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El país|Jueves, 10 de abril de 2003

Duhalde cada vez duda más acerca del cambio de voto en el caso Cuba

Después de entrevistarse con el primer ministro español, José María Aznar, el presidente Eduardo Duhalde siguió manifestando dudas sobre la posibilidad de no condenar a Cuba en Naciones Unidas.

Por Diego Schurman
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El presidente argentino, Eduardo Duhalde, se entrevistó ayer con José María Aznar.
A seguro se lo llevaron preso. Y de eso puede dar fe Eduardo Duhalde. El Presidente partió hacia Europa con la firme convicción de modificar el voto reprobatorio a Cuba en Naciones Unidas. Sin embargo, la fuerte condena internacional por las penas que Fidel Castro impuso en las últimas horas a los disidentes de la isla podrían frenar el cambio de postura argentina inicialmente resuelto en la Casa Rosada.
Antes de su gira por Italia y España, Duhalde transmitió a su entorno la decisión de trocar el recurrente voto “condenatorio” por otro “abstencionista” en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU. Argumentó en la intimidad razones estratégicas ya que se trata de la misma postura que viene sosteniendo Brasil en la región.
Su determinación aparecía con tal fortaleza que hasta produjo un fuerte cruce telefónico con Eduardo Amadeo. El embajador argentino en los Estados Unidos intentó en vano convencerlo de los inconvenientes que una decisión de tal envergadura podría generar en las relaciones con Washington.
–Vos ocupate de tu trabajo que yo me ocupo del mío –fue, palabras más palabras menos, la manera con la que Duhalde puso punto final a la tensa conversación.
Sin embargo, ya instalado en Europa, se enteró del castigo impuesto por el régimen castrista a un grupo de más de 70 disidentes que se encuentra en la isla, con sentencias de llegan a los 28 años de prisión.
No por nada aseguró ayer, tras reunirse con su par español José María Aznar en el Palacio de La Moncloa, que todavía no tomó una postura definitiva y que ésta recién se conocerá a su regreso al país. El Presidente aterrizará hoy mismo en Ezeiza, pero en la Casa Rosada estiman que hasta la próxima semana el Gobierno no revelará la decisión final.
Durante los diez años de gestión menemista, marcada por las relaciones carnales con los Estados Unidos, la Argentina siempre votó en contra del interés castrista. En su breve paso por el poder, Fernando de la Rúa mantuvo la misma línea, lo que le valió fuertes críticas de los cubanos ya que esperaban de la Alianza algún tipo de modificación en la política internacional. Castro no anduvo con ambages: tildó de “lamebotas” al gobierno del ex presidente radical.
Si Duhalde llegara a modificar el rechazo por la abstención estaría volviendo a una postura que el país asumió en los ‘80, durante la administración de Raúl Alfonsín. El ex presidente y Duhalde conversaron del tema en su reciente encuentro en la Casa Rosada, aunque prefirieron no dar demasiada trascendencia al tema.
Ayer, fueron el mandatario y el canciller Carlos Ruckauf los que se sumergieron en el caso Cuba, analizando atentamente la condena internacional que generó la sentencia a los disidentes del régimen castrista. Se valieron de los diarios locales, como El País, que brindó una extensa y crítica cobertura a la decisión de Fidel Castro.
También se enteraron de la condena del Senado español, a través de una declaración institucional aprobada por todos los grupos parlamentarios. Allí se expresa que “el 19 de marzo, varios agentes de la seguridad del Estado, policía política del gobierno de Fidel Castro, detuvieron en La Habana a distintas personas favorables a la democratización en Cuba”.
La condena fue el denominador común en casi toda Europa, incluso de parte de organizaciones no gubernamentales como Amnistía Internacional.
Obviamente también se conocieron las previsibles reacciones anticastristas, como la del periódico The New York Times. En su editorial, el diario norteamericano consideró que “esta no es la primera vez que el envejecido dictador ha optado por aumentar las tensiones justo cuando parecía que estaba avanzando en superar su aislamiento”.
Las versiones surgidas en la Casa Rosada daban cuenta de que Ruckauf partió a Madrid con un sola misión: convencer a Duhalde de mantener el voto condenatorio a Cuba. Y hasta se especuló que de no lograr su objetivodaría un paso al costado, una versión poco verosímil teniendo en cuenta la comunión entre ambos plasmada en la inclusión del canciller en la lista de candidatos a diputados bonaerenses.
En ese sentido se expresó el vocero del canciller, Julio Macchi. “Ni Ruckauf está trabajando en contra de Cuba ni tampoco tiene pensado renunciar a su cargo. Eso es una locura que no sé de dónde sale y por eso lo desmiento categóricamente”, señaló en la noche madrileña a Página/12.
Para Duhalde ya comenzó la cuenta regresiva. Como máximo en diez días deberá resolver si sacarle una sonrisa a Castro o si, contrariamente, la alegría será toda para George W. Bush.

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