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El país|Viernes, 14 de diciembre de 2012
ROMAN DI SANTO, HASTA AHORA SUPERINTENDENTE DE COMUNICACIONES, ES EL NUEVO JEFE DE LA POLICIA FEDERAL

Discusión y renovación en la Federal

El ex jefe Enrique Capdevila cuestionó al secretario Sergio Berni, que ordenó no desplazar a quienes manifestaban frente a la Casa de Tucumán para evitar heridos. Como subjefe fue nombrado Héctor Eduardo Tébez, de la Superintendencia de Seguridad Metropolitana.

Por Raúl Kollmann
La ministra de Seguridad, Nilda Garré, en la graduación de los nuevos efectivos de las fuerzas de seguridad.
Imagen: Télam.

El secretario de Comunicación Pública, Alfredo Scoccimarro, anunció anoche el pase a retiro del jefe y el subjefe de la Policía Federal y su reemplazo por el hasta ahora Superintendente de Comunicaciones, Román Di Santo, y como subjefe de la Federal, Héctor Eduardo Tébez, que viene de la Superintendencia de Seguridad Metropolitana. Como todo hombre de Comunicaciones, Di Santo tiene un perfil técnico, muy en línea con la modernización que puso en marcha el Ejecutivo en materia de Seguridad, con gran cantidad de sistemas informáticos, cámaras, patrulleros inteligentes y programas de identificación sofisticados. A su lado, Tébez aportará la experiencia en materia de operaciones. La presidenta Cristina Fernández de Kirchner y la ministra de Seguridad, Nilda Garré, pusieron así fin a una polémica planteada por el ex jefe Enrique Capdevila, quien mantuvo un duro cruce con el secretario de Seguridad, Sergio Berni, a raíz de los hechos de violencia del miércoles. El mensaje enviado con el cambio de ayer es que los uniformados deben atenerse estrictamente a las órdenes que emanan del ministerio, es decir, de los funcionarios políticos surgidos por mandato de quien fue elegido en elecciones.

El choque entre Berni y Capdevila se produjo porque el secretario le dio instrucciones al jefe de Operaciones de la Federal, Guillermo Calviño, en medio de los incidentes protagonizados por hinchas de Boca en el Obelisco y por militantes de izquierda frente a la Casa de Tucumán. Capdevila adujo inicialmente que le estaban minando su autoridad, pero después el cruce subió de tono cuando hubo policías heridos en la Casa de Tucumán. Capdevila insistió en poner en marcha una operación para desplazar a los militantes de izquierda y sacar a los heridos y Berni no lo permitió. Sostuvo que se agravaría la situación y podría haber heridos.

La tensión entre el secretario y el jefe –de buena relación anterior– fue subiendo, pero primó el criterio del funcionario del Ejecutivo. Entrada la noche, ambos se encontraron en el despacho de Berni, la discusión se hizo más fuerte y Capdevila terminó dejando la renuncia sobre el escritorio del secretario y pegando un portazo. Ayer, el jefe ni siquiera concurrió a la graduación de los nuevos efectivos de las fuerzas de seguridad. Esto se consideró un desplante. Incluso se habló de una reacción corporativa porque se mencionaba que también el subjefe, De Nizo, mantenía una actitud solidaria con Capdevila.

La resolución tomada por la Presidenta reafirmó los criterios impuestos por el Gobierno: la conducción de las fuerzas de seguridad le corresponde al poder político y no hay autogobierno de los uniformados. Esto se reafirma en los perfiles de las designaciones:

- San Román: Hasta ahora Superintendente de Comunicaciones. Como todos los que provienen de esas áreas, se trata de técnicos que nunca estuvieron vinculados con los hechos más graves del accionar policial: gatillo fácil, apremios ilegales. Está muy en sintonía con el perfil que pretende el ministerio. Puso en marcha el Centro de Control y Monitoreo del 911 y las cinco centrales que están conectadas con las 1200 cámaras puestas en la ciudad.

- Tébez: Hizo gran parte de la carrera en la Superintendencia de Personal, que es la que controla y forma a los policías. Pero en el último tiempo estuvo a cargo de la Superintendencia de Seguridad Metropolitana, que maneja las comisarías y la infantería de la Federal. Tendrá, indudablemente, el perfil más operacional.

La ministra Garré sostuvo ayer que “es un disparate absoluto decir que la policía tuvo una actitud pasiva” ante los hechos del miércoles. Quien expresó esa postura fue el ministro de Seguridad porteño, Guillermo Montenegro. En la cartera de Garré sostienen que el miércoles hubo una hipótesis de conflicto principal: las posibles consecuencias de la concentración de hinchas de Boca. Pero no se consideraba sólo que pudieran producir destrozos en los alrededores del Obelisco sino también en otras partes de la Ciudad. Las previsiones se orientaron sobre esa base. La segunda hipótesis de conflicto, pero en un escalón más bajo, apuntaba a los grupos de izquierda que manifestarían frente a la Casa de Tucumán. En este caso, lo que sorprendió fue la violencia. “¿Tenían un plan para escalar la violencia? –se preguntó ayer Garré–. ¿Querían una reacción policial para multiplicar la violencia? Estos grupos quieren gestar malestar social y desestabilizar”, redondeó la ministra. Al final de la jornada, en el ministerio consideraban que lo fundamental fue que no hubo heridos.

Más allá del debate planteado por los desmanes frente al Obelisco y la violencia contra la Casa de Tucumán, las cosas derivaron en una tensión entre los mandos policiales y las autoridades del ministerio. Durante la jornada de ayer se especuló incluso con que se le rechazaría la renuncia a Capdevila, lo que le hubiera dado un respaldo a los de uniforme. Hasta se hizo circular el rumor de malestar policial. El anuncio en Casa Rosada terminó con las polémicas. Se sostuvieron las decisiones del poder político y con las nuevas designaciones del jefe y subjefe de la Policía Federal se reafirmó el perfil buscado por el ministerio.

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