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Juan Carlos Blumberg quiere volver. El falso ingeniero se presenta como candidato a legislador por la lista Es Posible, de Alberto Rodríguez Saá. En diálogo con Página/12, la ex estrella de la mano dura dice que nunca habló con Rodríguez Saá, que quiso ser gobernador bonaerense, pero eso fue “hace muchos años” y ahora sus ambiciones son más moderadas. Blumberg propone hacer un registro de ADN con “todos los que pasen por una comisaría” y establecer un “servicio social” en los cuarteles militares para los jóvenes que no estudian ni trabajan. No parece advertir que, si llega a legislador porteño, le será difícil impulsar alguna de estas leyes desde una legislatura local. Tampoco que lo acompañan en la lista varias figuras del viejo Concejo Deliberante.
Hijo de lituanos y alemanes, Blumberg recuerda cómo los soldados soviéticos obligaron a sus abuelos maternos a cavar su propia fosa. Luego les quebraron las piernas y los fusilaron. El padre de Blumberg solía ponerlo de rodillas frente a una pared como forma de penitencia. A los ocho años, lo envió a trabajar como tornero en una fábrica. Su hijo, Axel, fue secuestrado y asesinado en marzo de 2004 y Blumberg se convirtió velozmente en el adalid del endurecimiento de las penas, con convocatorias multitudinarias. Lo tentaron rápidamente todas las figuras de derecha, de Mauricio Macri a Jorge Sobisch, pasando por Roberto Lavagna. Con la misma velocidad, lo abandonaron. Este diario informó que el título de ingeniero que detentaba en tarjetas y hasta en declaraciones judiciales era falso.
En 2007 fue candidato de Jorge Sobisch a gobernador bonaerense y sacó tan sólo el 2 por ciento. Culpó al armado de Sobisch e inclusive acusó a sus “compañeros” de quedarse con la plata para la campaña que les enviaba el entonces gobernador de Neuquén. Sin éxito en territorio bonaerense, Blumberg decidió probar suerte de este lado de la General Paz. Se presentó en las PASO por el partido El Movimiento. “Me vino a buscar el abogado Fabián Bergenfeld”, dice Blumberg. La lista no pasó el 1,5 por ciento y siguió en la espiral descendente: decidió ser candidato a legislador, pero ya no por El Movimiento, sino por el partido de Rodríguez Saá. “Ahí vino Tórtola, que de todo lo que prometió no puso nada”, se queja Blumberg. Carlos Tórtola fue vocero de los carapintadas en 1987, se ufanaba de ser amigo de Emilio Massera y formó parte de la SIDE con Juan Bautista Yofre.
“Vino gente del peronismo a buscarnos”, dice Blumberg sobre la lista que integra. ¿Son de Rodríguez Saá? “No me reuní con él. Ellos dieron el partido y nosotros lo estamos usando personalmente.” Lo acompaña la ex concejala de la Ucedé Patricia Siracusano, que estuvo involucrada en la causa por los “ñoquis” del viejo Concejo Deliberante porteño. Va tercera en la lista. También el peronista y amante de las obras de arte Raúl Padró, que fue sobreseído por el delito de defraudación en el Concejo porque el fiscal no apeló. Va segundo con Blumberg. Ambos son de la época en que José Manuel Pico comandaba el viejo Concejo Deliberante. “La primera pregunta que les hice fue: ‘¿Tienen los medios?’”, dice un Blumberg afeitado y con un traje nuevo que lleva el pin del Rotary Club.
“Acá lo que hace falta es orden. Cualquier loco corta la calle. En Suiza, andá a cortar: te cagan a palos”, dice Blumberg, quien remarca que hay que terminar con las tomas de colegios. “Esos vándalos que queman altares y orinan en la Iglesia”, se enoja. “Macri con la Policía Metropolitana es muy lerdo. Hay que presionarlo para que pida el traspaso de la Policía Federal. Nunca hizo una presentación judicial”, lo cuestiona. ¿Hace cuánto que no habla con Macri? “Hace rato –dice Blumberg–. Es un político. Yo tengo otra mentalidad. No voy para enriquecerme. La oposición tiene que actuar como controller.”
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