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El país|Sábado, 6 de octubre de 2012
ENTREVISTA A ALFONSO SEVERO LUEGO DEL SECUESTRO Y SU DECLARACION EN LA JUSTICIA

“Llaman para decirme que me deje de joder”

En diálogo con Página/12, Severo acusa de lo que le pasó a una patota que vincula con Alberto Trezza, un ex administrador de Ferrobaires. Asegura que desde hacía unos días le venían sucediendo “cosas raras” y que todavía lo amenazan.

Por Ailín Bullentini
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“Todavía no caigo, no me animo a entender bien qué pasó”, reflexiona, cansado, Enrique Alfonso Severo, rendido en un sillón en el zaguán de su casa, en Avellaneda. Aún no duerme desde que apareció en una calle oscura, con las manos precintadas, tras casi 24 horas de secuestro, pero sabe que su desaparición fue un hecho que causó conmoción. Sobre todo, por su condición de testigo en el juicio por la muerte del militante del Partido Obrero Mariano Ferreyra en el que está acusado el jefe sindical ferroviario José Pedraza, entre otros. Tras declarar ante la Justicia, el hombre que fue empleado ferroviario durante más de 20 años describió el hecho a Página/12 y denunció que aun sigue recibiendo amenazas. “Cuando me secuestraron pensé que me querían robar. Ya me habían estado pasando cosas raras en la semana: me habían estado siguiendo, me habían llamado diciéndome que me dejara de joder y aún lo siguen haciendo”.

–¿Cómo lo secuestraron?

–Iba en el auto y un morocho en una moto se me puso al lado, me apuntó con un arma y dijo “perdiste. Tirate”. Pensé que me iban a robar. Corrí el auto, pero no me dio tiempo a bajar: me agarró del cuello de la camisa y me tiró. Yo quise mirar, pero me bajó la cabeza y me pegó en el oído. Me arrancó del auto, me tiró una tela pesada encima y me llevó hasta un vehículo que cuando apareció la moto me había encandilado desde el otro costado. Por la forma, por la puerta de costado, era una camioneta utilitaria. me tiraron ahí como una bolsa de papa y empezaron a machacarme.

–¿Le pegaron?

–No. Me dijeron buchón, alcahuete, que no tenía que hablar más, que me olvidara de los ferrocarriles y que me dejara de romper las pelotas. Eso ya nos –habla en plural porque ofrece la entrevista en compañía de Ricardo Huardo, ex gerente comercial de Ferrobaires– lo habían dicho cuando nos echaron de la empresa. Y también me dijeron que ni la Presidenta, ni la policía ni los derechos humanos me iban a sacar del pozo. Por eso yo digo que el mensaje que me dieron da a entender como que la Presidenta nos está defendiendo a nosotros. Nosotros somos kirchneristas, de verdad... Fuimos los únicos que peleamos adentro (de la empresa) por el Gobierno, enquistado el duhaldismo en Ferrobaires todavía como está. Éramos uno de los pocos que salíamos a hacer política desde el kirchnerismo en serio.

–¿Cuánto tiempo estuvo arriba de la camioneta recibiendo los ataques?

–Un montón de tiempo. Anduvimos 20 minutos dando vueltas y entramos a un lugar que era de tierra.

–Su hijo dijo que lo llevaron a un predio ferroviario llamado Kilo 4. ¿Es así?

–No sé a dónde me llevaron. Solo sé que en un momento la camioneta entró en una calle de tierra por cómo se movía. Hasta que frenó. No sé si era un galpón, si estábamos al aire libre... Me dejaron arriba de la camioneta con eso pesado en la cabeza y las manos precintadas. Me dormí y me desperté varias veces. En un momento la camioneta se ponía en marcha, se subió un tipo en donde estaba yo, y salió marcha atrás. Uno le dijo por handy al que estaba manejando “yo ya llevo los bolsos, nos juntamos en el punto G, deshacete del gil”. Y ahí me meé encima. Estaba buscando la forma para ir y agarrarlo del cogote al tipo este, cosas que me pasaban por la cabeza, pero no me podía mover. Cuando se paró la camioneta, me abrió la puerta, el tipo que estaba conmigo me dijo “bajate, caminá y no mires para atrás”. Ese fue el peor momento que viví. No sabía dónde estaba. Nadie me quería ayudar hasta que un hombre me reconoció.

–¿Su secuestro está relacionado con su testimonio en el juicio?

–Tiene relación con un montón de cosas. Cuando yo declare ante la Justicia en ese juicio voy a contar un montón de cosas y esas relaciones van a quedar claras. Hoy (por ayer) salieron de la empresa a decir que tengo causas en la Justicia de las cuales solo una queda abierta, y es un hecho inventado, y luego salieron ellos mismos a desmentirlo. Daniel Guzmán, el responsable de Legales de Ferrobaires, es el responsable de todo esto.

–¿De qué se trata esa causa?

–Es la que armaron como un enfrentamiento entre bandas cuando en realidad cuando me echaron a los tiros de Ferrobaires, en 2009. A mí y a mi pibe. Los matones Carruega, Santa Fe y Saldaña –empleados de Ferrobaires– y una patota de 40 tipos que trajeron de Mar Del Plata, de Defensa y Justicia y de Banfield con armas nos dijeron que nos teníamos que ir del ferrocarril por orden del doctor. Yo era gerente de Mantenimiento.

–¿Quién era el doctor?

–Alberto Trezza, el primer administrador de la empresa, entre el 93 y 2000, pero entonces manejaba el poder desde afuera porque ya no tenía cargos. Trezza es el dueño, el jefe de Guzmán. Trezza sigue teniendo el poder de Ferrobaires.

–¿Tiene alguna relación Trezza y la patota que mató a Ferreyra?

–Totalmente, pero eso yo ya lo voy a ampliar ante la Justicia.

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