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El país|Sábado, 28 de febrero de 2015
OPINION

Los hechos, las pruebas y la denuncia

Por Pedro Kesselman *

Prestigiosos juristas, precediendo a la sentencia del juez Rafecas, sostuvieron, como éste, que la denuncia mediante la cual el fallecido fiscal Alberto Nisman pedía el procesamiento, entre otros, de la presidenta de la República y el canciller, carecía de fundamentos y se sustentaba en supuestos hechos y pruebas no aportadas que en modo alguno podían configurar la existencia de delitos.

Pese a la solidez de las argumentaciones de quienes, con buenas razones, demostraban lo insostenible de la denuncia, reiterada luego por otro fiscal, el doctor Gerardo Pollicita, políticos opositores y periodistas críticos del Gobierno siguieron insistiendo en la validez del escrito, e instalaron en parte de la opinión pública la convicción de que la muerte del doctor Nisman obedeció a un crimen, y que ese crimen habría sido instigado por los denunciados.

La muy clara y fundada sentencia del doctor Rafecas demuestra inclusive la insólita contradicción existente entre un escrito anterior del funcionario fallecido, guardado en la fiscalía y datado pocos días antes de la denuncia que presentara en plena feria judicial, y su última presentación. Es posible que al revisar detallada y minuciosamente las que se quisieron presentar como pruebas del delito inexistente, el doctor Rafecas haya tenido la misma sorpresa y asombro del juez Chaussepied, personaje de La isla de los pingüinos, novela escrita en 1907 por Anatole France, quien al analizar las que pretendían esgrimirse para condenar al imputado Pyrot, se encontró con papeles, periódicos, barajas, etc., pero nada que tuviera que ver con Pyrot.

Es llamativa la insistencia en seguir sosteniendo que el escrito póstumo del doctor Nisman, sustentado en hechos que no configuran delito alguno y pruebas endebles, cuando no inexistentes, es una denuncia que amerita seguir adelante con una causa penal. Tal insistencia trae al recuerdo aquella frase atribuida a un ignoto juez que, ante la inexistencia de hechos merecedores de una sentencia condenatoria, y la falta de pruebas sobre su eventual autoría, empecinado en seguir adelante contra el imputado, dijo: “No me confundan con los hechos y las pruebas, cuando tengo decisión tomada”.

* Abogado.

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