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El país|Miércoles, 11 de junio de 2003
KIRCHNER Y POWELL PASARON REVISTA
A SUS DIFERENCIAS SIN ENTRAR EN CONFLICTO

Juntos pero seguramente no revueltos

La reunión se mantuvo en el terreno del conocimiento “cara a cara”. Powell no planteó el envío de gendarmes a Irak, para evitar una negativa prematura, y consideró la puja con la Corte Suprema como “compatible con los procedimientos constitucionales”. Cada uno fijó su posición sobre el ALCA, sin grandes acuerdos ni choques, y hoy Kirchner tendrá ocasión de comentarlo con Lula, a quien, como socio privilegiado, dedicará su primer viaje fuera del país.

Por Martín Granovsky
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Rafael Bielsa y Colin Powell usaron el lenguaje diplomático para dejar claras las posiciones de los dos países sin perder las sonrisas.
El presidente Néstor Kirchner apeló a toda la candidez de quien no tiene nada que perder y dijo: “Si es cierto que nos quieren tanto sería bueno que nos acaricien un poco”. Así cerró la parte de la conversación que tuvo ayer con el secretario de Estado norteamericano, Colin Powell, sobre el Area de Libre Comercio de las Américas. Powell, naturalmente, había dicho que el ALCA es el horizonte maravilloso que espera a cada nación del continente al final del camino.
El Presidente y el jefe de la diplomacia estadounidense mantuvieron una hora de charla en el modo que la jerga especializada llama “agenda abierta”, lo cual implica que cada cual lanza sus temas sin necesidad de cerrarlos. Ese mecanismo sirvió para que las diferencias quedaran patentes pero no se convirtieran en conflicto abierto. Y, sobre todo, para que ambos pudieran semblantearse y mirarse a la cara cuando el otro ponía más fuerza en un punto o en otro.
“La conversación fue adulta y madura”, dijo a Página/12 uno de los participantes. Traducción: no hubo acuerdos pero cada uno entendió la posición contraria. “Nada de chichoneos”, resumió un funcionario de la Cancillería.
Que el diálogo fue muy abierto quedó en evidencia también por la breve conferencia de prensa posterior. Un periodista consultó a Powell acerca de si era cierto que el gobierno norteamericano estaba preocupado por la ofensiva de Kirchner sobre el Congreso para que entablara un juicio político a la Corte.
–Sí, lo hablamos –empezó por confirmar Powell, pero quitó toda nota de preocupación–. Hemos escuchado hoy qué es lo que se va a hacer y que todo será compatible con los procedimientos constitucionales. Se le ha pedido al Poder Legislativo de la Argentina que resuelva el tema.
Para quienes entienden el modo norteamericano de plantear los problemas en público, parecieron evidentes dos cosas:
- Powell no condenó a Kirchner.
- Por el contrario, colocó la iniciativa presidencial dentro de las atribuciones constitucionales.
La actitud es coherente con otra, cuando Washington evitó pronunciarse a favor o en contra de la reelección de Carlos Menem y dejó el asunto en manos de los políticos argentinos. También se abstuvo de fijar posición cuando se abrió el proceso de juicio político al presidente brasileño Fernando Collor de Mello. En ninguno de los dos casos consideró que la democracia argentina o la brasileña pasaban del sistema representativo al plebiscitario. El segundo produce alergia en los Estados Unidos porque a veces es visto como una forma de populismo tradicional latinoamericano, con su infaltable condimento de la invasión de un poder sobre otro.
Funcionarios argentinos dijeron a este diario que los Estados Unidos habrían registrado movimientos de dos miembros de la Suprema Corte, uno de ellos sería su vicepresidente, el experto en Roland Garros Eduardo Moliné O’Connor, hacia miembros de la Secretaría de Justicia de los Estados Unidos. Powell dijo en la entrevista con Kirchner que miembros de su Gobierno habían recibido mensajes desde Buenos Aires sobre la situación del Tribunal argentino. En el encuentro, Kirchner dijo que la movida sobre la Corte era parte de la construcción de un cuadro de “seguridad jurídica”.
