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El país|Lunes, 13 de agosto de 2012
Silvina Gvirtz explica en esta entrevista por qué renunció como ministra de Educación bonaerense

“Hay una diferencia entre austeridad y ajuste”

Gvirtz cuenta que decidió su salida cuando Scioli le informó que designaba a dos personas para “hacer ajustes en el tema de las licencias” docentes y “bajar rápidamente el gasto educativo”. Dice que se alegra, porque “ahora desdijeron la idea del ajuste”.

Por Nora Veiras
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“Lo que hay que hacer es justicia educacional para que cada día los chicos aprendan más”, dice la pedagoga Silvina Gvirtz.

Los abultados ejemplares de los diarios del domingo se desparraman sobre la mesa de la cocina de la casa de Silvina Gvirtz, cerca de Parque Chacabuco, en la Ciudad de Buenos Aires. Lleva apenas cuatro días como ex ministra de Educación de la gobernación bonaerense y desgrana lo que dicen de ella y las razones de su alejamiento. Está tan habituada a los debates pedagógicos como desacostumbrada a lidiar con los sinsabores de la política. Manejó durante ocho meses un presupuesto de 32 mil millones de pesos, equivalente a todos los recursos del gobierno porteño: la gestión Scioli, urgida por conseguir plata, le exigió “ajustes” y ella eligió dejar el cargo. En diálogo con Página/12, destacó la necesidad de priorizar el aprendizaje de los chicos, precisó que queda pendiente la construcción de quinientos jardines de infantes para garantizar la escolaridad de los chicos de 4 y 5 años y de doscientas escuelas secundarias para cumplir con la obligatoriedad de ese nivel. “Me alegra que hayan dicho ahora que no habrá ajuste”, dijo esta doctora en Educación que confiesa “dolor” por su alejamiento.

–Renunció denunciando ajuste, ¿qué le dijo Scioli para provocar esta decisión?

–Hay una situación en la provincia que exige austeridad. Es sabido que no se pudieron pagar en término los aguinaldos. Hay una diferencia entre austeridad y ajuste, y el problema se suscitó a partir de cómo se debían implementar ciertas medidas en cuanto al ausentismo de los docentes.

–Concretamente, el ajuste, ¿por dónde está pensado desde la provincia?

–La verdad es que no llegué a interiorizarme de cómo estaban pensando. Cuando yo entendí que se estaban buscando medidas de ajuste que podían dejar a docentes sin trabajo, no seguí indagando, preferí retirarme. Nosotros habíamos tomado medidas que garantizaban la austeridad. Por ejemplo, habíamos limitado los beneficios a las escuelas privadas. A las escuelas se les paga el subsidio que cubre distintos porcentajes de los sueldos, limitamos al 1 por ciento el número de suplencias que financia el Estado. También establecimos que cada seis años las escuelas privadas tengan que demostrar que siguen necesitando el subsidio. Limitamos diversos programas de alfabetización, garantizando que los docentes vuelvan a las aulas para priorizar lo esencial, que es la educación básica y obligatoria.

–¿Le pidieron un monto de reducción del presupuesto educativo? Hubo un comunicado del jefe de Gabinete, Alberto Pérez, en el que se estimó en mil millones...

–Ellos estaban necesitando dinero, no hubo un monto, buscaban el máximo posible, me pedían eso. Una parte me parecía razonable y yo estaba dispuesta a colaborar en la medida en que no afectara la esencia de la prestación del servicio y en la medida en que se siguieran garantizando los derechos a la educación a todos los chicos de la provincia.

–El presupuesto de educación de la provincia ¿a cuánto asciende?

–Treinta y dos mil millones de pesos.

–Y de ese monto, ¿cuánto se destina a salarios?

–El 95 o 96 por ciento está destinado a salarios, con lo cual es muy difícil hacer un ajuste, porque las medidas de austeridad siempre tocan el gasto en personal. Hay cosas que sí se pueden hacer. Nosotros habíamos diseñado un plan de presentismo, con Trabajo y Salud, para todos los empleados de la provincia. Yo explicaba que el ausentismo no es un problema docente. Más que poner las culpas en los empleados públicos o los docentes, había que buscar las causas por las que se faltaba al trabajo y tomar diversas medidas. Estábamos trabajando con el Colegio Médico de la Provincia para poder armar un sistema de información que nos diera pautas a partir de un formulario que tenían que llenar los médicos –espero que ese plan siga– y se iba a informatizar cuáles eran las causas, la estacionalidad del ausentismo. Por ejemplo, estábamos diseñando cursos para una mejor utilización de la voz, un plan de vacunación obligatoria contra la gripe. Estas eran medidas muy necesarias, y también se iban a detectar los excesos. Si había docentes con excesos de licencias o médicos que las otorgaban con demasiada facilidad.

–De hecho, hicieron denuncias contra algunos médicos por la forma en que se otorgaban licencias.

