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El país|Viernes, 30 de mayo de 2003

Enrique Gorriarán Merlo quiere volver a la política

Dio una conferencia de prensa y explicó el “futuro accionar político” del MTP. Dijo que acepta “convivir” con Seineldín y que “no hay ninguna posibilidad” de volver a la lucha armada. Raúl Portal fue a saludarlo.

Por Victoria Ginzberg
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Gorriarán Merlo agradeció a los que pidieron por su libertad y no descartó candidatearse.
“¿Cómo cree que se lo va a recordar en la historia?” Enrique Gorriarán Merlo, líder del Movimiento Todos por la Patria, se permitió una sonrisa y respondió con un sencillo “No sé”. Fue en su primera conferencia de prensa después de salir en libertad gracias al indulto que firmó antes de terminar su mandato el ex presidente Eduardo Duhalde. En ella, se refirió a su futuro en la política y a las razones que en 1989 lo llevaron a tomar el cuartel de La Tablada.
Gorriarán habló en el sótano del café Tortoni. Poco después de las tres de la tarde se sentó en una mesa colocada en un escenario, se puso los anteojos de leer y sacó un papel que tenía en una carpeta bordó. Lo acompañaban varios de sus compañeros que estuvieron presos por el ataque al cuartel de La Tablada. Antes de que Gorriarán leyera su carta con las principales líneas del “futuro accionar político” del MTP, Claudia Acosta agradeció a los familiares, amigos y organismos de derechos humanos. Hubo menciones especiales para el cardenal Jorge Bergoglio, el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva; el ex presidente de Nicaragua Daniel Ortega y los premios Nobel José Saramago, Adolfo Pérez Esquivel y Rigoberta Menchú.
Gorriarán leyó un mensaje en el que se refirió al proyecto de “unidad nacional”, que –dijo– “incluye a todas las fuerzas políticas, sociales y empresariales que, con matices, son opuestas al neoliberalismo. Y excluye a quienes cometieron o cometan delitos de lesa humanidad o irrespeten el sistema democrático”. Entre los objetivos del MTP, mencionó “trabajar para tener, constitucionalmente, la posibilidad de revocar los mandatos de funcionarios por infidelidad a los compromisos adquiridos durante las campañas o por violación a las normas éticas que jura observar”. También para que debamos ser consultados ante actos que comprometan el futuro del conjunto, como por ejemplo la adquisición de deuda externa o la intervención en conflictos internacionales. Según aclaró Gorriarán, el proyecto político es todavía incipiente, pero no descartó presentar candidaturas en el 2007.
Una vez que dejó sentada su propuesta, el ex dirigente del ERP contestó las preguntas de los periodistas, entre los que había varios corresponsales extranjeros. Entre quienes fueron a saludarlo estaba Raúl Portal, quien comenzó visitando al cura Antonio Puigjané (que estuvo preso por el ataque al cuartel de La Tablada sin haber participado en él) y luego se hizo amigo del líder del MTP.
El indulto, las razones para el ataque a La Tablada y el carapintada Mohamed Alí Seineldín ocuparon gran parte de la conferencia de prensa. Al beneficio que le otorgó Duhalde antes de irse, el ex dirigente del ERP lo definió como “la reparación de una injusticia”, pero disintió con el ex presidente acerca de que fuera para contribuir a la “pacificación nacional” porque –afirmó– “acá no había una guerra”. Sobre Seineldín, quien fue indultado junto con él, dijo que “estamos dispuestos a convivir democráticamente con quienes fueron nuestros enemigos, reemplazar la discusión por las armas por la discusión política”. Pero separó de esta posibilidad de diálogo a los militares o civiles que cometieron delitos contra la humanidad. También diferenció su caso y el de sus compañeros del de los presos comunes que reclaman un beneficio similar. “Somos respetuosos de su pedido, pero hay causas jurídicas y políticas. Nosotros fuimos los únicos presos del país que no pudimos apelar las condenas”, explicó Gorriarán, que se levantó un par de veces de su silla, molesto por una hernia.
–¿Usted se arrepiente? –le preguntó un cronista.
–¿Cómo me voy a arrepentir si yo luché contra el autoritarismo? Lo nuestro nunca fue un plan elaborado para matar o reprimir.
Si bien eludió mostrarse arrepentido, mencionó varias veces la palabra errores. “Pudo haber errores, personales, que cometí yo, y errores políticos de la organización. Pero actuamos con honestidad, porque creíamos que iba a haber un golpe de Estado planeado por Carlos Menem y Seineldín”, afirmó. Al reiterar el argumento de que el ataque a La Tablada evitó un golpe de Estado, habló de conversaciones que había mantenido en la época con el entonces ministro radical Enrique Nosiglia y los menemistas César Arias y Jorge Busti.
“No hay ninguna posibilidad de que esto vuelva a ocurrir”, contestó, tajante, cuando le preguntaron sobre la posibilidad de un regreso a la lucha armada. Dijo, incluso, que en el alzamiento de 1990, el MTP no hubiera salido a combatir porque las condiciones habían variado. “Había caído el muro de Berlín y Estados Unidos no apoyaba más los golpes militares e, internamente, se había quebrado la alianza entre Menem y Seineldín, no había posibilidad de que un golpe prosperara. En cambio, en 1989, veíamos un sector de los políticos que sabían que iba a haber un golpe pero no hacían nada y otro, ligado al menemismo, que conspiraba para hacerlo”, afirmó.

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