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El país|Domingo, 5 de enero de 2014
EL TITULAR DE LA UCR, ERNESTO SANZ, HABLA SOBRE LA ALIANZA CON EL FAP Y LA COALICION CIVICA

“Este es un acuerdo para gobernar la Argentina”

En diálogo con Página/12, el senador sostuvo que si el peronismo llega dividido a las presidenciales, entrarán en un ballottage en 2015. En febrero reunirán a todos los legisladores nacionales del frente. Y además reclamarán cambios en el sistema electoral.

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El titular de la UCR, Ernesto Sanz, anticipó su vocación de ser candidato a presidente.

El senador Ernesto Sanz está convencido de que quiere ser el principal candidato a presidente de la oposición en 2015. En ese marco, hace menos de un mes asumió por segunda vez como titular del Comité Nacional de la UCR y se trazó dos objetivos. Primero, articular un frente junto al Partido Socialista, la Coalición Cívica y el GEN, entre otras fuerzas no peronistas. Segundo, lograr la popularidad y la aprobación necesarias para ganar la primaria abierta y simultánea en la que ya están ubicados Julio Cobos, Hermes Binner y Elisa Carrió. En diálogo con Página/12, el senador mendocino anticipó que realizarán a principios de febrero un encuentro para juntar a los más de 80 legisladores nacionales de esas fuerzas y que pedirán cambios en las primarias. “El sistema electoral argentino es el peor de todos porque es un sistema rígido”, aseguró Sanz, quien puso como ejemplos Uruguay, donde las fórmulas presidenciales pueden integrarse después de la primaria, o el de Estados Unidos, en la que el que gana puede elegir su candidato a vice. Entusiasmado, avizora un escenario con el peronismo dividido, en el que el frente integrado por la UCR estará en el ballottage en 2015.

–¿Cuáles son sus objetivos como presidente de la UCR?

–El más importante, que lo anuncié cuando asumí y cuyos primeros pasos ya han dado algunos frutos, es la construcción de un espacio alternativo que nuclee a todo el ancho espacio de centroizquierda, del progresismo republicano, que fragmentado ha tenido el respaldo en las últimas 8 o 10 elecciones de más del 30 por ciento y que al haber estado disperso ha diluido su voto. Hoy más que nunca es necesario reconstruir ese espacio. Primero para que ese 30 por ciento no se frustre una vez más; segundo, porque depende de nosotros devolverle el equilibrio al sistema político, que perdió sobre todo después de la crisis de 2001, donde se reconstruyó solamente el oficialismo y no hay una contracara que dé alternancia, que genere expectativa de cambio. Nosotros somos los depositarios de ese desafío. Dentro de eso, el radicalismo tiene un papel más que preponderante porque ha demostrado que pese a todas las cosas que nos han pasado en los últimos años, seguimos siendo un partido con volumen territorial nacional, presencia parlamentaria, intendentes. Tenemos que ser, de alguna manera, el eje convocante.

–Se definen como fuerzas progresistas. ¿Qué entienden ustedes por eso?

–El progresismo hoy en Argentina tiene características quizá diferentes de las que tradicionalmente ha tenido. Significa devolverle un camino de progreso que lo aleje de la decadencia. Fundamentalmente la decadencia de la anomia, del no respeto por la ley, de la impunidad en el marco de la Justicia, de estar sometido a la discrecionalidad y la arbitrariedad y no tener reglas de juego. Ser progresista significa ir hacia un orden democrático.

–¿A qué se refiere con orden democrático?

–Sé que puede sonar áspero, que alguno puede sentir algún remezón, pero yo soy un defensor del orden democrático, un orden en el cual el Estado crea oportunidades y la sociedad las aprovecha. Las oportunidades son el principal antídoto contra la desigualdad social. El Estado es un gran equilibrador de injusticias sociales, pero todo con reglas de juego, con previsibilidad, armonía, en una democracia mucho más madura que la que estamos viviendo. Esa es la cara del progresismo que se viene.

–Desde el kirchnerismo se plantea que esa posición esconde el conflicto de intereses con sectores dominantes o concentrados....

–No soy un utópico o un ingenuo que cree que esto se puede hacer en un mundo ideal sin conflicto. Pero los conflictos en las democracias maduras y serias se resuelven también con reglas de juego y con la ley. Yo no admito que para resolver esos conflictos una facción tenga que apoderarse de la Justicia, del Estado, de las reglas y hacer las propias. Porque eso termina como termina hoy el kirchnerismo: en el fracaso. Creo que el sistema democrático permite resolver los conflictos de poder en favor de los más débiles, de la sociedad civil y no de los grupos corporativos, con la ley en la mano y con la Justicia realmente independiente y con un Estado fuerte, no arbitrario ni discrecional. Ese es un objetivo realizable. Si no caeríamos en que el progresismo sería kirchnerismo, pero honesto, y no estoy de acuerdo con eso.

–Habló de un Estado fuerte, que es una de las reivindicaciones del Gobierno...

