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El país|Miércoles, 27 de marzo de 2013
Comenzaron las indagatorias a los ex directivos de la empresa Ford

Los gerentes tuvieron que ir al juzgado

Ayer se presentó Pedro Müller, ex gerente de manufactura, y el lunes Guillermo Galárraga, que era gerente de relaciones laborales en 1976. Hoy debe ir el ex jefe de seguridad. En la causa se investiga el secuestro de 25 trabajadores.

Por Alejandra Dandan
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En la causa se investigan los secuestros de trabajadores de la planta de Pacheco.

Luis María Degiusti es un ex delegado de la Ford Motors Argentina, planta de Pacheco. Delegado por el sector Comedor. El 24 de marzo de 1976, a las siete, lo secuestraron desde el interior de la fábrica. Era parte de la primera camada de delegados del sector. Y de la última: después de esas detenciones ilegales no hubo más delegados durante casi treinta años. Ayer, Degiusti estuvo con otros antiguos compañeros en la puerta del juzgado federal de San Martín. Esperaron a Pedro Müller, en los hechos el jefe político de la planta, mandamás de Pacheco con título de gerente de manufactura. A esa hora prestaba declaración indagatoria por el secuestro de 25 trabajadores de la compañía: “Estoy acá porque le quiero decir a Müller que todo llega”, dijo Degiusti. “¡Torturador! Eso le voy a gritar en la cara y lo que me salga desde adentro.”

Finalmente empezaron las indagatorias en la investigación sobre la empresa Ford. Anunciadas a fines del año pasado, postergadas en febrero y luego a comienzos de marzo. El lunes se presentó ante la jueza federal Alicia Vence Guillermo Galárraga, gerente de relaciones laborales de la empresa en 1976, la persona que sabía quiénes integraron las comisiones internas y con quién se reunían los trabajadores por reclamos gremiales. Ayer le tocó el turno a Müller y para hoy está convocado Héctor Francisco Sibilla, ex jefe de seguridad, uno de los hombres más recordados, militar retirado del Ejército que ascendió luego de los secuestros, contratado por la Embajada de Estados Unidos en seguridad hasta que se jubiló en 2004.

El lunes, Galárraga llegó al juzgado con dos abogados, se negó a declarar, pero sus representantes anunciaron que hará un descargo por escrito. En la indagatoria estuvieron la jueza y el fiscal Jorge Sica. Las querellas no pueden presenciar las indagatorias, pero, aun así, uno de los abogados pudo ver los dedos de Galárraga estampados en una ficha después de treinta y siete años, en una escena que también se convirtió en una marca.

“Esto es un avance para nosotros, sobre todo después de dos veces en las que se suspendió la indagatoria, y que hayan venido es un avance”, subrayó el abogado Tomás Ojea Quintana, en representación de los ex trabajadores. “Ahora la jueza tiene diez días para analizar el caso: puede procesarlo, sobreseer o declarar la falta de mérito”. Lo mismo sucede para el caso de Müller, que ayer se presentó en el juzgado, se negó a declarar y por último anunció que haría un descargo por escrito. Ahora bien, los plazos del procesamiento pueden ser más largos de acuerdo con la complejidad de las causas. En Jujuy, por ejemplo, luego de las indagatorias al empresario Carlos Blaquier y al gerente de recursos humanos de Ledesma, Alberto Lemos, los tiempos se extendieron de junio a noviembre porque todas las partes pidieron “ampliación de pruebas”. En este caso, sin embargo, el escenario parece distinto. Como dijo Ojea Quintana varias veces, el expediente Ford lleva cinco años con todas las pruebas necesarias reunidas y la espera de las indagatorias que acaban de concretarse. Eso es así desde que el expediente salió del juzgado de Daniel Rafecas y la fiscalía de Federico Delgado en Capital Federal y desembarcó en el siempre complejo escenario judicial de San Martín.

Vence, que asumió en diciembre de 2011, avanzó más que sus antecesores, que no hicieron nada. En 2012, ordenó una inspección ocular a la empresa, pedida también hacía años, y en diciembre ordenó las indagatorias. En la puerta del juzgado ayer hubo varios trabajadores y familiares. “Müller era uno de los gerentes de ahí”, dijo Degiusti. “Estaba enterado de todo, y en mi caso me sacan de adentro. Me llevaron del campo de deportes de la Ford, me tuvieron ahí, me torturaron durante horas y después me llevaron a la comisaría de Tigre, a Devoto y La Plata.” Degiusti estuvo nueve meses en total entre el período de comisaría y cárceles. Y el circuito lo repitió en general todo el resto: de los 25 secuestrados, 20 eran delegados y los otros cinco eran trabajadores que habían estado cerca del gremio o en las últimas marchas. A una parte la secuestraron adentro de la planta y a otra, en sus casas. Luego de varios meses de circuito de detenciones y desapariciones, todos quedaron en libertad: ésa es una de las claves de esta causa que, distinto de otras, cuenta con abundancia de pruebas. Degiusti cayó en la fábrica, el mismo día del golpe, y –en la hipótesis de los querellantes– a partir de listas negras que habían sido preparadas desde antes. Con él se llevaron al otro delegado del mismo sector, Jorge Constanzo. “La Ford en esa época era como la Embajada de Estados Unidos –dice–: no podías entrar a la Ford, pero permitieron que me detengan adentro del lugar de trabajo y me torturaron dentro de la Ford, en el quincho durante cuatro horas con el conocimiento de ellos.” En el sector comedor trabajaban unas 350 personas, que atendían a cuatro comedores de Pacheco en donde se desempeñaban unos 7000 trabajadores. Ahí “no había delegados, nosotros hicimos la campaña en el Smata y pasamos a ganar las afiliaciones del ciento por ciento de los compañeros; conseguimos en ese tiempo equiparar los sueldos con los del resto de los empleados de la Ford, así que un barrendero del comedor barría y cobraba lo mismo que el resto de la planta”. Entre sus compañeros, hubo a quienes sacaron a punta de pistola haciéndoles recorrer el interior de la fábrica. A él, en cambio, lo llamaron y lo esperaron en un pasillo. “Me sacaron afuera, estaban de civil, me dijeron que querían hablar conmigo. Salí a un pasillo y me detienen civiles primero y luego aparecen los uniformados, en un Falcon ponen al otro delegado Jorge Constanzo y de ahí nos llevan a los quinchos donde nos torturan. Müller era el jefe de la planta, y era terrible.”

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