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El país|Sábado, 12 de abril de 2014
VARIOS INTEGRANTES DEL GABINETE NACIONAL SALIERON A RATIFICAR EL RUMBO DEL GOBIERNO Y LE APUNTARON A LA PROTESTA

Lluvia de críticas para el paro opositor

“Incongruente”, “minoritaria” y “distorsionada por la realidad” fueron algunos de los calificativos que los funcionarios le dedicaron a la huelga del jueves. Sostuvieron que el Gobierno no modificará “ni un ápice” sus políticas.

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El jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, consideró que la protesta planteó una agenda “desvirtuada por la realidad”.

El gobierno nacional no va a modificar “ni un ápice la dirección” de sus políticas luego del paro llevado a cabo el jueves por las centrales obreras opositoras, aseveró ayer el ministro de Trabajo, Carlos Tomada, uno de los muchos funcionarios y dirigentes oficialistas que condenaron la medida de fuerza por considerarla “incongruente”, “minoritaria” y “sobredimensionada”. En ese sentido, se manifestaron además el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich; los ministros Agustín Rossi (Defensa), Julio De Vido (Planificación) y Florencio Randazzo (Interior y Transporte), quien además efectivizó la quita de subsidios a las empresas de colectivos que no prestaron servicio (ver recuadro). Otros dirigentes como el senador Aníbal Fernández, el titular de la CTA, Hugo Yasky, y el jefe del bloque de legisladores bonaerenses del FpV, Fernando “Chino” Navarro, también cuestionaron la protesta.

“Creo que fue un día donde determinadas circunstancias generaron una fuerte impresión de paro. Digo impresión porque es muy difícil evaluar el impacto por la forma en que se le dio, con todo ese debate alrededor de los piquetes”, sostuvo Tomada, quien sin embargo reconoció que “el paro del transporte fue muy fuerte” en la zona metropolitana de Buenos Aires, aunque “dispar en todo el país”. El ministro de Trabajo sostuvo que “haber hecho un paro con pretensión de paro general y por reivindicaciones que son las mismas por las que trabaja el gobierno nacional, por lo menos, tiene algún grado de incongruencia”, por lo que la huelga “no modifica ni un ápice la dirección en la que va el Gobierno”.

Por su parte, Capitanich señaló que la huelga ha “planteado una agenda de temas que están desvirtuados por la realidad”, ya que “el Salario Vital y Móvil” en la Argentina “es el más grande de América latina” y la desocupación cayó en una década del 24,3 por ciento al 6,4 por ciento. En el mismo sentido se manifestó el ministro de Planificación Federal, Julio De Vido, quien sostuvo que la protesta “denota la impotencia de algunos sectores” que no pueden imponer su agenda mediante los votos.

En tanto, su par de la cartera de Defensa opinó que “fue un paro que tuvo un efecto político sobredimensionado por la falta de transporte y por los piquetes” con “una agenda de reclamos absolutamente difusa”, que debe discutirse en el ámbito de las paritarias. “Cuando paraba Ubaldini en la década del ’80, paraba el ciento por ciento de los sindicatos. Ahora, un paro decretado por un grupo minoritario de gremios, en donde los más importantes no adhirieron y llamaron a su gente a presentarse a trabajar, generó un efecto que estuvo sobredimensionado por dos hechos: el transporte y los piquetes”, señaló Rossi.

“No sé qué proyecto en común puede salir de esa mezcla. Son fuerzas muy heterogéneas que muy difícilmente puedan coincidir más que alrededor de tres o cuatro consignas vacías”, dijo por su parte Yasky en declaraciones radiales. Para el dirigente, el paro “fue simplemente una demostración de fuerza de un sector que venía desde hace tiempo intentando una pulseada dentro de la CGT y tratando de sostener una propuesta de reagrupamiento del movimiento sindical con vistas a 2015”.

En tanto, el senador Fernández sostuvo que el del jueves no fue un paro general, sino “un paro de transporte” en el que “la gente no pudo trabajar porque no pudo ir” y que “los taxis que se movieron sufrieron montones de demostraciones de violencia a las cuales la Argentina no tiene que aceptar”. Por último, el Chino Navarro calificó la medida como “paro dominguero”, en el que no se vieron incorporados “los pedidos de los trabajadores”, sino los intereses de Barrionuevo y los de la mesa de Massa Presidente.

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