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El país|Lunes, 22 de abril de 2013
La campaña de Héctor Baldassi en Córdoba en busca de una banca de diputado

El ex árbitro que juega para el PRO

Al igual que el ruralista Alfredo De Angeli, el cómico Miguel Del Sel y otras figuras del espectáculo y el deporte convocadas por Macri, Baldassi intenta posicionarse para las próximas elecciones legislativas.

Por Gustavo Veiga
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Héctor Baldassi, Carlos Melconian, Mauricio Macri y Miguel Del Sel.

Héctor Baldassi recorre Córdoba con unas cuantas frases cliché a mano (“uno tiene vocación de servicio”), el discurso sobre su referente ya masticado (“el proyecto es Mauricio Macri 2015”) y persuadido de que, si el experimento triunfa, él será diputado nacional en octubre próximo. El ex árbitro ya visitó tantas ciudades como canchas cuando dirigía partidos de fútbol. Vive en Salsipuedes aunque es de Río Ceballos, y en su lugar de residencia es tan famoso que hasta se venden propiedades por Internet con la leyenda “barrio Ariel, frente a la casa de Baldassi”. En la senda del cómico Miguel Del Sel, el ruralista Alfredo De Angeli y otros candidatos del PRO para las legislativas, el cordobés no deja de asistir a todo evento social, empresario, cultural y deportivo que se le presente.

El ex referí, considerado entre los mejores árbitros de su generación, cree que viaja sin escalas hacia la actividad partidaria con esa misma reputación. “Trazo un paralelismo con el arbitraje, fui justo y seguiré ese camino dentro de la política.” Lo dijo en el club Argentino de Bell Ville, cuando concurrió a la Fiesta Nacional de la Pelota de Fútbol. Esa localidad es un polo industrial donde el producto más famoso son sus balones cosidos a mano. Allí se fabricó el que fue utilizado en el Mundial ‘78, llamado Tango. En Jesús María se presentó con el jefe de Gobierno porteño en la Fiesta de la Doma y el Folklore y en Colonia Caroya participó en los festejos de la vendimia. Desde el verano, cuando se oficializó su candidatura, viaja de aquí para allá.

Baldassi no se cansa de decir que “confía mucho en Mauricio Macri” y que “en el PRO te dejan actuar”. De eso se trata: actuar a ser político. En la Armada Brancaleone de la que gusta rodearse el líder de derecha hay de todo: actores, deportistas, periodistas. Algunos aceptaron seguirlo apenas recibieron su propuesta, como Baldassi, el cómico santafesino –un pionero que ya participó en los comicios del 2011–, el entrerriano de la Federación Agraria, el comentarista de básquet Leandro Ginóbili (hermano de Emanuel) en Bahía Blanca y el ex piloto de automovilismo Eduardo Lalo Ramos en la provincia de Buenos Aires. Con Carlos “El Colorado” Mac Allister, ex futbolista de Boca, ya había una relación preexistente desde la época en que Macri presidía el club. Es su cara más famosa para la provincia de La Pampa.

El candidato con aspiraciones a ocupar la Casa Rosada, y prestidigitador de esa troupe que parece sacada de una comedia italiana, no descansa. Y en la búsqueda de un atajo para reemplazar lo que no tiene (cuadros políticos) seduce a famosos, aunque ya tuvo que asimilar respuestas negativas. El conductor radial Oscar González Oro le dijo que no en febrero a una candidatura a senador por la Ciudad de Buenos Aires; otros cordobeses como Baldassi, el basquetbolista Fabricio Oberto y el golfista Eduardo “Gato” Romero, por ahora se negaron también. Macri arma su equipo como si fuera un director técnico, aunque no se olvida de tener las encuestas de imagen a mano. El ex árbitro con pasado como funcionario en el gobierno menemista no necesita visibilidad. Ya la trae desde el fútbol. Pero casi nadie recuerda que trabajó con Eva Gatica en la Subsecretaría de Derechos Humanos y la Mujer.

En el estadio de Belgrano firmó autógrafos durante el último partido que el local le ganó a Quilmes. Al fin de cuentas, es su ambiente natural. Pero nunca fue habitué de las tertulias académicas, como la que compartió con el premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa, en la Universidad Católica de Córdoba. Allí, el 9 de abril, concurrió a la entrega del Doctorado Honoris Causa que recibió el peruano y dijo una frase de ocasión: “Lo admiro porque, además de ser uno de los escritores más reconocidos de este siglo, es un gran defensor de la libertad de prensa y la pluralidad de voces, dos valores tan necesarios en la Argentina de hoy”.

Baldassi es hijo de un sodero y una almacenera de Río Ceballos. Trabajó como metalúrgico en Buenos Aires antes de sumergirse de lleno en la carrera de árbitro y, ya en los primeros reportajes que le hacía el periodismo deportivo, le preguntaban si quería ser político. Algo insinuaba, como en una entrevista que le hicieron en el 2000: “Sueño con volver a mi pueblo cuando me retire. Allá veré. No sé si seré intendente, pero trataré de hacer algo por mi pueblo”. Por esa vocación temprana dice lo que dice ahora: “Siempre trabajé en política. A través del arbitraje quise llegar a lo máximo y hace más de un año di paso a la juventud, decidiendo dedicarme a la política. Uno tiene una vocación de servicio”.

En diciembre de 2011 se retiró de su actividad más conocida, por la que Macri lo convocó a formar parte de su proyecto. Lo hizo dirigiendo a Boca en un partido contra Banfield y el mismo día en que el equipo que dirigía Julio Falcioni se consagró campeón.

Baldassi todavía sigue despuntando en Radio Mitre Córdoba la costumbre más mundana del argentino promedio: hablar de fútbol. Es columnista del programa Paremos la pelota, pero los oyentes ya no lo escuchan como ex árbitro. Hoy es candidato a diputado nacional por Córdoba, como lo fue en el pasado, y por otras fuerzas de derecha, su ex colega Javier Castrilli, quien solía entusiasmar con su figura de referí inflexible a Domingo Cavallo.

Los periodistas ya no le preguntan al cordobés sobre un gol de dudosa legitimidad o un penal mal cobrado. Transformado en un outsider de la militancia política, se anima a responder sobre el campo, la agroindustria y cuestiones de nuestra economía doméstica. “La gente no puede salir a comprar”, afirma muy suelto. “Trabajaré para que lo bueno para Córdoba sea aprobado, y lo malo, desechado”, completa con una de sus frases predilectas en un paisaje de sierras que Baldassi explora como si fuera un boy scout del macrismo.

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