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El dragado del canal Martín García no es el único proyecto controvertido del que participó en el país la firma holandesa Boskalis, la cuestionada dueña de Riovía. Entre sus antecedentes figuran la faraónica iniciativa de construir una aeroísla frente a la Costanera porteña, que tanto entusiasmó en su momento a Carlos Menem y Alvaro Alsogaray, el encargado de pilotear la propuesta.
La aeroísla fue probablemente el más ambicioso proyecto trunco del menemismo. El argumento era que el Aeroparque Metropolitano era pequeño y peligroso y que el Aeropuerto de Ezeiza era antiguo, así que la solución pasaba por construir una isla de 550 hectáreas en el Río de la Plata, a tres kilómetros de la costa, donde se concentraría el tráfico internacional y de cabotaje. Boskalis planeaba en grande: el costo del megaproyecto superaba los 1600 millones de dólares y se estimaba que demandaría unos tres años construirla. “Será el gran aeropuerto del Mercosur”, aseguraban los empresarios. La oposición que generó el proyecto y la progresiva caída de la estrella de Menem terminó dejando la iniciativa en la nada.
Como para seguir enredando el tema, ayer medios uruguayos adelantaron que el canciller Luis Almagro enviará al Tribunal de Cuentas de su país todos los antecedentes en su poder para que continúe la investigación sobre la adjudicación de las obras del dragado del canal a Riovía, aunque sigue negándose a impugnar la participación de la empresa. Entre otras cosas, pedirá que se levante el secreto bancario para conocer los pagos hechos por la firma a lo largo de toda la concesión.
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