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El país|Jueves, 19 de febrero de 2015
La evaluación del Gobierno después de la marcha de los fiscales

La idea de que todo sigue igual

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En la Rosada siguieron las alternativas de la marcha por televisión.

De acuerdo con los números que manejaban funcionarios del Gobierno, la convocatoria a la marcha a la Plaza de Mayo rondó las 60 mil personas, que fue el cálculo que efectuó la Policía Federal. El número, comentaban, era importante, masivo, aunque menor que otras convocatorias opositoras recientes, como los primeros cacerolazos. “No modifica ni la relación de fuerzas ni el escenario político. Mañana todo sigue igual”, comentaba un integrante del gabinete. La presidenta Cristina Kirchner no estuvo ayer en la Casa Rosada, sino que volvió desde el acto que encabezó en Zárate al Complejo de Chapadmalal, donde pasa unos días junto a su familia. Durante el acto de inauguración de la central Atucha II, la Presidenta había sostenido que su gobierno “no permite que nadie le marque la cancha” (ver página 13).

En el Gobierno consideraban que la marcha había atraído lo que consideran es el “núcleo duro” del electorado opositor al kirchnerismo. Respecto de las cifras, adelantaban que no iban a salir a discutir ninguna. Pero remarcaban que era menor al de anteriores marchas, aunque reconocían que las fuertes lluvias también habían jugado un papel.

Sobre este punto, recordaban que las masivas protestas de los caceroleros no se habían trasladado luego a los dirigentes opositores que buscaron congraciarse con sus reclamos. No había, entonces, que imaginar que ocurriera algo diferente esta vez con los precandidatos presidenciales de la oposición, que ayer tuvieron asistencia perfecta.

En cuanto a la composición social de la marcha, en un sobrevuelo, también la consideraban parecida a la de los cacerolazos. Clase media y media alta porteña, un electorado opositor al kirchnerismo.

En Presidencia destacaban que mientras se desarrollaba la marcha el hashtag #TodosConCristina junto a mensajes de apoyo al gobierno nacional fue tendencia en la red social Twitter. El espíritu de los mensajes, indicaban, tenían que ver con la “defensa de la democracia”.

La Presidenta no pasó por la Casa Rosada, pero sí lo hicieron el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich; el secretario general de la Presidencia, Aníbal Fernández; el ministro del Interior y Transporte, Florencio Randazzo, y el secretario de Legal y Técnica, Carlos Zannini. Siguieron las alternativas de la marcha por televisión mientras atendían sus asuntos y se retiraron sin hacer declaraciones. Esperarán a hoy para hacer una evaluación oficial.

Algo que seguramente volverán a resaltar es la llamativa presencia de los fiscales en la cabecera de la marcha envueltos en la bandera que recordaba a Nisman. “Estos fiscales son los que después dicen que quieren una Justicia independiente, pero ayer se posicionaron claramente como opositores al Gobierno. Es una politización del Poder Judicial como nunca antes se había visto en la Argentina”, definió el ministro de Defensa y precandidato presidencial del Frente para la Victoria, Agustín Rossi, en diálogo con Página/12. “A los ciudadanos que fueron con una motivación genuina y a la familia del fiscal Alberto Nisman les digo que no hay nadie más interesado que este gobierno en saber las circunstancias que rodearon la muerte del fiscal”, afirmó. Sobre los fiscales que convocaron a la marcha, Rossi dijo que “no tienen nada de independientes, son arietes de la oposición política argentina”.

De hecho, en la previa a la marcha, el eje de las críticas de los funcionarios había sido el posicionamiento político de jueces y fiscales. Jorge Capitanich habló del tema en su conferencia de prensa a propósito de la denuncia que lo involucró, junto a otros ministros, en el caso de un niño de la comunidad Qom muerto por desnutrición en el Chaco. Sostuvo que los jueces y fiscales “operan de acuerdo con una agenda mediática que impone un grupo mediático concentrado y actúan conforme con esa estrategia para generar un hostigamiento permanente a los funcionarios del Poder Ejecutivo”. Para el jefe de Gabinete, “ya no existen los golpes militares, ya no existen los golpes legislativos porque el Frente para la Victoria tiene mayoría en el Congreso, pero ahora existe la modalidad de golpe suave, que es una estrategia en donde los grupos mediáticos concentrados generan una agenda mediática y la estrategia de ataques se da por medio del Poder Judicial, a través de fiscales y jueces adictos a esos poderes corporativos y mediáticos”.

Aníbal Fernández centró sus críticas en la labor del fiscal ante la Cámara de Apelaciones en lo Criminal, Ricardo Sáenz, y se preguntó por qué “ya que tiene la superintendencia sobre el trabajo de la fiscal Fein, en vez de armar marchas no se dedica a preocuparse por lo que está sucediendo en este caso”. Sáenz fue uno de los fiscales más activos en la convocatoria y en sus críticas al Gobierno en los medios opositores.

Luego del acto en Zárate, el diputado Edgardo Depetri habló de un país dividido en dos. Uno, “el de la soberanía energética” y el otro, “el país del oportunismo laboral, resultado de la alianza entre jueces, fiscales, los medios hegemónicos y una oposición decadente y sin ideas”.

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