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El país|Domingo, 21 de julio de 2013
MITO Y VERDAD DEL BUEN ADMINISTRADOR SERGIO MASSA

La cotización del humo

Massa irrumpe con una imagen de buen administrador sustentada en técnicas de marketing y no en hechos comprobables. Las grandes reformas de Tigre fueron realizadas por su antecesor, el vecinalista Ricardo Ubieto, y sus indicadores sociales están por detrás de los de Insaurralde en Lomas de Zamora. Los principales logros de la Anses, como la moratoria previsional y la estatización de las AFJP, se realizaron en contra de su opinión.

Por Horacio Verbitsky
En casi todos los indicadores sociales Lomas de Zamora tiene mejores resultados que Tigre: en hogares con cloacas, 32 a 18 por ciento; en hogares con agua corriente, 98 a 64 por ciento; en hogares servidos por redes de gas, 68 a 55 por ciento; en hogares con necesidades básicas insatisfechas, 9 a 11 por ciento; en mortalidad infantil, 11,5 a 12,9 por ciento.

La aparición como candidato de Sergio Massa constituye un fenómeno político con escasos precedentes. A los 41 años se ha constituido en una de las principales ofertas parlamentarias de este año y se le asigna incluso una potencialidad nacional a partir de 2015. Quienes lo rodean como opción contra el kirchnerismo conforman un caldo muy de época: peronistas de distinto signo, radicales hartos del techo bajo partidario, náufragos del macrismo que buscan un tablón al que aferrarse ante la incapacidad partidaria de construir una opción propia más allá de Metrobusland, empresarios y sindicalistas con un hiperdesarrollado sentido de la oportunidad. La réplica desde el frente oficialista es que las cifras que los sociólogos electorales le asignan a Massa son la cima de la que sólo puede caer, dada la heterogeneidad de su público, con una gran porción de simpatizantes de la presidente CFK. La campaña oficial está dirigida a disipar esa confusión y perfilar al candidato propio, Martín Insaurralde, un perfecto desconocido adoptado en espejo con Ma-ssa: otro joven intendente reacio a las definiciones ideológicas sobre cuyo atildado look de clase media puedan proyectar sus deseos y fantasías los electores bonaerenses. En contraste con ambos jóvenes, Daniel Scioli parece un veterano militante nacional y popular, capaz de exhibir las cicatrices de una década de batallas, lo cual produce resquemor al interior de esa fuerza. Contra quienes celebran que CFK no le haya dejado otra opción que plegarse a su conducción en forma incondicional se alzan aquellos que consideran que el ex navegante no agrega nada que no esté ya alineado con el gobierno nacional y que en cambio genera confusión y lo fortalece como opción para 2015. Los primeros replican que para eso falta una eternidad y que ya llegará el momento de volver a apuntar hacia allí, pero que hoy la prioridad es enfrentar a Massa. Entretanto, Scioli y su superministro, el alcaide mayor penitenciario Ricardo Casal, han comenzado la por ahora silenciosa venganza contra el vicegobernador Gabriel Mariotto, denunciado por presuntas adulteraciones en el informe Candela, la investigación parlamentaria que demostró la complicidad de la policía de Scioli con las mafias del narcotráfico.

Transferido al justicialismo Massa formó parte del núcleo juvenil que adhirió con entusiasmo al menemismo, hasta que sus suegros, Fernando Galmarini y Marcela Durrieu, le abrieron la puerta de las distracciones de fin de semana del senador Eduardo Duhalde.

