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El país|Martes, 23 de diciembre de 2003
OYARBIDE INFORMO DE LA PERICIA
DE LA FEDERAL SOBRE LA BOMBA EN PLAZA DE MAYO

“Fue deliberado, preparado y ejecutado”

El juez que investiga la explosión de un artefacto en medio de las manifestaciones piqueteras del domingo, que hirió a 23 personas, dijo que fue una bomba, que tenía un mecanismo de relojería para que estalle y que explotó a la hora y en el lugar que estaban previstos por quienes la colocaron. El Gobierno dijo que investigará. Las hipótesis. Qué dice la pericia.

Por Raúl Kollmann
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El tacho donde explotó lo que, ahora se sabe, fue una bomba tipo casera con un reloj.
“No constituyó un hecho casual sino algo deliberado, preparado y ejecutado por personas con conocimiento del tema.” Así habló, promediando la tarde de ayer, el juez federal Norberto Oyarbide, a cargo de la investigación sobre la bomba que estalló anteayer en un cesto de la Plaza de Mayo, en medio de la manifestación de piqueteros, la que hirió a 23 pacíficos manifestantes. La bomba, explicó usía, tenía un mecanismo simple de relojería, con una pila y una bobina y fue preparado para explotar a la hora en que efectivamente explotó. El juez no hizo más que dar a conocer la pericia que la Policía Federal realizó sobre los restos del artefacto en cuestión, que le fuera transmitida telefónicamente en horas de la mañana. Página/12 tuvo acceso a dichos resultados efectuados por la Superintendencia Federal de Bomberos. A la luz de los resultados de marras, la efervescencia desatada entre los grupos piqueteros y el Gobierno se fue morigerando para, al final de la jornada de ayer, echar un piadoso manto de concordia, producto del compromiso oficial para investigar quién puso la bomba y con qué fin (ver aparte).
Por la mañana de ayer, desde la SIDE se minimizó el resultado pericial de la Federal. A esa hora, los espías no tenían aún los resultados completos y tributaban a la teoría de que la explosión se había producido porque las organizaciones piqueteras más duras y la izquierda utilizaron bombas de estruendo durante su concentración, dejaron en un tacho de basura uno de esos artefactos creyendo que no funcionaba y por efecto del calor o un cigarrillo mal apagado, la mecha se encendió y el artefacto explotó. Horas más tarde, la visión oficial mutó. El propio Oyarbide dio por tierra con esa versión luego de recibir el resultado de una pericia de la Policía Federal.
La pericia oficial y los especialistas consultados por este diario sí coincidieron en un diagnóstico: el objetivo no era matar a alguien, ya que el explosivo utilizado fue un kilo de pólvora monobásica, que tiene más bien efectos pirotécnicos. Por ello hasta los que estaban sentados al borde del tacho de basura sólo sufrieron heridas. Es más, si hubieran usado cualquier explosivo de envergadura se estaría hablando de varios muertos. El efecto buscado –según los peritos consultados por Página/12– fue provocar un gran escándalo.
La pericia que el oficial principal Mauricio Adrián Barrera, de la Superintendencia Federal de Bomberos, eleva al Jefe de la División de Investigaciones, sostiene en sus párrafos principales lo siguiente:
- “Con el objeto de determinar el tipo de sustancia explosiva involucrada en el echo... luego de los análisis químicos de estilo determinaron la presencia de nitrocelulosa y abundante residuo de carbono en forma elemental, elementos estos constitutivos de las pólvoras del tipo monobásicas”.
- ... (se seleccionaron) “aquellos elementos que por sus características físicas correspondan al artefacto o sistema de iniciación utilizado. Como resultado... se produjo el hallazgo de una (1) bobina de alambre de cobre y el muelle de la alarma, parte de un engranaje plástico y restos de carcaza plástica, todo perteneciente a un reloj despertador de tipo electrónico. Asimismo se encontró la porción de pila posiblemente del tipo ‘AA’”.
Las conclusiones del trabajo de la Federal sostiene “que la reacción es de un artefacto explosivo con las siguientes características:
- Continente de características endebles. Conformado presumiblemente por un envase plástico perteneciente a una botella gaseosa.
