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“Es un acontecimiento importante en la medida en que vemos cómo cae la dictadura, un tipo de pensamiento. Su pensamiento era el más difícil de combatir porque estaba como iluminado: tenía un pensamiento religioso, mesiánico. Creía en lo que decía. Debatió hasta el final con lo que creía razones valederas. Los iluminados son un problema importante para el futuro. Desde otra perspectiva, la muerte no deja de ser un período final, mesiánico y harto peligroso, de una línea iniciada con el Juicio a las Juntas y el momento en que Néstor Kirchner bajó los cuadros. El problema que tenemos es que hay que estudiar muy bien este tipo de subjetividad: la de los mesiánicos que creen que están haciendo bien a la Patria con determinadas ideas. No solamente hay que combatirlos, que es lo que hicimos los que pudimos. Hay que tratar de entender de dónde surge el fascismo, esa micropolítica, que no viene del extranjero. Viene de acá: nosotros formamos estos monstruos, que siguen entre no- sotros. ¿Cómo puede ser que alguien se otorgue el derecho de 30 mil personas muertas? Son los fundadores del miedo. Hasta hoy el miedo existe. No a la dictadura, pero entre nosotros la gente no habla con total libertad. En un bar no hay mucho comentario, la gente está reservada. Cuando está protegida institucionalmente grita, pero en el ente cotidiano no existe una repercusión de un pensamiento critico-político. No hemos curado el miedo como factor interpersonal entre los argentinos. No hemos sacado la herencia terrorífica de estos monstruos militares. Hay gente que tiene miedo de explayarse, de decir lo que piensa. No hay miedo del Gobierno. La expresión se ve como una cosa peligrosa y mejor es mantenerse callado, reservado o meterse en una institución que hace una manifestación. Tenemos que estudiar la herencia del miedo que nos dejó la dictadura.”
“Repudio y me da terror que haya existido un ser –no puedo llamar humano– que no haya tenido el más mínimo arrepentimiento. Las muertes no se celebran, pero sí celebro que mi Estado haya hecho justicia con un hombre que ha traicionado los valores de todo un país.”
“Videla fue el símbolo más visible del terrorismo de Estado y de un poder político-económico oculto dispuesto a mantener sus privilegios a cualquier precio y a actuar sin límites. Fue representante de una Argentina que quedó atrás y que escribió uno de los capítulos más negros y más dolorosos de nuestra historia, donde los argentinos nos tuvimos que enfrentar a lo mejor y a lo peor de nosotros mismos. Su muerte, en sí misma, no significa nada. Cuando me enteré sobre su muerte, me pregunté si el mundo y Argentina estaban ahora más seguros. Y concluí que no. Argentina pasó a ser un lugar más seguro y distinto mucho antes, a partir de la aplicación de justicia sobre los genocidas. Que Videla estuviera confinado a una cárcel común, juzgado por crímenes de lesa humanidad, con 30 años de democracia ininterrumpida en el país, nos aleja cada vez más del autoritarismo, que subsiste como pequeñas parcelas con peso en el pasado, pero definitivamente débiles de cara a la construcción del futuro. Como sociedad, como argentinos, nos vivimos subestimando y criticando, pero también es necesario destacar que en los hechos estructurales hemos conseguido juzgar a los dictadores, convirtiéndonos en un ejemplo hacia el mundo.”
“Significa varias cosas. Primero, no celebro ni festejo ni le deseo la muerte a nadie. Me quedan muchos Videla en la cabeza. Me queda el Videla traidor del ’75, el Videla asesino de la dictadura, el Videla desafiante del primer juicio y de los indultos. Creo que hay un montón de Videlas que uno sigue teniendo en la cabeza, pero me queda la serenidad de que Videla se murió juzgado y en una cárcel. Eso me da mucha serenidad. Por otro lado, me parece que, en algún punto, el trabajo de las Madres, las Abuelas, los Hijos, los nietos restituidos le han quitado un poco de vida a Videla. Y eso me da mucha paz y me queda mucha tranquilidad que ese accionar le haya quitado un poco de vida a este hijo de puta. Y finalmente, me quedo con aquella imagen de Botín de guerra de Videla adentro de un celular absolutamente vencido y mirando para abajo. Y la verdad es que esa imagen de Videla en un celular y la sensación de que se muera en una cárcel común juzgado por la democracia me da una imagen de tranquilidad y una paz muy fuerte.”
“Videla es la referencia importante de un proceso dictatorial y de derecha, pero no inicial sino intermedia: se llega a él a través de un país realmente autoritario y de derecha. Videla no hubiera sido posible si no hubiese habido antes todo lo que existió como antecedente político. Nuestro país empezó a vivir un real intento de democracia cuando cayeron éstos, cuando empieza el gobierno de Alfonsín. Y la democracia aún no está cristalizada totalmente. La evidencia de esto son las discusiones, las luchas internas que hay hoy en la política argentina.”
“Murió un genocida, uno de los más grandes de la Argentina, un ser que yo también padecí en vida porque fui uno más de los argentinos que tuvo que soportar aquel período siniestro, tremendo. Vi y escuché distintos medios y recordaban discursos tremendos de él de la época de la dictadura. La huella tremenda, dolorosa, terrible que deja en este país sirve para que se reflexione alrededor de ese período y del futuro de la Argentina porque yo siento que hay sectores de nuestra sociedad, de nuestra clase política y sectores del empresariado que todavía tienen nostalgias o que anhelarían algún tipo, no digo gobiernos de esa naturaleza, pero sí que con algunos mecanismos cumpla los mismos objetivos para llevar adelante políticas económicas y sociales que sabemos a qué apuntan. Básicamente, la muerte de un ser de esta naturaleza sirve para reflexionar mucho sobre lo que pasó y fundamentalmente por el futuro.”
“Rescato que, por lo menos, Videla se haya muerto preso y en democracia. Lo lamentable es que con él se fue un montón de información útil. Uno no celebra ni se alegra por su muerte, pero lo que tengo claro es que el fallecimiento de Videla no lo lamento. Más allá de la información que se llevó y los delitos de lesa humanidad por los que se lo juzgó, el daño que le hizo a la sociedad argentina es irreparable. Uno puede encontrar consuelo porque fue juzgado, y sirve como ejemplo para otros países en los que esto no ocurrió, pero a los que nos cagó la vida directa o indirectamente, su muerte no causa ningún alivio. Creo que lo único bueno que hizo fue decir, hace poco tiempo, que lo peor que les pasó a ellos fue el kirchnerismo. La Argentina plantó una bandera en materia de derechos humanos.”
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