Tal como anticipó ayer Página/12, el secretario de Estado no formuló una exigencia formal de que la Gendarmería participara en maniobras de mantenimiento de la paz en Irak. El Gobierno no quiere enrolar a los gendarmes bajo el mando de las tropas norteamericanas cuando la invasión fue hecha sin las Naciones Unidas, y sólo estaría dispuesto a rediscutir el tema si participa el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados.
–El tema de la Gendarmería no fue discutido –dijo Powell–. Le he señalado al Presidente que en el transcurso de los años le hemos agradecido siempre a la Argentina la disponibilidad en su participación en operaciones de mantenimiento de la paz en el mundo, y por eso esperamos que la Argentina considere su posible participación en lo que está sucediendo en Irak y los esfuerzos de mantenimiento de la paz, pero no se discutieron temas específicos. También mencionamos el hecho de que la Argentina fue aliada de los Estados Unidos en la primera Guerra del Golfo con tropas que contribuyeron a ese esfuerzo.
Otra vez una breve traducción:
- Si los Estados Unidos antes agradecían, ahora, ¿qué harán?
- La Argentina dejó de ser aliada estratégica.
En cuanto al ALCA, la diferencia quedó patente en la intervención de Powell y en los dichos del canciller Rafael Bielsa.
Powell dijo que los Estados Unidos aún confían en comenzar la integración del área de libre comercio en el 2005 pero que tienen en cuenta acuerdos bilaterales. Por ejemplo, el recién firmado con Chile. También “estamos examinando nuestra relación con el Mercosur y nuestras discusiones también continúan con la Argentina”. Pero está claro, dijo Powell, “el interés que tiene mi gobierno para llegar a un acuerdo de la región”.
Bielsa respondió que el punto de vista argentino “es exactamente el mismo”. De esa manera estrenó su recién adquirida habilidad diplomática de no chocar en público cuando se dicen cosas distintas. Y agregó: “El Presidente manifestó que había visto de muy buen grado el tratado de libre comercio que había celebrado Chile con los Estados Unidos”. Con un agregado más: “Hay que añadir que fue el resultado de 12 años de trabajo; nosotros llevamos cuatro negociando en condiciones semejantes la incorporación al ALCA. Esperamos proseguir por la misma vía y tratar de que los resultados sean verdaderamente beneficiosos para nuestra población”.
Es decir:
- Quedarían ocho años por delante, no los dos programados hasta el 2005.
- Todo se condicionará a “resultados verdaderamente beneficiosos”. Se entiende que si solo se trata de la invasión de productos competitivos desde los Estados Unidos, esos resultados no estarán a la vista y por lo tanto la Argentina buscará dilatar el ALCA.
En otro tramo de la conversación privada, Kirchner planteó a Powell lo que éste ya sabía porque el embajador norteamericano James Walsh se lo había transmitido en la noche del lunes: que la Argentina quiere con el Fondo Monetario un acuerdo de largo plazo. Powell también recibió el mismo mensaje del propio Bielsa, a quien invitó a viajar en su avión desde Santiago de Chile a Buenos Aires. El propio Powell le contó que tiene una notebook con dos salidas de teléfono. Una da a una línea común. Otra, a una línea encriptada para chatear sin ser interceptado.
Bielsa dijo que “mi colega, el secretario Powell, estuvo totalmente de acuerdo en que la renegociación de la deuda se tiene que dar no en un marco de postergación de plazos y vencimientos para que el próximo gobierno se encuentre con el mismo problema en que se encontró éste, sino tratar de buscar un compromiso entre lo que la Argentina efectivamente puede pagar sin devastar a su propia población y lo que los organismos multilaterales de crédito pueden comprender de esta realidad, para suscribir un convenio sostenible en el largo plazo”.
Powell no dijo que no.

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