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Ante una guardia de honor, funcionarios y más de cien asistentes, la Embajada de Cuba le tributó ayer un homenaje póstumo a su diplomático desaparecido el 9 de agosto del ’76, durante la última dictadura, Jesús Cejas Arias. Sus restos aparecieron el 18 de abril pasado, 37 años después, en un tambor metálico de 200 litros cerca de la ruta 202, en San Fernando, como había ocurrido con su compañero Crescencio Galañena Hernández en junio de 2012. El Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) identificó a ambos, quienes estuvieron secuestrados en el centro clandestino de Automotores Orletti.
El secretario de Derechos Humanos de la Nación, Martín Fresneda, difundió un mensaje de la Presidenta, quien sumó su adhesión al significado que tiene la identificación de los dos diplomáticos cubanos y que los restos de ambos pudieran retornar a su país. También hablaron el secretario de Derechos Humanos bonaerense, Guido Carlotto; el embajador cubano, Jorge Lamadrid Mascaró, y Carlos Somigliana, del EAAF.
En la ceremonia también se leyó un poema de Verónica Patricia Rausín, la esposa de un hijo de desaparecidos que se había ilusionado con encontrar los restos de su padre en el mismo tambor donde apareció Cejas Arias. Este último tenía 22 años cuando un grupo de tareas se lo llevó junto a Galañena Hernández de una esquina frente a las Barrancas de Belgrano, a pasos de la embajada.
Sus restos permanecerán allí hasta el sábado, cuando serán trasladados a Cuba para ser recibidos con honores y llevados al cementerio de Pinar del Río. José Luis Méndez Méndez, jurista cubano, viajó en representación de la familia del funcionario diplomático desaparecido y le dijo a Página/12: “Este acto tiene una gran significación personal e histórica para mí. Con el hallazgo de Jesús se cierra una etapa, porque sus restos van a regresar a nuestra patria, lo que genera sentimientos encontrados. Por un lado está la felicidad de haberlos localizado, pero también la tristeza de que regrese de esta manera a Cuba. Esto es el resultado de la persistencia del trabajo de muchos compañeros y de la política de derechos humanos del gobierno argentino”.
El representante de los Cejas Arias es además autor del libro La Operación Cóndor contra Cuba, una investigación en la que está contenida la historia de los diplomáticos. Una historia que la dictadura intentó fraguar, al pretender dar una pista falsa sobre el destino final de las víctimas. Montó una operación para afirmar que ambos habían desertado del gobierno revolucionario. No prosperó, como lo demuestran los hechos.
En el homenaje estuvieron presentes los trabajadores de Vialidad Nacional que descubrieron el cuerpo de Cejas Arias. Son de la División Conservación del 1º Distrito Buenos Aires. Contaron cómo fue la búsqueda por orden del juez Daniel Rafecas: “Nosotros llevamos removidos unos 70 mil metros cúbicos de tierra en la zona cercana a la ruta 202, Ramal Tigre, frente al aeropuerto de Don Torcuato. El tambor de 200 litros donde estaban los restos del diplomático tenía un panal de abejas en su interior. No fue sencillo sacarlas”. El jefe del grupo y sus colaboradores se sumaron a la guardia de honor rotativa que se realizó junto a la urna y una fotografía de Cejas Arias.
La familia del joven diplomático cubano se reencontrará con él en su pueblo natal, Río Feo, de la provincia de Pinar del Río. Allí lo esperan sus padres, Miguel y Rosa, y sus ocho hermanos. Con una curiosidad: la madre alumbró tres pares de gemelos, de los cuales el desaparecido identificado por el EAAF y Teresa son los mayores. Todos integran una familia de campesinos en la que Jesús siempre se destacó como un muy buen estudiante, egresado de la Facultad Obrera Campesina. El 19 de agosto de 1975, después de haber ingresado al Ministerio de Relaciones Exteriores, Cejas Arias llegó a Buenos Aires, donde fue secuestrado cuando estaba a punto de cumplir un año de labor en la embajada. Ahora, 37 después, en ese mismo lugar estará disponible hasta el próximo viernes un libro de condolencias para quienes quieran firmarlo. Los restos de su compañero Galañena Hernández yacen en Cuba desde hace ocho meses, en el cementerio de Guanajay.
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