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El país|Lunes, 12 de agosto de 2013
De recorrida por Lomas de Zamora, donde gobierna Martín Insaurralde, y el Tigre de Sergio Massa

Donde los intendentes se plebiscitan

Algunos se fijan en las obras realizadas en los últimos tiempos en el municipio y en su vida cotidiana. Otros en la continuidad o el cambio con el gobierno nacional. Las biografías y las opiniones de los vecinos de los principales candidatos en la provincia.

Por Alejandra Dandan
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En Lomas de Zamora, Insaurralde es “Martín” y en Tigre ven a Massa como “un ser humano”.

La escuela Emilio Lamarca está ubicada en una de las fronteras internas de Lomas de Zamora, a dos cuadras de Camino Negro, puerta de entrada hacia las barriadas de Santa Marta y más allá La Salada. Once de la mañana. Algunos esperan en fila sobre la vereda. Entre quienes se acercan no están sólo los vecinos cercanos. Las escuelas van recibiendo votantes de acuerdo con los listados alfabéticos, con lo cual durante unas horas los territorios igualan en términos de ciudadanos a quienes logran cambiar un techo de chapa tras las últimas aguas con empleados de alguna transnacional. Martín Insaurralde es “Martín” en estas calles, como Sergio Massa es un “ser humano” en el Tigre. En las dos zonas la macropolítica se articuló ayer con lógicas de la vida doméstica.

Unos evaluaron y votaron enumerando “haceres” con una perspectiva donde la política los alcanzó en términos personales. Otros leyeron a los candidatos desde otro lugar, no importaba tanto si hicieron o no hicieron porque aparecían como representante de lo que querían o no querían cambiar.

Fanny Ramos y José Francisco Frías son parte de quienes construyen relatos en términos de ese “hacer” que les acercó lo político. El año pasado perdieron la casa con el tornado. Un día, “la hermana” de Insaurralde fue a golpearle la puerta, la municipalidad acercó materiales para rearmar el lugar en una historia que aparece rearmándose hace algunos años. “Antes andábamos mal, nadie tenía trabajo, ahora compramos zapatillas para los chicos, pagamos los útiles.” Esta mujer vio reproducido su espacio de trabajo en los últimos años. Limpia casas entre quienes “antes no tenían para traer a una persona y ahora hay veces que me piden los parientes, pero yo les digo que no puedo más días, les dedico un día especial a cada uno”. José Francisco, su marido, tiene trasplante de médula y una pensión leída en términos de “capital”. Tienen siete hijos. Los dos más grandes, de 23 y 22 años, hace diez años deambulaban por los calles de Lomas con un carrito ofreciéndose a cortar pasto de las casas. El de 23 ahora trabaja en la fábrica de zapatillas Gaelle; el de 22 en una carnicería. La de 19 años está casada, es ama de casa; su marido trabaja en Gaelle. Las de 16, 7 y 5 años van a la escuela. La familia pasó de una “lona” en un terreno ocupado a la casa de material.

–¿Qué esperas para el futuro?

–Hacer más grande mi casa. Más piezas porque somos muchos. Hacer nuestra casa para que el día de mañana por lo menos mis hijos tengan para vivir.

Poco más tarde, por la misma esquina se detiene una mujer: “Al señor intendente lo pongo allá arriba, en un pedestal, porque es el único intendente que ha hecho por nosotros”. Ester, una docente, advierte que está ahí para votar y aunque no da nombres aclara que tiene “necesidad de votar para provocar un cambio”. El “intendente” es muy bueno, pero bajó puntos con esto de las alianzas: “Es muy buen hombre Martín, el tema es que hay cosas que no comparto y otras que sí”.

Mario Ramírez es esposo de Diana Marisa Caliva, padres de Florencia Ramírez, de 14 años. Ellos vienen batallando en la escuela de su hija, donde le pidieron que busque una noticia sólo en el diario Clarín. “Yo no compro Clarín”, les dijo Florencia a los docentes. “Para mí es un día muy importante”, dice su madre. “Estamos también muy informados, mucho más que otras veces, antes no teníamos noción de nada siendo amas de casa.” En términos de voto, plantean una línea de continuidad entre “Martín” y “Cristina” al enumerar algunos. Mario estudió un oficio en las escuelas técnicas nocturnas, generaron un pequeño microemprendimiento, hacen instalaciones de aire acondicionado y heladeras y “logramos” mandar a sus dos hijas a hacer deportes que antes no podían: hockey y tenis.

Tigre blanco

Tres escenas en Tigre. Escuela Marcos Sastre, la escuela de la letra “G” y donde votó “Malena Galmarini”. A diferencia de Insaurralde, Massa aparece acá menos contado en términos personales y un poco más discutido o aprobado en términos de ruptura y continuidad.

María, docente, 47 años, dos hijos, está entre los que “ve mucho a favor”: “Massa es una persona como todos los seres humanos, con sus falencias, pero está haciendo cosas muy buenas”, y enumera: “Lo que pagamos en impuestos se ve, el espacio público está mucho mejor, aunque debo admitir que no voy al hospital público. Es una persona que participó del gobierno nacional, que en determinado momento dio un paso al costado y larga su propia carrera”.

Silvia, comerciante de aislaciones termoacústicas, es desconfiada pero pragmática: “Yo estoy muy contenta”, dice. “Lo importante es que hizo muchas obras, las rutas. Hace once años que vivo acá, el aumento que tuvo en infraestructura es muy importante.”

–Y a Massa, con estos cambios, ¿cómo lo ve?

–Como un careta, como que va para donde van las banderas, pero es, capaz, el único que le puede llegar a hacer frente. O no.

En la puerta de la Escuela Técnica 5 en el centro está Ave, 46 años, poncho verde sobre el cuerpo. ¿Cómo está? “Desilusionada”, salta. “Porque no cumplen lo que dicen.” Sobre cómo se piensa estos cambios de Massa, ella no le cree: “No se lo palpita”, dice. “No le creo más nada. ¡Es amigo de (Amado) Boudou! Y yo te digo: Tigre esta lindísimo, tiene muchos menos eventos de inseguridad que otras zonas, pero yo estoy con el campo.” ¿Votó a quién? “Voy por descarte; a quién no te lo digo.”

Momentos después sale Pablo, boina, poco más de 40 años, cuatro niños, escribano. No habla de cómo le va en términos económicos porque cree que no puede tomarse como parámetro de nada. Arranca enojado: “Acá hoy no elegimos nada, no estoy eligiendo ni senadores ni diputados, no estoy metiendo a nadie en el Congreso, me metieron en una interna que no elegí y si no era para que pierda el Gobierno, creo que ni votaba”. Ahí entra la figura de Massa. “Ahora sí (Massa) está en la oposición”, dice. “Los que vivimos acá lo vemos como un tipo fuerte, con decisión, no es un tipo débil, es un tipo bien peronista de la provincia de Buenos Aires”, dice.

No mucho más. Por suerte, aparece Nélida, 75 años. “La verdad que esto es una maravilla”, sale diciendo mientras baja los escalones. “Vengo con muchísimas ganas –explica–, primero porque creo en el modelo del país que tengo; Massa y lo que hace y su gente es en realidad continuador de algo que estaba, arrancó con una gestión empezada, tiene gestión pero ojo... ‘alguna’ gente se engancha.”

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