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El país|Martes, 7 de julio de 2015
Comenzaron los alegatos en el tercer juicio por los crímenes de la ESMA

El principio del final

Los fiscales Mercedes Soiza Reilly y Guillermo Friele hablaron de la importancia de los testimonios de los sobrevivientes y de la documentación que se acumuló en este proceso que involucra 789 crímenes y a 59 represores.

Por Alejandra Dandan
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Los represores acusados pusieron trabas para demorar la etapa de alegatos que finalmente comenzó ayer.

“Todos los aquí presentes fuimos parte del desarrollo de este debate con imputados sometidos al ejercicio de los derechos constitucionales. Durante casi dos años y medio hemos llevado adelante el juicio más voluminoso de la historia, por la cantidad de actores, por la cantidad de víctimas, por el número de imputados, por el caudal de acervo documental de este proceso que lleva años”, así empezaron los fiscales Mercedes Soiza Reilly y Guillermo Friele la esperada etapa de alegatos en el tercer juicio oral por los crímenes de la Escuela Mecánica de la Armada. El llamado ESMA unificado investiga 789 crímenes a manos de 59 de los 67 represores iniciales que aún siguen en juicio, entre ellos, quienes participaron en los vuelos de la muerte.

Después de semanas intensas, con defensores privados pero también públicos cargados de presentaciones para posponer los alegatos, a las 10.29 de ayer, el presidente del Tribunal Oral Federal 5, Daniel Obligado, dio comienzo al debate. Un secretario leyó resoluciones pendientes. Un defensor pidió que declare el autoconfeso Adolfo Scilingo que ahora, en una última declaración vía videoconferencia en Bahía Blanca, negó todo lo confesado. Camilo Juárez, de HIJOS, sentado en la sala, susurró un “viven embarrando la cancha”. El TOF no aceptó.

Una de las sobrevivientes de ESMA, días pasados, decía que los alegatos son como la reconstrucción de un rompecabezas. El armado de piezas de lo que en el juicio se fue viendo por partes. Aquí aparecieron listados de sobrevivientes, metódicos y elaborados a “fin de no olvidar”. Las operaciones de prensa montadas por la Armada. Las monjas francesas. Thelma Jara de Cabezas y la revista Para Ti. Norma Arrostito. Las campañas de desinformación realizadas en alianza con la prensa, infinitos artículos de diarios de la época proyectados en la sala con títulos que alimentaban la construcción del enemigo. La cuenta, enorme e interminable, de documentos, también proyectados, emanados en los últimos años del trabajo de las agencias del Estado. O conservados y trabajados por organismos no gubernamentales como el Equipo Argentino de Antropología Forense o la Comisión Provincial por la Memoria.

“A fin de no olvidar los sobrevivientes confeccionaron listados con características y señas de sus compañeros”, dijo la fiscal. “Cuando la Justicia estuvo ausente, su relato fue el arma que permitió preservar la prueba contra los pactos de impunidad. ¿Puede perder fuerza probatoria este relato?”, dijo ella en un diálogo casi fantasmal contra los reclamos constantes de los defensores. “Tienen plena validez”, se respondió.

Nombró, entonces, esos listados en un momento en el que el alegato tomó forma al mismo tiempo de homenaje y espacio sagrado. Comenzó con el testimonio de las tres mujeres apenas exiliadas que, en 1979, ante la Asamblea Nacional de Francia lograron hacer la primera denuncia pública ante el mundo sobre los crímenes de la ESMA. Ana María Martí, María Alicia Milia de Pirles, que estuvo ayer en la sala, y Sara Osatinsky. Y la fiscal continuó. Lila Pastoriza y su listado se proyectó en la sala. Martín Gras; Fernado Kron, Graciela Daleo y Andres Castillo, Jorge Pomponi, Mario Villani, Munu Actis Goretta, Alfredo Buzzalino, Norma Burgos, Victor Basterra, “el manuscrito de Enrique Fukman”, Ricardo Coquet, Lisandro Raúl Cubas, Pilar Calveiro, Daniel Lastra, Alberto Girondo, Blanca García Alonso, Miriam Lewin, Silvia Labayru, Nilda Orazi, Amalia Larralde, Rosario Quiroga, Elisa Tokar, Miguel Angel Lauletta.

“En esas listas –continuó la fiscal– se da cuenta de quienes actuaron en el grupo de tareas. En algunos casos con nombres reales y apodos de cobertura. ¿Nos preguntamos entonces qué ocurre cuatro décadas después? Se agregan relatos nuevos. Se identifican los apodos. Se completa la tarea de reconstrucción individual. Se analizan artículos periodísticos de la época. Se cruzan los datos. Acervos documentales, personales, de las familias, aquellos que preservaron muchos durante décadas para llegar a la verdad de lo ocurrido.” Y dijo: “Este el compromiso de este juicio. Juzgarán señores jueces esa acervo material de los que todos fuimos testigos”.

“Los acusados están siendo juzgados por las leyes argentinas y por tribunales argentinos como cualquier ciudadano, garantizando de manera absoluta los principios constitucionales de un estado de derecho”, dijo la fiscal en el arranque y anticipó que solicitará “el dictado de condenas en su contra porque tuvieron directa relación con las conductas ilícitas de la ESMA, porque por su cargo y función fueron parte del engranaje represivo indispensable para que las privaciones ilegales de la libertad, los tormentos, las violaciones sexuales y la muerte pudieran dejar un número altísimo de víctimas del terrorismo de Estado”.

Nemesio Héctor Juárez estaba en la sala. En su declaración testimonial habló sobre la desaparición de su hermano Enrique. La fiscal tomó ese testimonio para hablar del trance inicial de los familiares por inicial por la justicia militar. “En su testimonio vimos en qué condiciones llegaban las víctimas –dijo–: el testigo dijo recibir un citación. ‘Me recibió un soldado. Caminamos mucho. Entramos en un box’. Y recordó que mientras hablaba, una presencia irradiaba inquietud silenciosa y ostensible. ‘Eche un vistazo a ella y firmé un testimonio. Y veo que era un cráneo humano ubicado a la derecha del escritorio, puesto como pisa papeles o decoración. Un metamensaje: ‘miren que tenemos acá, uno de ustedes, como si me dijeran: es parte de lo que están buscando’.”

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