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El país|Martes, 22 de marzo de 2016
“El embargo se va a terminar” > La visita del mandatario de EE.UU. a Cuba sucede en el último año de gestión e impacta en la campaña

Un paso que desafía al sucesor de Obama

La precandidata Hillary Clinton insiste en que continuará la política de normalización de relaciones con Cuba; el republicano Donald Trump sugiere que como presidente cerraría la embajada norteamericana en la isla hasta que se concrete un buen pacto.

Por Mercedes López San Miguel
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Los cubanos observan la simbólica visita de un mandatario norteamericano tras décadas de distanciamiento.

La visita de Barack Obama a Cuba, la primera de un mandatario norteamericano desde 1928, reviste una carga fuertemente simbólica y reafirma el acercamiento entre históricas naciones rivales, anunciado en diciembre de 2014. Sucede en el último año de gestión del líder demócrata y mientras se desarrollan las primarias para la nominación de los candidatos presidenciales, en las que se consolidan como favoritos Hillary Clinton por el lado demócrata y Donald Trump por el republicano. La ex secretaria de Estado ha insistido en que dará continuidad a los intercambios con la isla, en tanto el magnate de lengua corrosiva está de acuerdo con cambiar la política con Cuba, aunque sugirió que como presidente cerraría la embajada de Estados Unidos en La Habana hasta que se concrete un buen pacto.

Pareciera que el legado que Obama se propone dejar es que su país se relacione a través de canales regulares, diplomáticos y comerciales con Cuba. El 20 de julio de 2015 quedaron oficialmente establecidos los vínculos diplomáticos con la reapertura de las embajadas. Y hasta ahora, el gobierno norteamericano autorizó el viaje de norteamericanos a La Habana con fines específicos y el uso de tarjetas de crédito, amplió las relaciones comerciales y financieras y cuadruplicó el monto autorizado para envío de remesas y flexibilizó las telecomunicaciones.

Sin embargo, Obama se enfrenta con los obstáculos que interponen los congresistas republicanos al negarse a discutir el levantamiento del bloqueo económico o avanzar con su larga promesa de cierre de la cárcel de Guantánamo, ubicada en la basa naval norteamericana en la isla. Como señaló el diario oficial cubano Granma en un reciente editorial, “la realidad sigue mostrando que el bloqueo se mantiene, lo cual tiene efectos disuasivos para las empresas y los bancos de Estados Unidos y de otros países. Ejemplo de ello son las multas millonarias que se continúan imponiendo a compañías y entidades bancarias por relacionarse con Cuba (...) El pueblo de Cuba espera que la visita del presidente norteamericano consolide su voluntad de involucrarse activamente en un debate a fondo en el Congreso para el levantamiento del bloqueo”.

La decisión del actual mandatario apunta a hacer más suave la relación de Estados Unidos con América latina no así en su postura con Venezuela ante la enfática condena al embargo de los países de la región en las Cumbres de las Américas de 2009 y 2012, logrando la participación de Cuba en la última cita en Panamá, en 2015, en la que por primera vez asistió una delegación encabezada por Raúl Castro.

En este clima de deshielo, cuando los presidentes Obama y Castro ya tuvieron tres encuentros bilaterales, incluyendo el de ayer, Hillary Clinton dijo que la normalización de relaciones entre ambos países era una “cuenta pendiente desde hace mucho tiempo”. La ex primera dama al mismo tiempo insistió con el remanido pedido del establishment político del país del Norte. “Tenemos que hacer más de aquello que pueda resultar exitoso para ayudar a los cubanos, para que tengan más democracia, libertad y oportunidades económicas”.

Trump, quien se ubica en una línea neoliberal evidente, no se para en el anticastrismo puro y duro del hasta ahora su rival republicano más competitivo, Ted Cruz. El multimillonario considera necesario un cambio después de más de 50 años de una sola política hacia la isla, pero critica a Obama por la falta de un mejor pacto con el gobierno cubano, siempre con la mira puesta en los negocios. “Usted no quiere llegar a un acuerdo, y, de repente, está en la corte para ser demandado por 30 mil millones de dólares”, dijo al diario Tampa Bay Times en alusión a eventuales reclamos del gobierno cubano por los daños provocados durante décadas por el embargo.

Y es que la visita de Obama deja a la luz las intenciones mutuas de lograr acuerdos económicos.

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