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El país|Miércoles, 29 de octubre de 2003

Los “focus groups” que le dan el crédito a Kirchner, pero nada más

Son grupos de ocho personas coordinados por un psicólogo. La sesión que presenció este diario mostró que el Presidente tiene gran apoyo, igual que su mujer. No así los ministros ni la clase política.

Por Fernando Cibeira
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Uno de los “focus groups” en acción. Página/12 presenció una sesión a través de una cámara Gesell.
A 150 días de haber asumido, el presidente Néstor Kirchner conserva la buena imagen entre su electorado básicamente sostenida en su política de cambios en la Justicia, la pulseada contra las empresas privatizadas y, a partir de la semana pasada, también contra un sector del movimiento piquetero. El problema es que la figura de Kirchner asoma con tanta preeminencia que aplasta al resto de su gobierno: la mayoría de sus ministros son desconocidos. Con todo, la imagen de la clase política no cambió gran cosa desde los cacerolazos. Si bien ahora parece que no hay tantos corruptos en la Casa Rosada, los políticos ladrones estarían concentrados en el Congreso y en la Legislatura.
Los datos surgen del trabajo que viene realizando la agencia de publicidad y consultora Braga Menéndez por inquietud propia desde julio pasado, reuniendo en forma semanal lo que en la jerga de los sociólogos se denominan grupos motivacionales o focus groups. Son mesas de ocho personas de entre 30 y 50 años, de clase media y media baja, habitantes de Capital y el conurbano, coordinados por un psicólogo que propone los temas.
Los grupos se dividen entre favorables y desfavorables según a quién hayan votado y su imagen de lo hecho hasta ahora por el Gobierno. El lunes pasado, Página/12 presenció una reunión de un focus group favorable en una cámara Gesell, una sala especial con una de sus paredes de vidrio espejado para que no se vea quiénes miran del otro lado.
El convencimiento de los ocho participantes era que el Gobierno llevaba poco tiempo como para exigirle resultados pero valoraban la actitud tomada por el Presidente desde su asunción. “Lo veo en movimiento”, elogió Mariana, una docente bonaerense. “Toda la parte de la Justicia que hizo es muy buena. También lo de la Policía Bonaerense y la Federal”, agregó.
Otro elogio fue por la actitud asumida por el Presidente frente a las empresas privatizadas. Por ejemplo, la decisión que tomó la semana pasada de exigirles el pago de multas. Eugenio, administrativo en una empresa constructora, opinó que la medida era correcta porque “las privatizadas nunca invirtieron en nosotros”. A los participantes del encuentro no les parecería mal que Kirchner quite todas las concesiones. “Ninguna presta un servicio diez puntos”, puntualizó Juan, auxiliar en un estudio contable, cuando le pidieron precisiones sobre sus quejas a las empresas.
En este tipo de reuniones surge rápidamente el malhumor de la clase media con las protestas piqueteras. “No puede ser que dominen la ciudad. Se están haciendo odiar por la gente”, alertó Sergio, extrañamente un votante de Luis Zamora. “No puede ser que ahora los piqueteros pidan planes de 300 pesos cuando yo trabajo 12 horas por día para ganar 450 pesos. Si se los dan, yo renuncio y me hago piquetero”, añadió. Sólo el empleado del estudio contable salió en su defensa. “Protestan igual que todos. Los colectiveros si no les dan lo que piden te cortan el servicio. Los piqueteros hacen lo mismo”, dijo. Todos se mostraron de acuerdo en la decisión de Kirchner de enfrentar a los sectores más radicalizados.
En cuanto a imagen, a Kirchner sólo le hace sombra su esposa, la senadora Cristina Fernández de Kirchner. “Se nota que tiene agallas”, intervino Miriam, una empleada municipal que trabaja en el Hospital Alvarez. En estos meses, los Kirchner consiguieron transmitir la idea de una pareja unida que pelea por las mismas cosas. “Dan una imagen de familia que hasta ahora no se había dado”, sostuvo Miriam.
En cambio, los ministros de Kirchner navegan en el anonimato. En medio de la discusión por las privatizadas, la coordinadora tiró el nombre del ministro de Planificación, Julio De Vido. “¿Quién?”, le preguntaron. Roberto Lavagna es el integrante del gabinete más popular. Una mujer contó que conocía gente que había votado a Kirchner para que siguiera el ministro de Economía.
De quienes tenían peor concepto era del vicepresidente Daniel Scioli y del ministro de Justicia, Gustavo Beliz. Tratándose de un grupo motivacional que no votó a Menem, a ambos los acusaron de haber sidomenemistas y de pasarse de bando según su conveniencia. En los grupos, Scioli, quien durante la campaña era calificado como serio y trabajador, se vino a pique desde su enfrentamiento con Kirchner. Beliz, en tanto, no es percibido como quien realiza los cambios en la Justicia o en la policía. En esos casos, el protagonismo siempre es del Presidente.
Una de las críticas que surgió contra el Presidente fue por haber nombrado a su hermana, Alicia Kirchner, como ministra. “En la campaña había prometido que no iba a designar parientes”, aseguró Miriam. También se abrió otro foco oscuro en el caso del PAMI y el interventor Juan González Gaviola. “No tendría que haber nombrado a su esposa”, puntualizó Juan, otro que no votó a Kirchner para la presidencia.
En el encuentro surgió claramente que la clase política no fue redimida. “Dejándolo a Kirchner que es algo nuevo, todo lo demás es lo mismo de siempre”, afirmó Clara, una docente desocupada. No obstante, criticaron que el Presidente haya apoyado las candidaturas de Felipe Solá y de Aníbal Ibarra porque sus gestiones dejan mucho que desear. También ven algo turbio en la relación entre los planes sociales, los grupos piqueteros y algunos políticos. Cuando la discusión toma ese rumbo siempre aparece el nombre de Eduardo Duhalde. Pero los palos no fueron sólo para los políticos. “Hasta que no cambiemos el modo de ser de los argentinos, acá no va a mejorar nada”, fue una de las frases, autocríticas, repetidas.

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