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El país|Viernes, 5 de septiembre de 2003
LOS “SENATRUCHOS” EN EL JUICIO A MOLINE O’CONNOR

Muy parecido a un complot

En la madrugada de ayer, cuando se leían los cargos contra el cortesano, dos jóvenes que trabajan con un asesor del senador Salvatori entraron al recinto; uno se sentó en una banca. Luego fue detenido. En Gobierno creen que fue adrede para perjudicar el proceso. Los hechos. La denuncia.

Por Felipe Yapur
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La senadora Cristina Kirchner cruzó duramente a Salvatori, quien terminó reconociendo a los intrusos.
En el principio fue la suspensión de la sesión de la semana pasada, donde debía comenzar en el Senado el juicio político a Eduardo Moliné O’Connor. Luego llegó el turno de los sospechosos argumentos esgrimidos por el senador radical Raúl Baglini –apoyado por su bloque y el riojano Eduardo Menem– para excusarse de integrar el tribunal y que resultaron similares a los esgrimidos por la defensa cuando solicitó la nulidad de todo el proceso. El final corrió por cuenta del joven que ingresó al recinto de la mano de un asesor del neuquino Pedro Salvatori durante la madrugada de ayer y que se sentó en una banca mientras se leía la acusación contra el supremo tenista. Para el gobierno de Néstor Kirchner estos hechos están conectados: “Estamos frente a un pacto de Olivos residual entre menemistas, radicales y de los partidos provinciales, y ayer nos quisieron plantar un senador trucho para perjudicar el proceso”, aseguró a este diario un alto funcionario de la Rosada. Mucho más cauteloso, el jefe de los senadores del PJ, Miguel Pichetto, prefirió decir que “no suponemos intenciones, analizamos hechos que hay que investigar”.
- Préstame tu banca, senador. El último suceso comenzó cerca de las 2.30 cuando el diputado justicialista Ricardo Falú ahondaba en los detalles de la acusación contra el cortesano. Por la puerta de la derecha del recinto, Juan Pablo Flores, asesor de Salvatori, ingresó acompañado de Pablo Bustamante y Ezequiel Aldana. Este último se quedó parado al lado de la puerta, mientras que Bustamante caminó unos pasos. Cuando llegó al lado de la banca que suele utilizar Walter, se detuvo unos segundos. Y sin más se sentó. El prosecretario parlamentario de la Cámara, Juan José Canals, advirtió lo que sucedía. Se levantó de su asiento y lo obligó a levantarse. Bustamante pidió disculpas, pero no se retiró. Tras permanecer unos segundos en una silla destinada a colaboradores, regresó hasta donde estaba Aldana. Ambos se abrazaron y se felicitaron. Las risas molestaron a la frepasista Diana Conti, que les pidió silencio. Como la ignoraron, Conti les advirtió que los podía hacer retirar: “Animate”, fue la respuesta. En ese momento, Canals volvió a aparecer, primero les preguntó quiénes eran. Aldana, con tono socarrón, le dijo: “Nadie”. El funcionario les mostró la salida, pero se sorprendió cuando Aldana reaccionó diciéndole: “No me toqués”. Poco después quedó detenido, mientras Bustamante se retiró tras identificarse y asegurar que era asesor de Salvatori. Una condición que el legislador neuquino negó ante Canals.
- No, sí, no. La sesión había terminado. Los senadores ya habían salido eyectados de sus bancas. Habían transcurrido poco más de 12 horas de debate y sólo quedaban en el recinto Cristina Kirchner, su colega santacruceño Nicolás Fernández y unos metros más atrás, Salvatori. Kirchner no lo dudó y le pidió explicaciones. Titubeando y visiblemente nervioso, Salvatori dijo que había que “investigar hasta las últimas consecuencias”, pero luego sorprendió al elaborar en pocos minutos tres versiones diferentes de lo ocurrido. Primero negó que Bustamante y Aldana fueran asesores suyos. Segundos después balbuceó la posibilidad de que ambos pertenecieran a una consultora que trabaja con el gobernador neuquino Jorge Sobisch, de buena relación con el menemismo. A su lado estaba un tembloroso Flores, quien terminó por reconocer que los conocía, que eran estudiantes de Ciencias Políticas de la Universidad del Salvador y que Bustamante se equivocó al sentarse. Mientras Flores hablaba, Salvatori asentía nervioso. Curiosamente, durante la tarde de ayer, Flores presentó una nota donde explicó lo sucedido, pero esta vez aseguró que Bustamante sólo “intentó” sentarse en la banca.
- Las tesis en el Senado. Tanto los senadores provinciales Ricardo Gómez Diez (Renovador de Salta) como Walter aseguraron que no se puede hablar de complot. “Simplemente falló la seguridad. Esto pasa por darle esta responsabilidad a familiares y no a personas idóneas.” Los legisladores apuntaron así al jefe de la seguridad, Alberto Rodríguez, quien es cuñado de la senadora Mabel Müller.
El justicialista Pichetto, en cambio, se cuida de avanzar en una teoría conspirativa, pero no la desecha. Aseguró que no es un hecho insignificante: “No es ni parecido al diputrucho de los ‘90, pero igual hay que investigar. No creo en las ingenuidades. Creo que el asesor de Salvatori tiene una responsabilidad terminal”. Sostuvo que el juicio no se vio afectado porque la aparición del senatrucho ocurrió luego de que se produjeran las votaciones durante la sesión: “Votamos en forma nominal y por lo tanto no se produjeron hechos anómalos que puedan generar pedidos de nulidad”. El legislador rionegrino advirtió que ya se abrió un sumario administrativo y que derivará en una segura denuncia penal. El radicalismo, en tanto, permaneció en silencio.
- La tesis en la Rosada. En el Gobierno no dudan. Consideran que hay demasiados elementos que le dan cuerpo a la tesis del pacto de Olivos residual. Ayer, desde temprano, el Presidente y sus colaboradores analizaron con detenimiento lo sucedido. Miraron con atención lo ocurrido durante la madrugada, cuando Bustamante ocupó la banca del tucumano Walter. “Nos quisieron perjudicar el juicio político a Moliné, pero logramos neutralizarlo”, advirtió a este diario un funcionario que suele ingresar sin golpear al despacho presidencial.
Para el Ejecutivo, la tesis del complot terminó por confirmarse con la aparición de este senador trucho; había comenzado a delinearse con la suspensión de la sesión de la semana pasada, cuando radicales y provinciales no ocuparon sus bancas. El segundo eslabón fue la excusación solicitada por Baglini. Los argumentos esgrimidos por el mendocino, de notable parecido con los que utilizó la defensa de Moliné para recusar a los senadores que son abogados, abre la puerta para que la estrategia del supremo se concrete. El apoyo que Baglini recibió de provinciales y menemistas despejó cualquier duda en la Rosada. No desdeñan la posibilidad de que la actitud de los senadores radicales oculte la secreta esperanza de que el “entorpecimiento” del proceso a Moliné les permita posicionarse para “negociar” el nombre de su reemplazante. “Se equivocan porque ya no corre más el toma y daca al que están acostumbrados”, afirmaron en Gobierno.
- La denuncia. Uno de los más sorprendidos por la aparición del senatrucho fue el vicepresidente Daniel Scioli. Como primera medida, éste ordenó abrir un sumario para deslindar responsabilidades. Sin embargo, ayer el Presidente le “recomendó” que no pierda tiempo y denuncie penalmente lo sucedido. Scioli prevé tener listo para hoy el informe y con él realizará la denuncia que le recomendaron.

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