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El país|Domingo, 10 de mayo de 2015
SE RESQUEBRAJA EL ARMADO DE LOS INTENDENTES MASSISTAS BONAERENSES

Rebelión en el patio trasero de Massa

Darío Giustozzi analiza pelear con sello propio por la intendencia de Almirante Brown. Cariglino dejó el Frente Renovador esta semana. Antes se habían ido Guzmán y Posse.

Por Miguel Jorquera
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Massa empieza a mirar con preocupación su bastión electoral.

Ni el relanzamiento presidencial de Sergio Massa en el estadio de Vélez Sarsfield ni su reciente alianza con el gobernador cordobés Juan Manuel De la Sota lograron frenar la diáspora en las filas massistas. El “salto en garrocha” de kirchneristas al Frente Renovador que pronosticó Massa tras su triunfo electoral en la provincia de Buenos Aires en las legislativas de 2013 lejos estuvo de cumplirse y, en cambio, fueron varios de los propios los que cruzaron la vara para emigar a otras fuerzas electorales, ante la caída del líder renovador en las encuestas. El último en desertar fue el jefe comunal de Malvinas Argentinas, Jesús Cariglino, que siguió los pasos del alcalde de San Isidro, Gustavo Posse, en su regreso al macrismo, pero que muestra el desgajamiento de la Liga de Intendentes que hizo fuerte al massismo en territorio bonaerense. Otros ya migraron –como Sandro Guzmán de regreso al FpV–, algunos dudan de su continuidad en el massismo –como su propio jefe de bloque de diputados, Darío Giustozzi, maltratado en sus aspiraciones de gobernador– y otros que continúan con los pies dentro del plato massista pero con duros cuestionamientos a la estrategia electoral renovadora.

Cariglino prefiere decir que fue decisión suya pegar el portazo al Frente Renovador y sus operadores afirman que existen negociaciones con el macrismo. Desde el massismo aseguran que echaron a Cariglino de sus filas y a su hermano, Roque, del bloque de senadores provinciales. De Roque se encargó el jefe de la bancada massista, Jorge D’Onofrio: “No hay lugar para especuladores”, sostuvo el senador bonaerense y justificó la decisión “ante la ambigüedad y la falta de compromiso para con el bloque” de Cariglino. De Jesús dieron cuenta –como una señal de poder interno– los más fieles intendentes renovadores: “Todos los que vinieron al Frente Renovador a morder un carguito, pensando en los propios intereses y en su futuro más que en los intereses del país, no es que se van, nunca estuvieron”, afirmó el jefe comunal de Olavarría, José Eseverri, que ofició de vocero de sus pares bonaerenses.

El alcalde de Malvinas Argentinas decidió seguir el mismo camino que Posse. Los dos, con excelentes relaciones con el PRO, fueron los que empujaron el acuerdo electoral entre Masa y Macri en 2013, donde el porteño se alzó con tres diputados nacionales colgados de la lista renovadora en territorio bonaerense. Las ambiciones presidenciales de ambos terminaron con la alianza. Posse y Cariglino quedaron del lado de Massa y desplegaron por separados sus pretensiones de llegar a la gobernación.

Por entonces, el bendecido por Massa para llegar al sillón de Dardo Rocha parecía ser el ex intendente de Almirante Brown, Giustozzi, que saltó del Frente para la Victoria al massismo y lo secundó en la boleta de diputados nacionales. Pero el ex intendente de Tigre empezó a coquetear con la llegada al FR del candidato kirchnerista que venció en 2013: Martín Insaurralde. Posse y Cariglino dejaron correr que podrían ser compañeros de fórmula de Insaurralde y Giustozzi mostró su disconformidad. Insaurralde –de nuevo en carrera por el FpV– nunca pegó el salto y Massa empezó a pensar en otra figura taquillera.

El desembarco del empresario Francisco de Narváez, con billetera propia, en el massismo complicó el panorama y Massa pidió achicar la oferta de candidaturas. Giustozzi y Mónica López –que rompió con el Colorado para pasar al massismo– amenazaron con pegar el portazo, Cariglino encabezó un grupo de intendentes disconformes con la estrategia electoral y Posse comenzó a recorrer su propio camino. Massa aplacó los ánimos con un acto partidario en San Martín, donde volvió a mostrar a todos juntos con la promesa de negociar candidaturas, pero no logró terminar con la disputa.

El acuerdo con De la Sota y el acto de Vélez parecían conformar nuevos hitos en la aspiraciones presidenciales de Massa, pero la rebelión en la tropa bonaerense volvió a complicarlo. Cariglino y Posse ya no juegan en la liga massista y negocian con el PRO. A pesar de la tibia desmentida de su alejamiento, el futuro de Giustozzi en el Frente Renovador es incierto. Su delfín en Almirante Brown, Daniel Bolettieri, fue más explícito: “Dentro del Frente Renovador no se ha respetado la trayectoria de Giustozzi. Primero especularon con la llegada de Insaurralde. Ahora con De Narváez, que no tiene experiencia en gestión y llegó solo y está afuera de nuestro ideario político nacional y popular”, dijo el intendente.

Desde el propio massismo reconocen el distanciamiento de Giustozzi y no arriesgan sobre su futuro. Desde el sciolismo y el kirchnerismo no le cierran la puerta a un posible regreso. Giustozzi piensa en pelear por la intendencia con sello propio. Si esto se confirma, el massismo perdería otro casillero en la Liga de intendentes.

La disputa comunal también afectó al massismo en la Legislatura bonaerense, donde se convirtió en la segunda minoría en ambas cámaras. Con la salida de Roque Cariglino, el Frente Renovador perdió cuatro senadores por distintas ventanas. Los otros fueron el ex intendente de Avellaneda Baldomero “Cacho” Alvarez, de regreso a las filas sciolistas; Alfonso Coll Areco, que decidió darle pelea al candidato massista en San Miguel, Joaquín De la Torre; y el radical Roberto Costa, que se pasó al macrismo. Otros enroques similares sucedieron en Diputados.

Aun confiado en su propio arrastre electoral, Massa empieza a mirar con preocupación su patio trasero. No quiere que –lo que considera– su bastión electoral se transforme en el talón de Aquiles de su carrera presidencial.

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