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El país|Miércoles, 6 de agosto de 2014
Claudia Carlotto cuenta cómo fue su diálogo con Guido y transmitirle la verdad sobre su origen

“Sos el nieto de Estela, sos mi sobrino”

En esta entrevista con Página/12, la titular de la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad dice que tuvo que contarle la noticia a Guido por teléfono para que no se enterara por los medios. “El está feliz, pero necesita tiempo”, asegura.

Por Alejandra Dandan
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“No hay que bajar los brazos... Esto no lo hubiéramos podido resolver de manera individual nunca.”

Claudia Carlotto es titular de la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (Conadi). Habitualmente se encarga de comunicar los resultados de los análisis genéticos a muchos de los que se acercan a Abuelas de Plaza de Mayo en busca de datos sobre su identidad. Ayer, ese procedimiento varió: “Tengo que decirte además que sos Carlotto, que sos el nieto de Estela, que sos mi sobrino, en realidad”, le dijo como pudo a quien estaba del otro lado de la línea, el hijo de su hermana Laura, Guido, que se había acercado a Abuelas y a quien acababan de encontrar luego de 36 años.

Claudia ahora está en la casa de Abuelas. Acaba de terminar la conferencia de prensa en la que Estela de Carlotto dio a conocer que encontró a su nieto. “Esta es la casa de la alegría”, dice Claudia. Busca “un lugar donde haya un poco de silencio” para poder hablar, pero –dice– “¡no hay un lugar así, toda la casa de Abuelas, la calle, todo está lleno de gente!”.

–¿Cómo supieron la noticia?

–El se presentó hace menos de un mes en Abuelas y Abuelas lo derivó a Conadi, como se hace habitualmente cuando un chico quiere saber sus orígenes. Noso-tros tenemos como ocho mil casos, no era un caso que particularmente despertara una sospecha en especial, una idea de que pudiera ser hijo de desaparecidos. Sí la fecha de nacimiento, y cosas así. Pero se presenta y realiza el examen de ADN el 24 de julio. Hace muy poquito. El resultado del examen estuvo hoy (por ayer). Y según el procedimiento que corresponde hacer cuando se hace una presentación espontánea, el Banco Genético gira una copia del informe a la Conadi y generalmente soy yo quien informa de la novedad. Prácticamente en todos los casos en los que no se abre una vía judicial, los informo yo. Justo en este caso la directora actual del Banco no informó a la Conadi, sino al juzgado de (María Romilda) Servini de Cubría porque había una causa abierta desde hacía muchos años. Así que se lo gira al juzgado. Servini cita a mi mamá sin decirle para qué y le da la noticia a ella sola. Mi mamá me llama desde el juzgado y yo lo que hago es pedirle por favor a la jueza que no le diga nada a él porque, precisamente, él había venido a Abuelas y a la Conadi porque no quería ir a recibir esto a un juzgado. Entonces nos vinimos para acá (a Abuelas) y llamé y le informé por teléfono los resultados del ADN, cosa que jamás hago, visto y considerando que Servini de Cubría dio la información sobre la filiación actual del chico. Me apuré para que no se enterara por televisión. Hay un montón de información dando vueltas como jamás se vio en ninguno de los casos. Jamás salió de Abuelas. Está su foto, su nombre, dónde vive...

–Es cierto que están todos sus datos.

–Y esto no salió de Abuelas, sino del juzgado. Iniciaremos sobre esto acciones legales porque es una barbaridad y va en contra del respeto que merece él y que merecemos nosotros, que hemos sido tan cuidadosos con esta situación. Esto es lo único que me tiene como angustiada, porque no quiero que los medios lo hostiguen y persigan, tiene que hacer un proceso y tomar su tiempo.

–¿Cómo fue el diálogo con él?

–Mi conversación con él fue afable. Pidió un rato, por supuesto, para procesar todo, pero se ve que ni lo tuvo porque al rato ya me avisó que había tenido que apagar su celular porque todo el mundo sabía. Y a partir de ahí me comunico con el celular de su compañera. Me mandó un mensaje diciéndome que estaba muy feliz y que en breve nos comunicábamos para ver lo del encuentro. Pero esto se tiene que apagar un poquito para que pueda procesarlo con privacidad, más allá de que estamos todos contentos y nos encanta compartir. A nosotros nos encanta compartir que hace 35 años que estamos buscando, ¡pero él no tiene por qué sentir lo mismo!

–Volvamos a la primera charla. ¿Qué le dijiste?

