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El país|Viernes, 18 de septiembre de 2015
VICTOR HUGO MORALES TRAS EL FALLO DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA EN SU CONTRA

“Es un ataque sencillamente demencial”

El periodista dice que no le sorprendió el fallo que lo obliga a pagar más de 3 millones de pesos al Grupo Clarín por haber mostrado en el 2000 los goles del partido que jugaron Boca y el Real Madrid. Le apunta al Poder Judicial y en particular a Ricardo Lorenzetti.

Por Karina Micheletto
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Víctor Hugo Morales afirmó que Lorenzetti “es un pobre rehén” del Grupo Clarín.

Víctor Hugo Morales repite que este fallo no lo sorprendió; que era, en cierto modo, lo previsible. Lo que no esperaba es el modo en que fue implementado: aludiendo a un tecnicismo menor, y evitando así argumentar o justificar esta decisión. Puede leer también que no se trata sólo de él, como caso ejemplificador: los diarios de la última semana, con las noticias alrededor de Tucumán, el caso de la Sociedad Rural, el de Nextel, el allanamiento a C5N proporcionan, dice, pistas suficientes sobre el modo en que parte del Poder Judicial va hacia “un golpe institucional, que sólo se está evitando por el resto de poder político que sostiene la sociedad”. Ayer, la Corte Suprema de Justicia dictaminó que el periodista deberá pagar más de 3 millones de pesos al Grupo Clarín, por haber mostrado en su programa Desayuno, en el año 2000, desde televisores ubicados en el estudio del viejo ATC, los goles del partido que jugaron Boca y el Real Madrid. Cablevisión demandó a ese canal, al productor Eduardo Juan Metzger y al periodista por “violación de los derechos exclusivos de transmisión”. “Tiene razón Clarín cuando titula fallo histórico sobre el de Tucumán –advierte Morales en diálogo con Página/12–. Este es un momento histórico, nunca como hoy el Poder Judicial muestra su omipotencia ante las narinas de toda una sociedad, en alianza con quienes no quieren que la democracia funcione como tal. Están desesperados, pero mi esperanza es que tanta omipotencia, tan grosera, termine jugándoles en contra.”

–¿Qué significó para usted, en lo personal y en lo profesional, este fallo de la Corte Suprema?

–Varias cosas, excepto una sorpresa. Porque (el juez Ricardo) Lorenzetti es un rehén del medio con el que me toca confrontar en estos temas. Sabiendo eso, no puedo decir que esperaba otra cosa. Excepto por algo: que lo hicieran de la forma en que lo hicieron, sin ir a la causa, sin argumentar, sin tocarla siquiera. En nombre de un fundamento que es un tecnicismo, el fundamento es que no se presentaron algunas copias, que es algo tan ridículo como decir que fallan en contra porque alguien fumó en el recinto. Esto marca el interés que tenían por evitar que yo pudiera ir a la Procuraduría General de la Nación, por evitar que hubiese un informe. Porque saben que lo que hacen es un mamarracho desde el punto de vista de la Justicia, y que no pueden confrontar con los argumentos que cualquiera podría dar si hubieran hecho la consulta. Esto es lo que evitaron.

–La causa es en cierto modo una fotografía de época, y la foto se ve sepia. Cuesta hoy pensar que algo tan común y corriente como ver un partido por televisión en forma gratuita haya provocado todo esto. ¿Se considera esto jurídicamente?

–Eso es lo más vergonzozo que ha hecho la Corte: no tomar nota de los profundos cambios que estos años trajeron a la Argentina en el terreno en que se mueve esta causa, años de aparición de Fútbol para Todos.

–Hay quienes ubican aquel episodio como el germen de Fútbol para Todos. ¿Usted lo evalúa así?

–Fue sin dudas un mojón en esta historia. Fue un episodio muy simbólico que mostró la necesidad que había de democratizar también el fútbol. Si éstos han sido años de ampliación de derechos, de inclusión, el del fútbol ha sido un terreno muy visible. No advertirlo, pasarlo por alto, es una falla jurídica muy grave. Probablemente aquel episodio, resuelto en el año 2001, sobre la marcha, podía entenderse con este final. Pero hoy la doctrina es otra. La Corte no se dio por enterada. Ellos saben perfectamente que en este caso el fallo de primera instancia era el correcto –dictó el sobreseimiento–, mientras que el de la Cámara que integran Heredia, Dieuzeide y Vassallo salió de una oficina contigua al despacho de Clarín, porque no es más que eso esa Cámara, si uno mira los antecedentes de sus actuaciones.

–Califica de “rehén” a Lorenzetti y el primer capítulo de su libro Mentime que me gusta está dedicado a él. ¿Habrá tenido algo que ver en este fallo?

–Esto no es algo personal. En la historia de la ley de medios Lorenzetti siempre jugó a favor de Clarín. Pero cuando se produjo la votación de la ley, posiblemente la claridad que tenía de que de todas maneras, votando la constitucionalidad, iba a poder seguir jugando a favor, con las cautelares y demás, obró como obró. Hasta que llegaron los primeros dias de diciembre de 2013, y Clarín, Mitre, todo el sistema informativo de Magnetto, le tiró la denuncia del PAMI por la cabeza. El susto de ese pobre hombre cuando advirtió en lo que se había metido es para siempre, es definitivo. Y ahora es un pobre rehén, tan pobre que no puede ni disimularlo: lo hace sin justificarse siquiera. Porque sabe que ésta es una carta fuerte para Magnetto, y no puede permitir ni el resquicio del argumento.

–¿Rescata algo de todo este episodio?

–Sí: veo que toda esta ominpotencia de parte del Poder Judicial, de la que Lorenzetti es instigador, está claramente dirigida a derrumbar más que un gobierno, una democracia. Sienten que tienen el poder real, y están desesperados, van por todo. El caso mío puede ser ejemplificador, y no dejo de tomar nota de lo que pasó en estos dìís conmigo en el otro juicio millonario que me abrió Magnetto, donde el juez tuvo que ser denunciado por prevaricato por mi abogado, Eduardo Barcesat, porque no quiso aceptar que no me presentaba a una audiencia porque yo estaba afuera del país, algo que era público y estaba probado en la causa. Noto que ya pierden toda compostura, toda apariencia. Entonces, tengo la esperanza de que tanta omnipotencia y tanta ceguera sean justamente la trampa en la que caigan. Que de tanto meter goles con la mano, tan groseramente, a la vista de todos, provoquen que todos empiecen a hinchar para el equipo contrario. Esa es mi esperanza.

–¿Qué piensa hacer ahora?

–Hay que pagar, es lo que corresponde. Seguiré el reclamo internacional, que será largo pero lo seguiré, porque este ataque a un periodista es sencillamente demencial. Ahora espero ese momento patético, cuando vayan a casa a buscar el piano, algunos cuadros.

–¿Qué solidaridades ha recibido?

–Las de muchos colegas, aunque ya no espero nada de Fopea, la SIP, Adepa. De la gente, sobre todo. He recibido tanto cariño, que me da pudor. Es algo imborrable. Han hecho esto para hacerme mucho daño, pero no se dieron cuenta de que terminan haciéndoles un bien a mi corazón y a mi vida.

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