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El país|Viernes, 12 de septiembre de 2003
MASIVO CIERRE DE SOLA CON KIRCHNER, CHICHE Y SIN DUHALDE

El prólogo de una victoria cantada

El PJ bonaerense convocó alrededor de 40.000 personas. Y dio pruebas de los firmes lazos entre el gobernador, el Presidente y Duhalde.

Por Martín Piqué
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Solá y Kirchner fueron los oradores del cierre. Duhalde, ausente, fue elogiado por ambos, a rabiar.
Con más nombres propios que consignas, las banderas apenas dejaban ver a las miles de personas que habían llenado el playón del Mercado Central, en La Matanza, para cerrar la campaña de Felipe Solá. Eufórico, el locutor calculaba una convocatoria de “cincuenta mil compañeros”. La cifra es difícil de comprobar por la ubicación del enorme escenario tan propio de los actos peronistas, pero el hombre no exageraba demasiado. Pero no sólo abundaban las banderas en ese escenario, el mismo que había usado Néstor Kirchner en su último acto antes de la elección presidencial del 27 de abril. Sobraban también los gestos que forman parte de la política, como el abrazo repetido del Presidente a Chiche Duhalde, o los elogios a Kirchner por haber “firmado con dignidad” el acuerdo con el Fondo. Uno de esos gestos, tal vez el más importante, fue la mención insistente de Eduardo Duhalde –ayer ausente–, a quien recordaron todos los oradores y de quien Kirchner dijo estar “tremendamente agradecido”.
El acto sirvió para probar otra vez la solidez de la alianza entre Kirchner, Solá y Duhalde. A tono con su búsqueda de bajo perfil, o del estilo de conductor “en las sombras” que tanto le gusta, Duhalde no apareció por el Mercado Central. Al mediodía, había participado en Montevideo de una reunión del Mercosur, donde lo nombraron “representante permanente” del bloque (ver recuadro). Pero pese a su ausencia, Duhalde recibió los mayores elogios de la tarde. “El mejor estratega que ha dado la Argentina después de Juan Perón”, lo alabó Solá, mientras que Kirchner lo llamó “mi querido amigo Eduardo Duhalde”. “Me acompañó y me acompaña”, dijo un día después de que trascendieran los cruces con Roberto Lavagna, con quien Duhalde tiene una relación muy profunda.
En el escenario armado en forma de T –que le permitió a Kirchner casi rozar a la multitud para saludar y dar autógrafos– se sentaron los mismos protagonistas del último acto de la campaña de Kirchner, el 24 de abril. A ambos lados del Presidente, estaban Scioli y Solá, la candidata a vice Graciela Giannettasio, Chiche Duhalde, y el intendente de Lanús, Manuel Quindimil. En dos palcos ubicados a izquierda y derecha se veía a casi todos los dirigentes del PJ bonaerense, mezclados con camarógrafos y periodistas. A la izquierda se hallaban Alfredo Atanasof, Eduardo Camaño, José Pampuro, Ginés González García, Osvaldo Mércuri, Mariano West, entre otros. Muchos de ellos miembros de la lista de diputados del PJ, tan discutida, a la que Chiche se ocupó en defender desde el micrófono. “Estoy sumamente orgullosa de estar acompañada por hombres de tanta valía”, dijo.
En la primera fila se mezclaban las banderas de intendentes y dirigentes del PJ que ya están luchando por ganar espacios con vistas al 2007. Es que Solá, en el caso de que gane el domingo, no podrá ser reelecto y ya son varios –Aníbal Fernández, Alberto Balestrini, Mariano West, Julio Alak– los que apuestan a ser gobernador siempre que Chiche no quiera serlo. Como anfitrión, Balestrini inauguró el acto con un discurso festejado por las columnas que habían llegado de Laferrère, Isidro Casanova y otros barrios de La Matanza. “Balestrini, Balestrini”, lo ovacionaron sus hombres, en lo que pareció una demostración de fuerza hacia sus competidores internos del PJ.
Tras una presentación al estilo boxístico, Solá comenzó su discurso recordando que en ese lugar habían cerrado la campaña de Kirchner, el 24 de abril, cuando Carlos Menem encabezaba las encuestas. “Si no existiera este peronismo bonaerense, no tendríamos esperanza. Estaríamos en manos de otro proyecto liberal que ni siquiera se podía llamar peronista”, dijo. Esa frase hizo recordar aquel acto en el Mercado Central, tres días antes de la presidencial, en el que habían unas 30.000 personas pero muchos intendentes habían movilizado lo justo, sin esforzarse demasiado. La imagen era muy distinta ayer, en la que convivían banderas del Conurbano con los nombres de todos los intendentes. Como esta vez no estaba apurado, el gobernador hizo el discurso más bien largo. Habló de “reconstruir la moral, los valores perdidos” y dijo que hay que “terminar con el clientelismo”. “Ningún peronista puede estar conforme porque maneja Planes Jefas y Jefes de Hogar, y muchas veces deshonestamente”, recriminó ante un auditorio repleto de los dirigentes que condujeron el PJ bonaerense en los ‘90. Habló de “ir a fondo” y dijo que “no quiere intendentes que pongan excusas cuando se habla de seguridad”, lo que fue interpretado como un mensaje a quienes pusieron trabas a la lucha contra los desarmaderos. “Les pido que me ayuden, que me den fuerza”, dijo después Kirchner. El pedido podría servir también para Solá.

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