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El país|Domingo, 22 de julio de 2012
Felipe Solá compara gobernaciones, habla de los bingos y hasta hace una advertencia

“Esto tiene costo para la Presidenta”

El ex gobernador de Buenos Aires destaca que uno sabe los fondos que recibe “el día que jura”. Critica lo repentino del problema y apunta que “el ciudadano termina creyendo” que el gobierno nacional tiene la culpa de todo.

Por Raúl Kollmann
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“Uno sabe que la provincia de Buenos Aires recibe, en proporción por habitante, la cuarta parte de lo que reciben las demás provincias. Pero eso lo sabe el día que jura. Yo también sabía con seis o siete meses de anticipación en qué momento iba a tener dificultades para pagar algo. Igual, lo que pasó también tuvo costos para la Presidenta, porque en un sistema tan centralizado el ciudadano común termina creyendo que las finanzas provinciales, la inseguridad, el sueldo de los docentes son responsabilidad de la Casa Rosada y no de los gobernadores. Más allá de todo, hay que seguir por el camino de estos años, una salida nacional y popular con base en el mercado interno.” Estas son algunas de las conclusiones del ex gobernador y actual diputado Felipe Solá, que dialogó con Página/12 sobre la crisis en la provincia, el gobernador Daniel Scioli, la candidatura presidencial y el cuadro político que se presenta.

–¿Qué saldo le quedó de lo vivido en las últimas semanas?

–Celebro que se haya cubierto el medio aguinaldo y que también haya colaborado la Nación para la cuenta de proveedores. Es una buena noticia. Ahora el saldo es malo. En primer lugar porque dos provincias, que son Buenos Aires y Santa Cruz, vivieron un estallido muy claro. Y en Buenos Aires la situación es muy mala. Desde ya que la población no fue advertida de lo que iba a pasar, no se la preparó, no hubo anticipo de lo que podía pasar. Hubo un dejarse estar del gobierno de Daniel Scioli pensando que la Nación iba a aportar los fondos. Yo estas cosas las veía y buscaba la solución con seis o siete meses de anticipación. Sé que ahora hay informes internos del gobierno provincial que muestran esto mismo: que iba a haber dificultades en julio. También hay un saldo negativo para el gobierno nacional. Se perdieron días de clase, se perdió consumo, hubo costos. Hay un intento de disciplinamiento por parte de la Presidenta que tal vez no sea comprendido por los ciudadanos. De tanto ir a pedirle a la Casa Rosada, de tanta concentración en los recursos, se empieza a ver que si no hay clases, si hay problemas de inseguridad, existe responsabilidad nacional y no la responsabilidad de quien verdaderamente la tiene, que es el gobernador de cada provincia.

–¿Cómo eran las cosas cuando usted era gobernador?

–Hubo etapas distintas. Pero no tuve nunca la necesidad de pedirle a la Nación para pagar sueldos o aguinaldos. Lo que sí necesité fue la renegociación de deudas, porque el 60 por ciento de las deudas que tenía la provincia eran con la Nación, a raíz de acuerdos anteriores. Hubo años que me arreglé sin problemas y en 2007 sí recibí una ayuda extraordinaria de 800 millones de pesos, que fueron una compensación por una suba muy fuerte en los sueldos docentes, que –como siempre– se trasladó a todos los empleados públicos provinciales. Por supuesto que teníamos nuestro tira y afloje, pero hacia fin de año las cosas se equilibraban a través del Plan de Asistencia Financiera. No teníamos trato preferencial, el tema era con todos los gobernadores. Eso sí, hubo mucha inversión en obras, en viviendas, cloacas, agua corriente. Creo que más que ahora. Desde un punto de vista social, yo creo que necesitamos inversión social continua por 15 años, al ritmo más fuerte, que fue el de 2004-2007. Porque de lo contrario vamos mejorando, pero no llegamos a cubrir las necesidades sociales, la brecha sigue estando. Hoy existe el mismo déficit de viviendas que en 2007. Es cierto que el trasfondo es la situación de las provincias y en especial la de Buenos Aires, que recibe una cuarta parte, si se mide por habitante, que el promedio de lo que reciben las demás provincias del país. Pero Daniel asumió sabiendo eso y yo también asumí sabiendo eso. Uno jura en esa situación y se tiene que hacer cargo. Al mismo tiempo, insisto, la dureza no fue popular, no fue entendida por la gente.

