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El país|Lunes, 24 de septiembre de 2012
Cristina se reúne en Nueva York con el magnate y mañana con el presidente egipcio

Orondo, Soros copó todo

Por Martín Granovsky
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Desde Nueva York

Mientras termina de preparar el discurso de mañana en la ONU y perfila la posición sobre un eventual diálogo con Irán, la Presidenta incluyó en su agenda una reunión con el presidente egipcio Mohamed Morsi, de los Hermanos Musulmanes, y se reservó este lunes para el rico número 20 del mundo según Bloomberg y el 42 según Forbes: George Soros, que a sus 82 llegó a los 21.900 millones de dólares.

Aunque el Gobierno no informó si le interesa atraer inversiones de Soros en energía, construcción y comunicaciones, Cristina Fernández de Kirchner, que llegó ayer acompañada sólo por el secretario de Legal y Técnica, Carlos Zannini, y el secretario de Comunicación Pública, Alfredo Scocimarro, no se encontrará con alguien desconocido en la Argentina. En la década del ’90 apostó a los negocios inmobiliarios, de los que se retiró antes del estallido del 2001. Antes especuló contra los bonos argentinos. No dejó, en cambio, las propiedades rurales. En 2011 la empresa de la que es accionista, Adecoagro, llegó a tiempo para comprar una nueva superficie antes de que entrara en vigencia la nueva legislación que impide adquirir tierras a extranjeros. Esa vez el objetivo fue El Colorado, cinco mil hectáreas en Santiago del Estero, una de las provincias hacia la que se va corriendo la frontera de la soja.

Nacido en Hungría en 1930, Soros tiene una característica saliente. Es capaz de analizar intelectualmente en profundidad crisis que financieramente ayudó a hacer florecer. Tal como informó este diario en julio de 2011 cerró Quantum, su fondo de alto riesgo, tras 40 años de operaciones en Wall Street, por la nueva regulación sobre los activos financieros que siguió a la crisis de 2008. La obligación de informar sobre maniobras que antes podían permanecer opacas y sobre clientes, inversores, empleados jerárquicos y potenciales conflictos de interés hizo que el mismo Soros anunciara el cierre de Quantum porque “no podrá gestionar fondos de terceras personas que no formen parte de su círculo familiar”. Y agregaba: “Nos gustaría dar las gracias a todos aquellos que eligieron Soros Fund Management para invertir sus activos en los últimos 40 años. Confiamos en que se hayan sentido recompensados con el paso del tiempo”.

En una entrevista concedida el mes pasado a El País de España, Soros advirtió que el peligro para Europa es que si se profundiza la crisis actual “quedará permanentemente dividida entre acreedores y deudores”. Explicó que “a los primeros siempre les irá mejor que a los segundos porque éstos tienen que pagar tipos de interés mucho mayores por el capital y eso se convierte en una desventaja permanente que ampliará las diferencias entre ambos”. De ese modo, “la llamada periferia estará permanentemente deprimida y dependiente del centro, que acaparará toda la inversión y el talento, y que dejará a la periferia permanentemente en crisis”. La periferia del párrafo no es la América latina de los ’70 sino Europa meridional frente a Alemania, pero el razonamiento financiero suena universal.

En cuanto a la entrevista con Mohamed Morsi, la apuesta de la Presidenta y el canciller Héctor Timerman es anudar un contacto directo con la figura más importante de los nuevos líderes del Medio Oriente. Dirigente de la Hermandad Musulmana, ganó las elecciones que se realizaron luego de la transición que siguió al derrocamiento de Hosni Mubarak. Su llegada a la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas marca también la primera que toca suelo norteamericano como presidente. En un reportaje concedido en El Cairo y publicado ayer en tapa por The New York Times, Morsi dijo que se tomó su tiempo antes de criticar el reciente asesinato del embajador norteamericano en Libia porque “hay que lidiar con sabiduría con la situación”. Fue una alusión a la ola de furia contra los Estados Unidos que desató un video que se burló del profeta Mahoma o, en otra interpretación, la ola de furia que intenta crear el terrorismo fundamentalista alimentando la irritación popular y aprovechando la postergación social. Morsi dijo que “Egipto no avala ese tipo de violencia” y recomendó a los Estados Unidos un compromiso con la construcción de un Estado palestino, según lo acordado en Camp David en 1978, que contemplaba la retirada israelí de Gaza. El presidente egipcio, de 61 años, creció en una granja en el delta del Nilo y estuvo preso durante la dictadura de Mubarak. Tiene un doctorado en la University of Southern California.

Preguntado por el New York Times sobre si una mujer podría ser candidata a presidenta, contestó que “la Constitución no lo prohíbe y yo no lo impediría”. Añadió: “Si ustedes me consultan sobre si la votaría o no, es otra cuestión”.

Un comunicado de prensa de la Secretaría de Comunicación Pública informó ayer que además mañana Cristina se reunirá con el secretario general de la ONU, el coreano Ban Ki Moon, y que el jueves recibirá al presidente de Exxon Mobile Corp., Rex Tillerson, “quien solicitara oportunamente reunirse con la mandataria”.

El texto confirma la inauguración, el miércoles, de la Cátedra Argentina en Georgetown (ver aparte el reportaje al profesor Erick Langer), un encuentro en Washington con el presidente del Banco Interamericano de Desarrollo, Luis Moreno, y una conferencia el jueves en Boston para “catedráticos, docentes y alumnos de la Universidad de Harvard”.

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