–Le llevamos al Ministerio de Salud una lista de diez o quince médicos que habían otorgado excesivas licencias, con el fin de que el ministerio tomara cartas en el asunto. También habíamos hablado con un gremio.

–Esas excesivas licencias significaban algún beneficio personal para el médico...

–Había médicos a los que no les alcanzaban las horas del día para firmar la cantidad de licencias que otorgaban. Son casos mínimos. El número de licencias que hay en la provincia es del 11 por ciento, y hay que distinguir las que son por enfermedad de aquellas por cargo de mayor jerarquía, con lo cual el número de licencias no es el número de ausentismo.

–Pérez habló de un 24 por ciento de ausentismo.

–El después aclaró el tema: el ausentismo por enfermedad es del 11 por ciento. Hay licencias gremiales, suplencias por cargo de mayor jerarquía, por ejemplo un docente que pasó a ser director y el cargo de maestro lo cubre un suplente. Hay mucho por indagar ahí, creo que es un terreno para trabajar pero para mejorar la calidad, para que el docente esté mejor y para que el sistema funcione mejor. Esto requiere armar sistemas de información serios, esto requiere tiempo, no es algo que se resuelva de un día para el otro, y me parece muy injusto acusar a todo un sector por un sistema que el Estado está a cargo de controlar. También estábamos estudiando un sistema de control de licencias con los hospitales públicos para garantizar y aprovechar a los hospitales como contralores para verificar las licencias.

–En su renuncia usted dice que “no se trata de una manera diferente de ver la política educativa sino que es básicamente una concepción ideológica”, ¿esto supone que hay una diferencia ideológica entre lo que va a hacer Scioli como gobernador y lo que usted pensaba que podía hacer desde la gestión?

–Puedo contar lo que es mi ideología, prefiero no hablar de las ideologías de otros. Ellos ahora desdijeron la idea del ajuste, así que me alegro muchísimo. Mi ideología es que tiene que haber un sistema educativo justo, que ese sistema amerita que se premie e incentive a los docentes que trabajan mucho y muy bien, que son la mayoría, y que aquellos casos aislados donde hay abusos reciban todo el peso de la ley y se los sancione. La verdad que, cuando uno mira el maravilloso trabajo que hace la mayoría de los docentes, no parece justo que a todos se los acuse por igual. Una de las cosas que intenté hacer es mostrar todo lo bueno que se está haciendo. Hay un video que colgué en mi Facebook de un nene, Franquito, que lee y les cuenta a sus compañeros uno de los 2,5 millones de libros que ya entregamos –hay otros 2,5 millones– para que cada chico de la primaria arme su propia biblioteca personal. Cómo en una escuela técnica armaron un sistema para que la gente que sufre quemaduras graves pueda estar mejor en los hospitales. Mostrar las maravillas que a veces no se ven del sistema educativo. Mi concepción es que los maestros son los grandes protagonistas del cambio y de lo que queramos hacer. Eso es lo que yo creo ideológicamente y sostengo. No me gusta ver cuando se acusa a todos los docentes por una minoría. El Estado es el encargado de controlar, la culpa no es de los docentes, la culpa es del Estado que no ejerce los controles necesarios sobre esos docentes.

–Además se está hablando dentro de una segunda gestión del gobernador...

–Sí, pero creo que la gestión de Mario Oporto fue una buena gestión. No me hubiera subido de lo contrario. Hay 4,5 millones de alumnos, 390 mil empleados físicos y un sistema de información muy viejo. La escuela no tiene un sistema adecuado, seguimos con un sistema muy primitivo para la gestión. Este es uno de los grandes desafíos a llevar adelante. Lo que hay que hacer es justicia educacional, para que cada día los chicos aprendan más. Mirar fuertemente el aprendizaje de los chicos, ésta era mi misión. Hemos hecho resoluciones para que, si un chico falta más de dos días, la escuela averigüe la causa por la que el chico falta. El preceptor tiene que dar aviso al director, si a los cinco días no había novedades, personal especializado tenía que ir a buscar al chico a la casa. El ausentismo es la antesala de la deserción y la deserción es un problema. Si el chico está enfermo, mandarle el maestro domiciliario. La idea mía es que nosotros somos servidores públicos y que uno llega a un puesto público no para hacer lo que se le dé la gana, sino para cumplir los principios que están en la Constitución provincial y en la ley de educación. Entre esos principios, bajar la deserción, bajar la tasa de repitencia, la repitencia es un síntoma, es como la fiebre, que dice que hay problemas en el aprendizaje. La idea era aumentar la tasa de graduación especialmente en el secundario: como se aumentó la escolarización, algunos artículos dijeron que la graduación era un desastre. En realidad no se puede desvincular una de otra. En 2006, por primera vez se pone la secundaria obligatoria. Eso exige a los padres que manden a los chicos y al Estado que cree escuelas. Cuando están todos los chicos dentro del sistema, las estrategias para recibirlos en las escuelas son diferentes.