Aun si Massa fuera vencido por estrecha diferencia, quedaría instalado un escenario novedoso. Los cinco presidentes electos en las tres décadas de la joven democracia argentina llegaron a serlo al cabo de una larga trayectoria. Raúl Alfonsín había completado el cursus honorum del muy estructurado partido radical: concejal, diputado provincial y nacional, presidente del Comité bonaerense. Carlos Menem había gobernado dos veces su provincia y encabezado la denominada renovación peronista. Fernando de la Rúa obtuvo la única victoria radical de 1973 contra la oleada peronista; fue tres veces senador y el primer jefe de gobierno electo de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Néstor Kirchner gobernó cuatro años la intendencia de Río Gallegos y doce la provincia de Santa Cruz. Cristina había sido legisladora provincial, senadora y diputada nacional, y compartía las principales decisiones de su esposo. Todos tenían más de medio siglo de vida: 56 años Alfonsín, 59 Menem, 52 De la Rúa, 53 Kirchner, 54 su esposa. Massa, que en 2015 cumplirá 43, apenas ha sido director del sistema previsional, intendente de Tigre y fugaz jefe de gabinete de ministros de la Nación. Así y todo, ha logrado forjarse una imagen de buen administrador que sumada a un discurso insustancial que parecería una interesante estrategia de marketing si no lo practicara con tanta naturalidad, lo han inscripto en una carrera cuyos requisitos de admisión no son los que eran.

Paradojas

Vale la pena revisar la materia de que está hecho este sueño. De muy joven tuvo la originalidad de militar en el liberalismo alsogaraista pero reclutar votantes en las villas miseria de San Martín, las mayores de la provincia. Transferido al justicialismo formó parte del núcleo juvenil que adhirió con entusiasmo al menemismo, hasta que sus suegros, Fernando Galmarini y Marcela Durrieu, le abrieron la puerta de las distracciones de fin de semana del senador Eduardo Duhalde. Al quedar en forma interina a cargo del Poder Ejecutivo, Duhalde le encomendó la dirección ejecutiva de la Administración Nacional de la Seguridad Social, donde fue confirmado por Kirchner en 2003. El mayor logro de su gestión, la ley y el decreto que permitieron incorporar al sistema previsional a quienes tenían la edad de jubilarse pero no los aportes necesarios, se concretó en contra de la opinión de Massa. La propuesta fue elaborada por Amado Boudou y Sergio Chodos (actuales vicepresidente de la Nación y representante argentino ante el FMI). Massa cuestionaba esa jubilación anticipada a los 60 años para quienes debido al desguace del Estado y las privatizaciones no habían podido completar sus aportes, porque afirmaba que la ANSES se fundiría. La ley 25.994 tuvo vigencia desde diciembre de 2004, y el decreto 1451/06 la prorrogó hasta abril de 2007. La moratoria, que permitiría pagar lo adeudado con una baja tasa de interés no parecía practicable para una población desocupada o en condiciones de empleo muy precario, hasta que se admitió que fuera pagada en cuotas, que se descontarían del beneficio a recibir. El jubilado comenzaba a cobrar de inmediato, y de su ingreso se detraía una parte para cancelar su deuda. “Prueben. Si sale bien me subo. Si sale mal, es problema de ustedes”, concedió Massa a sus colaboradores. Salió bien, en dos jurisdicciones que sirvieron como prueba piloto: el municipio de la Costa de la provincia de Buenos Aires, donde Boudou había sido Secretario de Hacienda, y la provincia de Tucumán, donde la primera cuota la pagó el Estado. Así se incorporaron al sistema más de 2,5 millones de personas que hasta entonces estaban excluidas y la cobertura se acercó al 100 por ciento de la población con la edad requerida. Massa tampoco estuvo de acuerdo con la recuperación de los ahorros previsionales, que el menemismo había entregado a los bancos en 1993. En la biografía escrita por Sandra Russo, CFK cuenta que “por eso yo lo valoro tanto a Amado Boudou. Porque fue él el que vino a traerme esa idea. Era un feriado. Me llama Massa, que era el jefe de Gabinete. Massa tiene una cosa... Cuando algo lo supera, cuando se pone nervioso, se ríe sin parar, pero casi histéricamente, pobre, no puede parar de reírse. Ese día me llamó muerto de risa, me decía que estaba con Amado, que Amado se había vuelto loco y que querían comentarme una idea. Bueno, le dije, vengan. Fuimos a la Jefatura de Gabinete. Sí, era feriado. Porque llegaron de sport. Llegan los dos. Amado me dice, mientras Massa se sigue riendo: ‘Presidenta, el mundo no va a volver a ser lo que fue. Tenemos que ir por las AFJP’. Le pregunté cómo sería. Y empezó a desplegar hojas y hojas, a explicarme. Massa, muerto de risa. Le dije a Amado: ‘Me gusta, pero llamemos a Kirchner a ver qué opina’. Y ahí mismo lo llamamos y le pedimos que fuera a la Jefatura. Estábamos sentados a mi escritorio. Néstor vino y se paró detrás, en el medio, y Amado volvió a desplegar las hojas y a explicar el proyecto. En ese momento el Estado estaba pagando el 60 por ciento para que las AFJP cumplieran con el pago de las jubilaciones mínimas. Nunca me voy a olvidar ese momento. Néstor escuchó todo en silencio, y cuando Amado terminó de hablar, no dijo nada. Primero le extendió la mano, y mientras se la estrechaba le dijo: ‘Estoy totalmente de acuerdo’”. 

