la chacra donde apareció muerto el gobernador rionegrino Carlos Soria declararon que no ingresaron al dormitorio donde estaba el cuerpo y que tampoco escucharon a su esposa, Susana Freydoz, decir “no lo quise matar”. La versión sobre ese supuesto comentario había sido difundida por el presidente de la Corte local, Víctor Sodero Nievas, mientras encuadraba el caso como un homicidio en “estado de emoción violenta”, algo que desmentiría el primer informe forense que se le hizo a la mujer unas horas después del crimen. Para la reconstrucción de lo sucedido serán fundamentales los testimonios que darán hoy las únicas dos personas que estaban en la vivienda en el momento del disparo: una hija del matrimonio Soria, María Emilia, y su novio, Mariano Valentín.

Ambos policías, que se encontraban a unos cien metros de la casa, primero oyeron sonar la alarma perimetral, pero notaron que no se trataba de un problema de seguridad externa cuando vieron que el yerno de Soria venía corriendo a los gritos, pidiendo que llamaran a la emergencia: “Flaco, flaco, la ambulancia”. Pensaron que el mandatario había sufrido un infarto, ya que tenía problemas cardíacos. A la distancia, no habían escuchado el estampido del arma. Eso es lo que relataron ayer ante el juzgado de Juan Pablo Chirinos y el fiscal Miguel Angel Fernández Jadhe, según informaron allegados a la causa a Página/12.

La ambulancia demoró unos cinco minutos, declararon los agentes, y la esperaron afuera por temor a que siguiera de largo en una zona tan oscura. Con ella llegó, dijeron, otro de los hijos de Soria, Martín, intendente de General Roca, quien también dará hoy su testimonio. Detrás venían más policías que acordonaron la vivienda. Los custodios dieron aviso a su jefe (encargado de la custodia de Soria), el comisario Mario Antonio Figueroa, quien también testimonió. No sumó datos, pero confirmó (por su registro de llamadas al celular) que el asesinato se habría producido entre las 4 y las 4.10.

Los dos policías aclararon que no entraron a la vivienda porque se lo impidieron. Sólo uno de ellos se acercó y apenas vio a Freydoz sentada en el comedor y no le pareció que llorara. Pero no la escucharon hablar ni tuvieron contacto con ella, aseguraron. Esto contradice las declaraciones públicas del juez de la Corte Sodero Nievas (quien no tiene intervención en la causa, pero venía enemistado con Soria), cuando afirmó que los policías habían escuchado a la viuda decir “no quise matarlo”. Con eso lanzó la hipótesis de un asesinato en estado de emoción violenta, que tendría una pena mínima, en contraste con un homicidio doloso, agravado por el vínculo, que prevé prisión perpetua.

Pero lo que más interesaba a la Justicia que pudieran decir –pero ignoraban– los policías era en qué posición estaba el cuerpo de Soria tras el homicidio. Es un dato clave para saber desde qué posición y ángulo le dispararon. Hasta ahora todo apunta a que estaba tendido en la cama, que el disparo se habría producido a una distancia mayor a 40 o 50 centímetros y que sólo Freydoz tenía rastros de pólvora en las manos. Si todo esto se corrobora con pruebas científicas que están ordenando la Fiscalía y el juzgado (como un barrido electrónico) se descartaría que el arma se haya accionado en forma accidental como consecuencia de un forcejeo. Hay indicios de que Soria y su mujer estaban protagonizando una pelea: había mechones de pelo sobre las sábanas y moretones en los brazos de Freydoz, pero eso no quita la posibilidad de que ella haya tirado a matar y a conciencia. Una de las hipótesis más fuertes habla de una discusión por una relación extramatrimonial de Soria.

En los tribunales la expectativa está puesta ahora en que la hija del fallecido gobernador y su novio aporten hoy precisiones sobre el contexto en que todo sucedió y con qué se encontraron al entrar a la habitación donde estaba el matrimonio. La semana próxima tendrán que dar testimonio también los enfermeros que concurrieron al lugar en la ambulancia, que recién habrían sido identificados ayer a última hora.

Freydoz está imputada, pero sigue en la casa de una hermana, en Allen, con vigilancia policial y médica dispuesta por el juzgado para evitar que se fugue o intente suicidarse. El informe del médico forense que la vio cuatro horas después del hecho complica su situación, ya que dice que en ese momento se encontraba lúcida y orientada. A pesar de esto, su abogado, Alberto Riccheri, apuntaría a sostener su inimputabilidad, basada en que se automedicaba con ansiolíticos y que los había mezclado con alcohol. Ayer dijo que “en un estado de salud muy precario sería prácticamente inhumano” que esté en prisión. El juez, por lo pronto, considera esa medida innecesaria, y por ahora no fue indagada, ya que no habría salido del estado de shock. El juez Chirinos le haría una visita oficial de aquí al fin de semana. El lunes próximo será sometida a un nuevo estudio psiquiátrico oficial, que determinará si puede ser indagada después de mediados de mes, cuando vuelva el juez titular de la causa, Emilio Stadler.

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