–Evidentemente éstas no eran las prioridades cuando el miércoles pasado le designaron a Luciano Di Gresia y Walter Carbone, dos interventores en la gestión.

–Creo que ellos estaban preocupados por otros temas, no por los temas pedagógicos o de calidad educativa. Nosotros hicimos una gestión muy austera: si uno compara el gasto junio 2010/11/12, uno lo ve en el gasto: tanto en la partida de personal como en el resto de las partidas. Sabíamos que había una situación complicada y estamos muy a favor de la austeridad. El problema es que querían darle otra funcionalidad al ministerio.

–En algunos medios trascendió que usted había renunciado ante el vicegobernador Gabriel Mariotto. ¿Cómo fue realmente?

–Esas son noticias malintencionadas. Me reuní, creo que el martes a la noche –estoy dolida con la situación y no me acuerdo exactamente– con Alberto Pérez y con Daniel Scioli, me transmitieron que iban a venir estas dos personas a ocupar lugares importantes en el ministerio porque querían hacer ajustes en el tema de las licencias y, además, decían que iban a bajar rápidamente el gasto educativo. Yo no salí contenta de la reunión, se lo había expresado al jefe de Gabinete y habíamos quedado en reunirnos al día siguiente y estaba muy motivada para hablar con él, para explicarle, y él canceló la reunión. Quedamos en que me iba a llamar durante el día, ya había salido en el diario que había una virtual intervención en el ministerio y que había una intención de ajuste. Yo desmentí que hubiese una intención de ajuste, sí de austeridad, la sintonía fina de la que habló Cristina Kirchner a principios de año. Empezó a haber trascendidos de que me iba, Mariotto me llamó por teléfono y me preguntó qué pasaba, le dije que estaba muy preocupada por la situación, me pidió que lo fuera a ver al Senado. Fui al Senado, una oficina pública, no había ningún ocultamiento, no fue una reunión secreta como se hacen muchas veces en lugares poco conocidos. Simplemente le conté lo que me estaba pasando como a tantas otras personas que me fueron llamando. A lo largo del día había rumores de mi renuncia, nadie me llamó, Pérez nunca me llamó, con lo cual pensé que efectivamente querían que me fuera, que no era la persona para lo que ellos estaban queriendo hacer.

–¿Siente que quedó entrampada en la interna política entre el kirchnerismo y el sciolismo?

–Puede ser. Asumí como parte del proyecto nacional, del cual Scioli forma parte desde el 2003. Creo que se hicieron muy buenas cosas en educación en los gobiernos de la provincia de Buenos Aires, de ninguna manera es mi espíritu negar eso. Si hubiera creído que esto era un desastre no hubiera entrado. Sin duda, en estos últimos tiempos hubo cambios, hubo situaciones que no fomentaron ni facilitaron la convivencia. Puede ser que haya quedado una situación complicada que por ahí me excede. Soy de educación, soy una pedagoga que hace muchos años viene trabajando por la educación y vi en la posibilidad de dirigir el sistema de la provincia una gran oportunidad para profundizar los procesos de mejora que ya se venían implementando en el país y en la provincia. Me entusiasmé enormemente con la posibilidad de participar en ello. Sin ningún exceso en los gastos, obviamente, y también quiero aclararlo, programas como Conectar-Igualdad, programas específicos del Instituto Nacional de Educación Técnica (INET), que tienen financiamiento propio, exigen la contratación de personal, por ejemplo, para garantizar que las máquinas funcionen. La Nación ha colaborado con recursos para contratar este personal.

–¿Cómo analiza las primeras repercusiones ante su renuncia que desde el gobierno de la provincia marcan una crítica hacia su gestión?

–Me da pena porque todos conocen lo que es mi trayectoria académica, que fui con la mejor de las intenciones a trabajar en los temas pedagógicos. Efectivamente éstos eran mis primeros pasos en la política, venía trabajando con Diego Bossio en Conectar-Igualdad, parecieran una reacción, una venganza a que me fui. Quiero desearles la mejor de la suerte a quienes vayan al ministerio y ojalá sigan trabajando por una educación de calidad y ojalá mi salida del ministerio no implique que se traten de tomar medidas de venganza. Mucha de la gente que me acompañaba en el área de administración era gente del propio gobierno sciolista que estaba ahí como veedor de que las cosas se estuvieran haciendo bien.

–¿Le quedaron ganas de seguir en la gestión pública?

–Sobre mi futuro no te puedo decir nada. Tuve ofrecimientos de escuelas para que vuelva a asesorar, tengo mi cargo en la universidad. No sé cuál va a ser mi futuro. Lo que hice lo hice por una convicción respecto de quién soy, como lo dije en la carta, yo soy maestra y no voy a ir en contra de esto que es ser docente y que forma parte de mi identidad.

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