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El país|Jueves, 18 de diciembre de 2003
PRESENTO UN LIBRO Y ESTUVIERON CRISTINA E IBARRA

Chacho, centro de la escena

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Chacho, Cristina Kirchner y Marco Aurelio García.
Por J. N.

Que haya abandonado la actividad partidaria no significa que haya resignado totalmente el liderazgo, que mantiene su influencia en círculos políticos e intelectuales. Ayer, Carlos “Chacho” Alvarez dio una muestra de su renovado poder de convocatoria: fue en el Centro Cultural General San Martín, en la presentación de un libro en la que estuvieron, entre otros, Cristina Fernández de Kirchner, Aníbal Ibarra y Hermes Binner.
Bajo el título La Argentina de Kirchner y el Brasil de Lula (Prometeo), el ex vice reunió una serie de artículos de intelectuales y funcionarios de ambos países –desde Roberto Lavagna y Juan Manuel Abal Medina hasta Brasilio Salum Jr.– como parte de un trabajo conjunto entre el Cepes y el Cenec, un prestigioso centro de estudios paulista. Es el primer trabajo académico de Alvarez, que figura en los créditos como compilador.
Pero lo notable de ayer no fue la reconversión de Chacho al mundo académico, donde siempre mantuvo un pie, sino su capacidad de convocatoria. En el San Martín, funcionarios importantes del gobierno porteño, como el designado titular del Banco Ciudad, Eduardo Hecker, y el secretario de Obras Públicas, Roberto Feletti, se mezclaban con chachistas de la primerísima hora, como Mary Sánchez, Ernesto Muro y Rodolfo Rodil, que llegó junto al intendente de Morón, Martín Sabbatella.
El ex senador Pedro Del Piero, que acompañó a Chacho en su lucha por el escándalo de los sobornos, conversaba con José Vitar, que en su momento lideró el pequeño grupo de diputados del Frente Grande que pegó el salto al ARI. Se acercaron, también, figuras clave del centroizquierda, como el jefe de Gobierno porteño, Aníbal Ibarra, que llegó unos minutos tarde y se acomodó en primera fila, al lado del ex intendente de Rosario, el socialista Hermes Binner.
En cualquier caso, el dato central fue el hecho de que antiguos compañeros de ruta, que luego del colapso de la Alianza se dispersaron hacia lugares políticos bien diferentes –algunos al ARI, otros al kirchnerismo, otros a experimentos locales–, ayer se reencontraron para escuchar a su viejo líder.
Luego de la presentación de Santo Biasatti, Alvarez explicó los motivos que lo llevaron a encarar el libro. “El contexto ha cambiado. La política estaba sobredeterminada por la economía. Hoy hay coincidencias importantes entre los presidentes de Argentina, Brasil y Chile, que comparten un suelo de valores en común. Nos falta, evidentemente, conocernos más. Este libro es un primer instrumento, un primer paso, en la construcción de un tanque de pensamiento que analice y estudie la realidad latinoamericana”, señaló el ex vice.
“El entendimiento entre Argentina, Brasil y Chile no es una fórmula de coyuntura sino una condición indispensable para la integración”, estaba diciendo el segundo orador, el chileno Juan Gabriel Valdés, cuando ingresó al auditorio Cristina Fernández de Kirchner. Caballero, el embajador, interrumpió el discurso para que los panelistas se pararan a saludar a la dama.
Elegante en su trajecito blanco, la senadora pidió disculpas por la demora. “Es que estábamos en sesión, tratando justamente el tema de las coimas y la ley laboral”, explicó, en la única mención al escándalo de los sobornos: aunque el tema no tenía nada que ver con la convocatoria, sobrevoló las conversaciones de los asistentes y explica, al menos en parte, el renovado protagonismo público del ex vicepresidente.
En su discurso, pronunciado después de las intervenciones del embajador de Brasil y del principal asesor de Lula en política exterior (ver aparte), la primera dama aseguró que la principal tarea del Gobierno es la de reconstrucción. “Es una reconstrucción conceptual, que abarca varias áreas”, señaló Cristina. “Nosotros nos propusimos construir un nuevo paradigma y a partir de ahí pensar la realidad latinoamericana. Nuestros países –dijo, mirando a los embajadores de Chile y Brasil– se encuentran en un momento histórico clave. Tres militantes populares, en el mejor sentido de la palabra, se encuentran en el Gobierno. Pero no depende sólo de ellos. La dirigencia política y económica, y sobre todo la sociedad, tienen que acompañar este proceso”, concluyó la primera dama.
Fue la última en hablar. Cuando se apagaron los micrófonos, mientras los ex frepasistas se dispersaban, Chacho le agradeció su participación. “No es nada”, le dijo la senadora.
Tres semanas atrás, en otro seminario organizado por el Cepes, Alvarez había convocado al jefe de Gabinete, Alberto Fernández, que junto a Cristina integra la mesa más chica de la Rosada. El dato no es menor, y confirma la empatía entre amplios sectores del Gobierno y el creador del Frepaso.

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