(Interrumpe) –Esas son las cosas que el kirchnerismo reflota como logros de la década. Recuperar la autoridad de la política, del Estado, todas esas cuestiones han sido utilizadas de alguna manera correctamente en los dos o tres primeros años, luego totalmente desvirtuadas en el tiempo y ultimamente ya olvidadas por el fracaso de la gestión. Hoy no hay un Estado fuerte, sino desorientado, con nula capacidad de gestión. El Estado se mide en función de los resultados y no ha sido inteligente, sino bastante tonto. Las contradicciones del kirchnerismo han sido tremendas.

–Hace años que la UCR viene hablando de hacer un frente con fuerzas afines. ¿Por qué nunca se concreta?

–Nos hemos equivocado mucho y precisamente la intención es no volver a cometer esos errores. Y está muy bueno que aceptemos los errores. Nos hemos equivocado en haber hecho acuerdos más personales que de partidos. Hoy estamos haciendo acuerdos entre partidos. Esa es la foto del encuentro en Rosario. En segundo lugar, no hemos tenido reglas de juego, de funcionamiento y de salida en términos de candidaturas. Hoy ya hemos aceptado todos como regla de oro las primarias abiertas para definir candidaturas presidenciales al final del 2015. Eso resuelve un conflicto que se transformó en un obstáculo siempre. Ahora hay que resolver reglas para transitar la agenda parlamentaria común. Mirando hacia atrás hay muchas cosas que hicimos mal y que estamos dispuestos a corregir.

–En 2009 hicieron el Acuerdo Cívico y Social y se desintegró a los pocos meses. ¿Es una alianza electoral o va a perdurar más allá de una elección?

–Este es un acuerdo para gobernar la Argentina a partir de 2015. Es un acuerdo profundo en el que se pretende llegar al poder.

–¿Y si no gana se derrumba todo?

–No, no, no. Acá el antecedente es Santa Fe, que hace seis años gobierna un frente que no tiene fisuras.

–La más resistente siempre fue Carrió, que el año pasado hizo denuncias muy duras contra dirigentes de la UCR...

–En el encuentro de Rosario estuvieron Pablo Javkin, Fernando Sánchez y Maxi Ferraro, las tres personas que responden a la institucionalidad de la Coalición y que Carrió tiene a su lado. Los tres obtuvieron de ella el máximo respaldo. Además, ha dicho públicamente que con reglas de juego está dispuesta a compartir este espacio. Por otro lado, viene de una experiencia exitosa como fue Unen en la Ciudad de Buenos Aires. Por lo tanto, más allá de lo que haya sucedido en el pasado, es mucho más alentador esta perspectiva hacia adelante.

–Van a tener que elegir candidatos a vice antes de competir en las primarias, ¿ya tienen alguna idea para resolver eso?

–Esa es una de las cosas que hablamos. El sistema electoral argentino es el peor de todos porque es un sistema rígido. Los otros antecedentes que hay en el mundo son sistemas flexibles. Por ejemplo, Uruguay permite la integración de fórmulas después de las PASO. En Estados Unidos solamente se pone en juego el presidente y después éste elige el vice. Cualquiera de ésos es mejor que el rígido nuestro. Vamos a tratar de influir en una reforma electoral para que pasemos a un sistema flexible. Más allá de nuestras propias necesidades, el sistema no es bueno porque no favorece la política de alianzas.

–¿Cómo ve el escenario político de cara al 2015?

–Me parece que nos encaminamos hacia un escenario de tres protagonistas, más allá de lo cuantitativo de cada uno. Va a haber una oferta del oficialismo, que no sé quién la podrá encabezar, pero es una oferta del kirchnerismo puro. Una oferta del peronismo disidente, que hoy encabeza Massa y una oferta nuestra. En el camino, Macri tiene más posibilidades de integrarse a los del PJ disidente que a otra cosa. No lo veo construyendo una cuarta opción porque se chocan las construcciones nacionales con Massa. Es evidente que ahí disputan el mismo espacio. Si eso es así, tenemos la íntima convicción de que estamos en un ballotage en el 2015.

–¿Macri no puede terminar compitiendo en una primaria con ustedes?

–En principio, no lo veo. Además, a nosotros lo que nos interesa es el electorado de la Capital que hace tiempo votaba al radicalismo y después se fue con Macri. Hoy lo que veo es una consolidación del espacio que se reunió en Rosario, más Pino Solanas, a quien vamos a convocar.

–Primero el macrismo y ahora también Massa busca sumar dirigentes radicales. ¿Qué le parece esa actitud?

–Esa es una práctica kirchnerista que fracasó y que solamente encuentra eco en algún reincidente. No le damos ninguna importancia en el partido. Solamente se prenden algunos. Ellos tendrán que explicar eso, no nosotros.

–¿Van a ser expulsados del partido?

–No. De ninguna manera. El radicalismo tiene cosas mucho más importantes que hacer que dedicarse a eso.

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