El mayor logro de su gestión en la Anses, la ley y el decreto que permitieron incorporar al sistema previsional a quienes tenían la edad de jubilarse pero no los aportes necesarios, se concretó en contra de la opinión de Massa. La propuesta fue elaborada por Amado Boudou y Sergio Chodos.

La risa nerviosa

La risa nerviosa tenía que ver con los acuerdos de Massa con periodistas, que recibían sobres de las AFJP, en pago por las notas generosas que le hacían al administrador. “Si esto se filtra, ya se que fuiste vos, que sos quien habla con los diarios”, le advirtió Kirchner, quien sabía de esas relaciones de Massa. El primer beneficio ostensible de la estatización del sistema jubilatorio fue la vuelta al Estado del enorme flujo mensual que la privatización derivó hacia el sistema financiero y que forzó el endeudamiento estatal para hacer frente a los compromisos mensuales, en lo que fue la quiebra programada de las finanzas públicas, caso único en el mundo. Pero junto con ese flujo se recuperó también el stock de deuda externa acumulado por las AFJP, que poseían acciones y obligaciones negociables de empresas, por no menos de 12.000 millones de dólares. Esto alivió al Tesoro y permitió la designación de directores por el Estado en las compañías emisoras que habían hecho esas colocaciones en las AFJP. Ese fue el momento elegido por Héctor Magnetto para declarar al diario británico Financial Times que el gobierno de Cristina “está entrando en una fase confiscatoria”. Uno de los hechos más notables y menos advertidos de este proceso es que ninguno de los bancos que administraban los fondos jubilatorios presentó el reclamo que les permitía la ley por inversiones no armortizadas, una tácita admisión de que habían hecho un negocio extraordinario y no habían cumplido con ninguna de las promesas que lo justificaron. Massa no sólo hablaba con periodistas. También había acordado con el director de relaciones externas del Grupo Clarín, Jorge Rendo, la emisión de dos series de obligaciones negociables de empresas fantasma, de 120 millones de dólares cada una, con las que el Grupo se proponía cumplir con la ley porteña que obligaba el soterramiento de los cables de Multicanal. Además les concedió una generosa moratoria para sus deudas impositivas. La ley 26.476, de diciembre de 2008, abrió durante seis meses la posibilidad de que los medios se acogieran a la regularización de deudas tributarias con magnánimas facilidades: 120 cuotas para pagar el capital adeudado, sin los intereses vencidos ni multas. A los diez años de cuotas se les cargaría sólo un interés del uno por ciento. “Estos siempre nos van a cuidar”, le argumentó Massa a Boudou. “A vos”, le respondió quien lo había sucedido al frente de la ANSES, cuando CFK designó a Massa en la jefatura de gabinete para reemplazar a Alberto Fernández. Ese nombramiento lo tomó tan de sorpresa como al resto del país. El 22 de julio de 2008, al terminar una reunión de trabajo Massa se despidió de sus colaboradores en la intendencia de Tigre, para la cual había sido electo seis meses antes, con una sentencia categórica: “De este gobierno hay que estar lo más lejos posible”. Habían pasado cinco días de la derrota de la resolución 125 en el Senado por la de-serción de varios senadores y en un editorial Clarín vaticinaba “una crisis de proporciones”. A la mañana siguiente Massa fue convocado a Olivos, donde recibió y aceptó el ofrecimiento. Esa gestión terminó el 7 de julio de 2009, una semana después de la derrota en las elecciones de medio término en la provincia de Buenos Aires, mientras en Tigre la mujer del jefe de gabinete, Malena Galmarini, se imponía con holgura. CFK designó al frente del Sistema Nacional de Medios Públicos a Tristán Bauer, quien le había presentado un proyecto de transmisión satelital gratuita al hogar, lo que hoy es la TDA. Massa se opuso y en la primera semana de julio de 2009, ambos sostuvieron una discusión muy fuerte sobre el tema a vistas y oídas de la presidente, quien les pidió que no elevaran el tono y se retiró. Bauer pensó que había llegado al final de su carrera como funcionario, pero a la mañana siguiente quien se enteró de que había sido relevado fue Massa, y tres semanas después se publicó en el Boletín Oficial el decreto 943 que autorizó al Sistema de Medios Públicos a instalar y operar el sistema de televisión satelital, con el que el gobierno se proponía competir con los cables del Grupo Clarín que defendía Massa.

