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El país|Sábado, 17 de mayo de 2014
LOS OBISPOS SALIERON A CRITICAR A LOS MEDIOS OPOSITORES POR LA FORMA EN QUE INTERPRETAN EL DOCUMENTO DEL EPISCOPADO

“Esos datos no son reales y condicionan”

Cada vez en voz más alta, las autoridades de la Conferencia Episcopal vienen expresando sus quejas por el recorte que se hace de su documento. El arzobispo Fernández desmintió datos publicados el jueves en La Nación.

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El titular de la Pastoral Social, Jorge Lozano, y el vocero y el presidente de la Conferencia Episcopal, Jorge Oesterheld y José María Arancedo.

Los obispos católicos renovaron las críticas a algunos medios por la forma en la que editaron el documento Felices los que trabajan por la paz, que la Conferencia Episcopal emitió la semana pasada. De acuerdo con los obispos, estos diarios sacaron de contexto las frases sobre la violencia en la sociedad, de manera que pareciera que iban dirigidas contra el Gobierno. Esa interpretación provocó luego una frase de respuesta de la presidenta Cristina Kirchner. Ayer, el arzobispo y rector de la Universidad Católica Argentina (UCA), Víctor Fernández, incluso marcó que una nota de la edición del jueves del diario La Nación publicó datos falsos, como que el arzobispo auxiliar de La Plata, Nicolás Baisi, había participado de la elaboración del documento y que 17 obispos habían votado en contra de su aprobación, por lo que especulaba sobre una división interna. Fernández aseguró que el documento no tuvo ningún voto en contra, algo que ocurre pocas veces. “Vemos cómo la información se transforma a veces en una guerra para determinados propósitos”, concluyó el arzobispo.

Fernández ya había adelantado su opinión en una columna el martes pasado en Página/12 con el título “La violencia de no saber leer”, en la que explicaba que el objetivo de los obispos había sido el de alertar sobre la violencia en toda la sociedad, evitando poner excesivo acento en la inseguridad y, por ende, en la responsabilidad del Gobierno. Consideró que al otro día “todos mutilaron el documento”, al extraer únicamente la frase en la que se hablaba de la inseguridad. El sábado pasado, durante el acto homenaje al padre Mugica, la Presidenta respondió a esa interpretación al reclamar que “nadie permita dividir al pueblo de Dios”.

La situación venía a poner una mancha en la relación entre el Gobierno y la Iglesia argentina, que atraviesa tal vez su mejor momento. El jueves, tanto el Gobierno como los obispos se movieron rápido y armaron una reunión para reencauzar el vínculo.

Por eso, ayer, el arzobispo Fernández y el presidente de la Pastoral Social, Jorge Lozano, volvieron a apuntarles a los medios por la interpretación que le seguían dando al documento y a lo que había ocurrido durante las deliberaciones del Episcopado. Fernández explicó que la conclusión a la que habían llegado los obispos era que en realidad Argentina estaba enferma de violencia porque el mundo está enfermo de violencia por culpa del “individualismo global”. Recordó, por ejemplo, el caso de los linchamientos a ladrones que se produjeron semanas atrás. “Me molestó que lo que trascendió no trasmitía la intención del Episcopado. Se parcializa la realidad. Se toma una parte y se la utiliza como clave de interpretación del todo”, subrayó.

Fernández se refirió a la nota que el columnista Carlos Pagni publicó el jueves en La Nación, curiosamente un diario que siempre tuvo una excelente relación con la cúpula eclesiástica. “Yo vi una nota de ayer que decía, por ejemplo, que un determinado obispo había participado de la redacción y no es cierto. Tengo cien obispos testigos que te pueden decir que eso no es cierto”, aseguró Fernández en diálogo con Mañana Sylvestre, por Radio Del Plata.

El obispo en cuestión es Nicolás Baisi, muy cercano al ultraconservador arzobispo de La Plata Héctor Aguer, quien durante años mantuvo una sorda pulseada con Jorge Bergoglio por la conducción de la Iglesia. De acuerdo con el artículo, Baisi se habría comunicado con el Papa para consultarlo en base a una versión preliminar del documento, que por entonces se llamaba Una Argentina enferma de violencia. Y que en un llamado posterior realizado por el auxiliar de Buenos Aires, Joaquín Sucunza –definido allí como “íntimo” del Papa–, Francisco pidió que le cambiaran el título por otro más optimista. Que, entonces, 17 obispos votaron luego en contra del documento con nuevo título, incluyendo al propio Sucunza. Por lo que el columnista se preguntaba si no habría surgido una corriente de obispos dispuestos a hacerle frente a Bergoglio debido a sus gestos amistosos hacia el Gobierno. U otra posibilidad, que fuera el propio Papa quien hubiera dado el visto bueno al grupo opositor, autorizando “dos líneas de acción frente al Gobierno, a lo Perón”.

Semejantes especulaciones vinieron a quedar en la nada cuando Fernández reveló ayer que “el documento no tuvo ni un voto en contra, ni siquiera una abstención, que es una cosa insólita y sucedió muy pocas veces en la historia de la Conferencia Episcopal”. Para Fernández, “el problema es que esos datos que no son reales condicionan las conclusiones y condicionan la interpretación de las cosas”. Explicó que tampoco era cierta esa imagen del Papa diciéndoles a los obispos lo que tenían que hacer. “No dice ‘hagan un documento sobre este tema’ o ‘digan aquello’. Siempre tuvo un inmenso respeto”, agregó.

En tanto, Jorge Lozano marcó que “el modo de titular en algunos medios el sábado a la mañana parecía como si fuera un documento en contra del Gobierno, cuando ese no era el ánimo ni de los obispos ni del texto del documento”. El también obispo de Gualeguaychú opinó que “el rol de los medios de comunicación es muy importante para informar lo que acontece, pero sin cargar las tintas ni generar humores sociales que lleven al desencuentro y a generar situaciones más allá de informar lo que sucede”.

Al ser consultado sobre la reunión de la cúpula del Episcopado encabezada por José María Arancedo con CFK, dijo que “los obispos le comentaron acerca de la descripción que nosotros hacemos de la realidad, que señalamos una sociedad que padece de estos síntomas de violencia en la cual nosotros mismos nos hacemos cargo”, explicó, y agregó: “No estamos señalando con el dedo desde afuera, sino como parte de esta sociedad”.

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