–Lo llamé por teléfono al celular que dejó en su legajo y, como cada vez que llamo a un chico y lo cito por algo así, me presenté, le dije que era Claudia Carlotto, coordinadora de la Conadi. Le dije que él se había presentado. Me dijo “sí me acuerdo”. “Yo te llamo porque ya llegaron los resultados y sos hijo de personas desa-parecidas. Dio positivo el examen.” Y se asombró bastante. “Además tengo que decirte que sos Carlotto, que sos el nieto de Estela, que sos mi sobrino, en realidad.” El se reía. Fue como un balde de agua, estaba bien contento, como diciendo “Ay, por Dios, dejame procesar todo esto”. Y me dijo: “Mi mujer me dijo que yo era parecido a Estela, pero bueno, esto nunca se sabe”. Yo le dije que se tome todo el tiempo que necesite, que nosotros lo queríamos muchísimo. Que teníamos toda la paciencia del mundo y que cuando él quisiera nos encontrábamos. Que nos dijera cómo, dónde y se tomara su tiempo. Y le dije por qué había tenido que llamarlo por teléfono y decirle semejante noticia así. “Mirá, yo nunca hago esto –le dije–, estas cosas las hablo en persona, pero como sé que se filtró información y no fuimos nosotros, no quiero que te enteres por la televisión.” Y a los 20 minutos sus datos ya estaban en todos los canales, pero no tienen la culpa los canales, porque buscan la noticia, sino quien da la información.

–Normalmente los medios respetan este silencio, pero acá parece haber además una curiosidad hasta legítima, de un caso que todo el mundo siente propio.

–Yo entiendo, pero pienso en él. No pienso ni en mi mamá, ni en mis hermanos. En nada, sino en él y en mi hermana. Lo único que me preocupa es que esté bien, que haga un proceso como lo hizo la mayor parte de los chicos. Que podamos construir el vínculo que no-sotros sentimos que tenemos, pero él tiene que pasarlo. El resto pasa a un segundo plano. Para mí está él, que ha sido una víctima; no-sotros también, pero él mucho peor porque fue separado de su mamá y vivió toda su vida sin saber su verdadera identidad. Nosotros hemos sufrido mucho, pero al menos pudimos manejar la verdad y luchar por la verdad. El no.

–¿Sabés cómo se acercó a Abuelas, por qué?

–El tenía esas dudas. La gente que lo crió no tenía nada que ver con la represión, nada que ver, pero él se daba cuenta, por cuestiones físicas, que no pegaba que fueran sus padres. Eran dudas y las manejó como pudo. Como es músico se acercó a Músicos por la Identidad.

–Estuvo, por ejemplo, con Liliana Herrero.

–A partir de esas cosas él dijo “voy”. Así se decidió a contar la situación y muy privadamente, sin que supieran las personas que lo criaron se acercó. Ahora debe estar hablando de esto también con ellos... El está feliz pero necesita tiempo. Es una persona reservada. No quiere estar en el candelero.

–Emocionalmente, ¿cómo lo vivieron ustedes, vos y tu madre?

–¡Fue una locura! Llantos, gritos. Me dio mucha bronca no poder estar al lado de ella, ella estaba en Buenos Aires y yo en La Plata. Me desesperé, llamé a mis hermanos porque además a mí me agarró una desesperación. Siempre me pasa que cuando encontramos a un hijo de un compañero, me emociono horrores a solas, pero en este caso pensé mucho en mi hermana, en cuando le sacaron a la criatura... Yo tenía mucho miedo de que mi mamá se muriera sin conocerlo. O que el chico cuando era chiquito se hubiera enfermado o hubiera muerto, o que lo hubiera criado un milico de mierda y le hubieran enfermado la cabeza. O sea todos esos miedos, de golpe, cuando vos sabés que no es así, es como algo que no se puede describir: es como completarse. Alivio. Completud, no sé cómo se dice, de ese lugar vacío de tantos años. Es fuerte porque papá no lo conoció.

–Y a la vez es la confirmación de que están...

–Están. Y esto es por perseverancia. Y es bueno propagarlo, es por la red al interior y la música por la identidad. Todo suma. Y una sociedad comprometida. Y una compañera que le da apoyo en esto. Hablé con ella. Amorosa.

–¿Algo más?

–Que nunca hay que bajar los brazos. Nosotros en todos estos años tantas veces nos desilusionamos. Que era tal o cual. Que esperábamos, que nos dieron pistas falsas, nos ilusionábamos y nos desilusionábamos, pero no hay que bajar los brazos, pero no individualmente, sino colectivamente, porque esto no lo hubiéramos podido resolver de manera individual nunca.

–Una historia emocionante para todos.

–Toda la gente de este país está contenta de este momento y compartiendo la alegría con nosotros.

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