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El país|Lunes, 27 de agosto de 2012
El senador Marcelo Fuentes (FpV) ante las críticas de la Iglesia Católica a la reforma del Código Civil

“Se abroquelan para defender privilegios”

Presidente de la comisión bicameral que debate el nuevo Código, Fuentes cuestionó la postura planteada por el titular del Episcopado en el Congreso, pero valoró el “cambio de actitud” de la jerarquía católica respecto del matrimonio igualitario.

Por Sebastian Abrevaya
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“La Iglesia tomó conciencia de que no puede imponer un modo único de concebir la vida.”

La reforma, unificación y modernización de los códigos Civil y Comercial avanza a paso firme en el Congreso y se espera su sanción en noviembre. Con el proceso de audiencias públicas en marcha, se inscribieron más de 200 participantes y unos 50 ya expusieron. Entre ellos, el titular de la Conferencia Episcopal, José María Arancedo, ratificó el jueves pasado sus críticas a los avances legislativos en materia de matrimonio, familia y fertilización asistida. “Dijeron que el matrimonio igualitario iba a tener consecuencias, dijeron que el divorcio iba a tener consecuencias, también que el matrimonio civil iba a tener consecuencias. Ante todo lo que modifique el statu quo detrás del cual subyacen privilegios históricos, los sectores conservadores se abroquelan para defenderlos”, replica el senador kirchnerista Marcelo Fuentes, presidente de la comisión bicameral. En una entrevista con Página/12, Fuentes remarcó el “cambio de actitud” de la Iglesia Católica tras el fracaso en su lucha contra el matrimonio igualitario.

–¿Qué le pareció el discurso de Arancedo en la audiencia pública?

–Hicieron las mismas críticas pero con otro estilo. El enfrentamiento y la movilización que generaron contra el matrimonio igualitario ahora no lo hicieron. Sacaron un documento duro en la reunión de obispos, pero presentaron uno muy contemporizador en la audiencia. El documento inicial manifestaba que el código imponía un modelo único de familia basado en el individualismo, lo cual no es cierto, porque el nuevo código permite distintos modos de familia. Al no imponer formas de convivencia únicas, sino receptar las formas de convivencia existentes, en la medida en que no afecten el interés público, lo que se hace es simplificarle la vida a la gente, facilitar la adopción, facilitar la posibilidad del divorcio.

–¿Cuál fue la actitud respecto de los legisladores?

–Los instaron a que legislen a conciencia, suponiendo que eso no se hace, y que no obedezcan las disciplinas partidarias. Casualmente, la Iglesia, que es una estructura bastante jerárquica. Como si los representantes del voto popular expresaran creencias religiosas y no ideologías y concepciones políticas. La devolución sería instar a la Iglesia a que prepare a sus feligreses para los cambios que se producen en la sociedad.

–A diferencia de otras oportunidades, hubo un tono poco confrontativo en el discurso de Arancedo. Incluso se reconoció que es el Estado el que debe legislar y no la Iglesia.

–El cambio de actitud que mostró el presidente de la Conferencia Episcopal demuestra un cambio en la actitud de la Iglesia Católica. Sostuvo sus posiciones históricas, pero tomó conciencia de que no puede imponer un modo único de concebir la vida.

–¿Atribuye ese cambio sólo al reemplazo de Jorge Bergoglio?

–Tiene que ver con la derrota parlamentaria en la discusión del matrimonio igualitario. Fue un intento de presión y movilización en el que prácticamente los que estábamos a favor del matrimonio igualitario, según Bergoglio, éramos obra del diablo. Era un planteo medieval, oscurantista. Hoy han venido con una posición mucho más receptiva a otro punto de vista.

–Pero Héctor Aguer dijo que el matrimonio iba a tener consecuencias tremendas...

–Dijeron que el matrimonio igualitario iba a tener consecuencias, en su momento dijeron que el divorcio iba a tener consecuencias, también el matrimonio civil. Ante todo lo que modifique el statu quo detrás del cual subyacen privilegios históricos, los sectores conservadores se abroquelan para defenderlos. Eso implica que dentro de la Iglesia hay un profundo debate.

–Desde el Estado también cambió la forma en que se trata a la Iglesia. Arancedo tuvo 10 minutos para hablar, igual que un abogado independiente.

–Tuvo que esperar su turno y se le dio la misma recepción que se les dio a todos los asistentes a la audiencia pública.

–Las iglesias evangélicas plantearon críticas diferentes...

–La de considerar a la Iglesia Católica como persona jurídica pública.

–¿Se puede cambiar esa condición superior de la Iglesia Católica?

–Soy un firme partícipe de la separación absoluta de la Iglesia y el Estado. Nuestro primer problema en ese caso es la Constitución, donde se establece el sostenimiento del culto católico. El segundo es que tenemos un concordato firmado con el Vaticano. Es un debate para la reforma de la Constitución.

–Los pueblos originarios reclaman también ese carácter de persona jurídica pública...

–Esa discusión tiene otra naturaleza, porque la posición de los pueblos originarios no es uniforme. Hay sectores más radicales que casi reivindican la creación de un Estado propio. Es altamente respetable, pero hay una legislación común para todos, donde hay reconocimiento de las diversidades culturales, el reconocimiento a las propiedades de comunidades preexistentes. Ese es un tema. El otro tema es la soberanía del Estado sobre su propio territorio. Es un problema de un sector históricamente postergado y discriminado. Donde hay un proceso de revalorización de la historia argentina, de lo que significó el exterminio de pueblos originarios. Es un debate que está cargado de una mayor significación que el encuadre jurídico de la personería.

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