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El país|Miércoles, 18 de junio de 2003
DISPAROS CONTRA EL ARANCEL EXTERNO COMUN

Una muralla toda perforada

Por Julio Nudler
La decisión política está tomada. El Mercosur recibirá un enérgico impulso. Pero su destartalado chasis no llegará lejos si no pasa primero por el taller. Temas como el Arancel Externo Común (AEC), que definen al bloque como una unión aduanera, y no sólo un área de libre comercio, requieren una revisión total, según aseguran los mayores expertos argentinos en el tema, entre los cuales, por otro lado, no hay necesariamente coincidencias sobre el impacto del AEC vigente. Vigente es, en realidad, una manera de hablar, ya que, por vía de numerosas excepciones nacionales, el AEC es como una muralla perforada en múltiples lugares. A estos agujeros hay que sumar las numerosas violaciones al arancel a través de restricciones no arancelarias. El anárquico resultado final es un AEC que no parece servir al objetivo declarado de desarrollar productivamente a los cuatro países asociados, y tampoco permite al cuarteto negociar coherentemente en bloque con Estados Unidos para la conformación del ALCA ni con la Unión Europea.
Algunos especialistas le reprochan al AEC del Mercosur no estimular la actividad productiva en la Argentina. Se lo acusa, en una palabra, de responder a los intereses brasileños. Esta es la consecuencia de haber fijado niveles de arancel a los productos según fueran producidos o no dentro de la región, protegiendo más a los primeros. Como Brasil es el socio con una estructura productiva más amplia, ese criterio lo favoreció, facilitándole penetrar los mercados del bloque sin ser molestado por la competencia de extrazona.
Otro temperamento criticado por algunos es la protección de todos los bienes fabricados en el bloque, sin acordar un trato diferente para los de capital. Esto implicó encarecer las inversiones y la incorporación de tecnología a través del equipamiento, pero favoreció a la industria brasileña de máquinas y equipos, dado que la Argentina se había encargado de diezmar la suya. Sin embargo, Domingo Cavallo optó por perforar el AEC mediante una excepción, estableciendo el arancel cero para los bienes de capital, lo que favoreció notoriamente a las privatizadas.
De hecho, el AEC funciona, en relación al bloque, como los aranceles de un país respecto de su propio mercado. Teóricamente, permite a las empresas vender sus productos a precio internacional, más el porcentaje de protección aduanera. Que puedan aprovechar o no todo ese margen, en perjuicio de los consumidores o de otros productores aguas abajo, dependerá de cuánta competencia haya en el mercado. La realidad en estos países es que suele haber muy poca. En cualquier caso, el AEC, como cualquier protección, genera relaciones de precios en el mercado interno (o del bloque) diferentes de los precios relativos mundiales.
Las dificultades para alcanzar acuerdos entre los socios del Mercosur condujo a un escalonamiento arancelario con multitud de niveles. Estos no fueron fruto de una decisión de proteger más a los bienes con mayor valor agregado. Por otro lado, la protección efectiva (que según un estudio promedia el 19,7 por ciento) difiere mucho de la nominal (11,0 por ciento), con una característica adicional: la estructura de protecciones sectoriales efectivas muestra fuerte dispersión, a punto tal que hay bienes, como combustibles y minerales, con protección negativa, y otros, como los alimentarios, con más del 50 por ciento de barrera efectiva.
Lo que cuenta, finalmente, es la protección efectiva para cada producto, definida por la relación entre los niveles de protección que amparan a los insumos que utiliza y el arancel que lo protege a él mismo. Según algunos críticos, aunque la protección efectiva es mayor a medida que se avanza en el eslabonamiento productivo, cuanto más valor agregado muestra una actividad, menor es la protección real de la que goza. Esto significa que la barrera que la guarece de la competencia externa se ve carcomida porque la protección brindada a los insumos los encarece, elevando los costos del producto final. Esta es la clase de complejos conflictos y presiones deintereses cruzados que es preciso afrontar cuando se insiste en que el Mercosur sea nada menos que una unión aduanera.

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