Tristán Bauer había presentado un proyecto de transmisión satelital gratuita al hogar, lo que hoy es la TDA. Massa se opuso y ambos sostuvieron una discusión muy fuerte sobre el tema. A la mañana siguiente quien se enteró de que había sido relevado fue Massa.

La herencia

Massa reasumió entonces la intendencia de Tigre, a la que recién pudo acceder luego de la muerte del líder vecinalista Ricardo Ubieto, quien durante casi tres décadas, desde que lo designó la dictadura hasta su muerte en 2006, fue electo una y otra vez en reconocimiento por la transformación del casco urbano y las obras como el túnel para el cruce de las vías ferroviarias sobre la Ruta 197 que terminó con las grandes congestiones de tránsito. En la zona obrera circundante emprendió obras que pusieron fin a las

inundaciones que afectaban a la población pobre a ambos lados de la ruta. Por eso el corte de boleta lo favoreció incluso en las elecciones de 1987, cuando Antonio Cafiero fue electo gobernador, pero Ubieto venció al candidato justicialista en Tigre. A él se debieron las grandes obras de infraestructura, cloacas, agua potable y urbanización (incluido Nordelta), las reformas a los ingresos a Tigre y su casco céntrico y el paseo que embelleció la costa, desde la Avenida Cazón hasta el Tigre Hotel. Lo contrario ocurrió en el municipio de Lomas de Zamora, cuyas finanzas estaban devastadas por las sucesivas intendencias duhaldistas cuando Insaurralde se hizo cargo. El cotejo realizado por Martín Romeo en su #queruzoInvestiga es elocuente: en casi todos los indicadores sociales Lomas tiene mejores resultados que Tigre: en hogares con cloacas, 32 a 18 por ciento; en hogares con agua corriente, 98 a 64 por ciento; en hogares servidos por redes de gas 68 a 55 por ciento; en hogares con necesidades básicas insatisfechas, 9 a 11 por ciento; en mortalidad infantil, 11,5 a 12,9 por ciento. Tigre sólo prevalece en tasa de homicidios dolosos: tiene 7,4 sobre 100.000 habitantes, algo menos que los 8,6 de Tigre; y en jóvenes de 15 a 24 años que no trabajan ni estudian, están casi iguales: 21 por ciento en Tigre, 22 por ciento en Lomas. Es curioso que una campaña basada en la necesidad de elegir entre opuestos, aún no haya utilizado este contraste entre los dos administradores, que según Romeo se acentúa en el conjunto de las intendencias de cada bando.

Al ex intendente de Tigre Ricardo Ubieto se debieron las grandes obras de infraestructura, cloacas, agua potable y urbanización (incluido Nordelta), las reformas a los ingresos a Tigre y su casco céntrico y el paseo que embelleció la costa, desde la Avenida Cazón hasta el Tigre Hotel.

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