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El país|Lunes, 3 de septiembre de 2012
Un desayuno con Gabriel Mariotto

“Si Cristina me puso acá es para que dé mi punto de vista”

Por Fernando Cibeira
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“Adiós, compañero”, saluda en medio de una respuesta a alguien que pasa por la calle en un gesto casi reflejo, de dirigente barrial. Es que el vicegobernador Gabriel Mariotto es así. Por un lado, un peronista de esos de manual, con un discurso repleto de términos como “conducción”, “campo popular” o “colonia”. Por el otro, una de las caras visibles de esta nueva época, en la que el objetivo a derrotar son “las corporaciones”, ya sea la mediática, como cuando avanzó con la ley de medios, o, ahora, la “poli-judicial” bonaerense. Está claro que Mariotto no quiere seguir profundizando la brecha abierta con el gobernador Daniel Scioli, para el que ahora siempre guarda una palabra amable, aunque eso no quiere decir que retroceda en alguna de sus posiciones. “Si Cristina me puso a mí acá es para que dé mi punto de vista”, argumenta.

Los viernes a la mañana Mariotto los dedica a ocuparse un poco de los asuntos de Lomas de Zamora, su pago chico. Así que el encuentro es en No Me Olvides, un bar que también es centro cultural, primo hermano del centro Padre Mugica, en Banfield, donde actividades como talleres literarios o clases de tango se mezclan con la política, porque una cosa va llevando a la otra. Desde que el senador provincial Santiago Carreras abrió hace cinco meses No Me Olvides, sobre la céntrica avenida Meeks, en Lomas, Mariotto lo utiliza como uno de sus lugares de encuentro.

El vicegobernador pide un café mientras se acomoda en una mesa pegada a la ventana y cada tanto chequea su Blackberry de reojo. “Política” es otro término que Mariotto repite mucho y los sucesos de los últimos días –con las reacciones por los talleres en las escuelas, el despido de los docentes porteños y demás– lo hacen pensar en “los que odian la política”. “Cuando en los ‘90 los jóvenes aspiraban a ser yuppies les parecía perfecto, pero ahora cuando los jóvenes hablan de política y forman parte de un colectivo popular les parecen peligrosos. Quieren a aquellos otros jóvenes”, razona.

Luego de algunas semanas de relativo silencio, sostiene que el tiempo se encargó de poner las cosas en su lugar respecto de su relación con Scioli. “Bajo ningún aspecto nuestras críticas a la gestión fueron con el objetivo de destituir a un ministro, a un secretario o mucho menos al gobernador”, explica. Asegura que eso es algo que “Daniel sabe”, no así muchos dirigentes que lo rodean, a quienes considera parte de la dirigencia de la provincia de Buenos Aires “tradicional y conservadora”. “Yo voy de frente, no hay especulación en mi postura. Si tuviera las intenciones que me adjudican algunos diarios, lo haría de manera solapada, no así”, retruca.

Sus críticas están referidas principalmente a la política de seguridad y al funcionamiento de organismos como el Servicio Penitenciario provincial. Mariotto está entusiasmado con el proyecto que viene impulsando en el Senado bonaerense para crear una policía judicial. Los foros abiertos para discutirla terminaron generando otros proyectos, como el de autonomía de la defensoría o la modificación del Consejo de la Magistratura y del jury de enjuiciamiento que, en conjunto, “atacan un sistema corporativo: la connivencia que existe entre la policía, la Justicia y la política”, define. Lo mismo que la comisión investigadora del caso Candela que, anticipa, brindará su informe antes de fin de mes. “Esta comisión no es contra nadie, no busca reemplazar a la Justicia, pero sí marcar los errores en la investigación”, argumenta.

Sus críticas le han valido algunos calificativos –y “lindo” no figura entre ellos– desde La Juan Domingo, la agrupación lanzada por dirigentes bonaerenses que impulsan la candidatura presidencial de Scioli. “Son buenos compañeros –replica, aparentemente sin ironía–, pero están atados a categorías del pasado: me reprochan mis aportes a la gestión como si fueran posicionamientos mediáticos individuales.”

Scioli, en tanto, había tenido también lo suyo de parte del kirchnerismo cuando se le ocurrió hablar de sus aspiraciones para 2015. Días atrás se preocupó por aclarar bien que en principio apoyará a Cristina Kirchner en caso de que intente un nuevo mandato y que, sólo en caso de que eso no fuera posible, él buscaría la Presidencia. “Todos los dirigentes tienen que seguir el ejemplo de Cristina y ocuparse de la gestión”, advierte Mariotto. “Los dirigentes no tenemos que ir preocupándonos por nuestro propio destino, eso es una zoncera y por lo general te lleva a la frustración. A nadie le importa lo que le va a pasar a un dirigente”, asegura.

Así, solito, mientras termina el café y pide agua, apareció el tema de las elecciones y la continuidad del kirchnerismo más allá de 2015. Mariotto se muestra como el oficialista menos estresado del planeta: todo depende de lo que resuelva la Presidenta. “Ella va a decidir cómo continúa el proyecto político. En cualquier opción, con reelección o sin ella, la conductora es Cristina”, define. Entonces, ¿totalmente despreocupado? “No me preocupa el 2015. Hay que seguir militando, hay que seguir gobernando. El 2015 será consecuencia de la transformación”, remarca.

“¿No es así? ¿Tengo la aprobación de La Cámpora?”, le pregunta al joven senador Carreras, que hace un rato se sentó a su lado y repasa los diarios mientras escucha a medias las respuestas. Se detienen en la contratapa del deportivo Olé, donde el conductor de TN Sergio “prende y apaga” Lapegüe revela que es representante de un jugador de la cuarta de Banfield, el equipo de Mariotto. “¿Y éste de dónde salió? A todos los representantes los vamos a sacar del club de una patada en el culo”, avisa, a tono con la cruzada iniciada por la AFIP. Banfield y Lomas remiten a Eduardo Duhalde y el duhaldismo, la quintaesencia de ese conservadurismo que dice ver en la política bonaerense. Por eso explica que ni quiere hablar de su distrito. “Nunca me llevé con el duhaldismo, vengo de otro palo”, responde. Oportuno, suena su Blackberry. El centro de Lomas se ve precioso como para dar un paseo.

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