–¿Y cuánto peso le da al tema político?

–Desde ya que está ese trasfondo también. El mensaje es que este hombre, por Scioli, que no puede pagar los aguinaldos, que endeuda la provincia, que hace un acuerdo por los bingos para pagar gastos corrientes; este hombre ¿quiere ser presidente? ¿Y además necesita que lo salve Cristina? Ese es el mensaje.

–Veo que no está de acuerdo con lo pactado con los bingos.

–Mire, en cierta forma se parece bastante al que hice yo. La diferencia es la siguiente. Yo les renové a los que se les vencían las licencias hasta una cierta fecha, por ejemplo, el 31 de diciembre de ese año. Daniel les está renovando a los que vencen hasta el 2015. Y pagan el canon ahora. De manera que está endeudando la provincia con los 600 millones de la Anses y no va a tener los cánones de los bingos de 2013 y 2014, porque ya los está cobrando ahora. Y no es para invertir, sino para pagar gastos corrientes. ¿Por qué hice yo un acuerdo con los bingos? Mire, las fuentes de financiamiento no son muchas. El crédito, por ejemplo. Este año había que cubrir 13.000 millones de pesos. Ese dinero no se consiguió: por la crisis internacional o por lo que fuera. Se suben algo los ingresos por tasas, por Impuesto Inmobiliario y lo que viene por coparticipación no alcanza. Cuando yo asumí, los bingos pagaban el 11 por ciento y no había control. Yo subí al 34 por ciento, pero más importante que eso fue el control estatizado. En 2001 ingresaron tres millones de pesos o dólares. En 2003, después que establecimos el control por cada máquina, entraron 400 millones de pesos. Y ahora entran unos 2000 millones. El software es de Boldt, pero lo manejan funcionarios de nuestra lotería. Es una de las fuentes de ingresos más importantes.

–¿Y cómo evalúa la cuestión política después de este choque?

–Veamos la cuestión de fondo. En estos años hemos puesto el acento en el mercado interno y nuestro desarrollo proviene de la inversión que se generó a partir del mercado interno. Entonces, la alternativa es ¿seguimos ese camino basado en el mercado interno o nos orientamos a un país agroexportador? Y soy un convencido de que no hay otra forma que seguir con el camino que venimos andando: un modelo nacional, popular, orientado hacia el mercado interno. No hay otra forma. Y tenemos mucho por recorrer, porque –insisto– mejoramos, pero tenemos mayor demanda, más necesidades sociales. Y entonces lo traduzco al terreno político. Veo bajas posibilidades de una re-reelección y, además, debo decir que no estoy de acuerdo en que se busque. Pero al mismo tiempo digo, hay que seguir en este rumbo. Y veo errores, sin dudas. Errores del Gobierno, de comunicación y también de otro tipo. Pero la salida es esta alternativa nacional y popular. Es vox populi que Scioli no es un candidato querido como continuador de Cristina. Eso es hoy. Hemos visto muchos cambios y veremos en el futuro. Quiero hacer una advertencia: con la militancia, con las consignas, con la presión de los sectores más organizados no alcanza para recrear un fuerte frente nacional y popular. Hay que incorporar sectores de clase media a los que tal vez no les gusta la comunicación de la Presidenta o no les gusta las medidas que se toman con el dólar. Aunque se siga organizando en la juventud y en los barrios, yo creo que no basta. Se necesita una política de alianzas más amplia.

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