- Carga reactiva: pólvora monobásica a base de nitrocelulosa, que de acuerdo a los efectos producidos estaría fluctuante en los 800 y 1000 gramos. Este producto es fabricado en forma regular y puede ser adquiridoen comercios del ramo (armerías), con el objeto de ser utilizado en la recarga de cartuchos de caza.
- Sistema de iniciación: Sería un sistema electromecánico de tiempo, conformado por un reloj del tipo despertador, alimentado por una (1) pila de 1,5 volt. En este caso el mecanismo de relojería en su conjunto oficia como sistema de retardo, aprovechando para ellos la función específica de este artículo, como es la de cronometrar el disparo de una alarma.
- Sistema de encendido: si bien no se encontraron restos evidentes de sus componentes, podemos inferir, dentro del terreno de la hipótesis, la utilización de cables con un elemento ignitor (lamparilla de tubo de bulbo vítreo roto, lamparilla de flash, etc.) inserto en la masa explosiva. De esta manera, al realizarse el cierre del circuito en el momento de activarse la alarma acústica del reloj produce el encendido del mismo y por ende la iniciación de la carga explosiva utilizada con los consecuentes efectos de la onda expansiva o mecánica de los gases generados por la masa explosiva”.
Desde el punto de vista de la investigación, los resultados de la pericia indican que será muy difícil averiguar quién fue. El tipo de pólvora utilizado se vende en cualquier armería y sirve para recargar cartuchos de caza. Obviamente la pila, la bobina y el reloj también son fáciles de obtener. Según el perito Eduardo Frigerio, “el artefacto es rudimentario, casero, no hacen falta demasiados conocimientos para armarlo, pero tampoco se puede minimizar: estamos ante una bomba, un artefacto explosivo que fue colocado allí intencionalmente”. Otro perito consultado por este diario sostuvo que lo artesanal del armado se demuestra en que la pólvora no estaba bien compactada, ya que en ese caso hubiera primado la detonación y no una llamarada, que es lo que produjo después las quemaduras en los que estaban más cerca. “La chica embarazada sufrió esencialmente porque se le prendió fuego el pantalón. Fue un momento muy dramático”, le contó a Página/12 Vilma Ripoll, dirigente del Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST), partido al cual pertenecen las víctimas. Los otros heridos fueron afectados también porque la explosión lanzó contra la gente pedazos del vidrio de las botellas que había en el tacho e incluso hubo escoriaciones producidas por partes de metal del propio tacho.
Oyarbide puntualizó que la bomba debió ser colocada dentro de las doce horas previas a su estallido. “Fue algo pensado, previsto”, insistió. “Se trata de un hecho grave, ya que hay damnificados con lesiones muy importantes”, advirtió. Anunció que pedirá informes al Gobierno de la Ciudad y al de la Nación. “Tienen que existir filmaciones del momento en que fue colocada la bomba dentro de un cesto para basura”, señaló. Fue la diputada Ripoll quien le recordó en una reunión que podrían existir esos registros.
En el gobierno nacional y las fuerzas de seguridad ayer por la tarde había desconcierto. La primera reacción proveniente ante las noticias de la pericia oficial fue negar que estuviera completa e insistían en que debía esperarse un dictamen definitivo. Sin embargo, Oyarbide, que le había adelantado a Ripoll los resultados del estudio realizado por la División Explosivos de la Federal, a cargo del comisario Arturo Martínez, recibió a las 15.30 el informe por escrito, en el que se incluían varias páginas de fotos.
Caída la teoría del accidente, en el Gobierno y en la Federal viraron en forma urgente hacia otras dos hipótesis:
- Hipótesis uno: Es una interna entre piqueteros o entre los partidos de izquierda. Al haber varias marchas en la misma plaza, las fuerzas que estuvieron primero pudieron haberle dejado el “regalito” a los que venían después.
- Hipótesis dos: Es un explosivo que se pusieron ellos mismos (los piqueteros) para armar lío. A esta hipótesis adhería el piquetero más oficialista, Luis D’Elía.
En verdad, hasta en el propio gobierno las dos hipótesis sonaban poco creíbles, pero en las fuerzas de seguridad y de inteligencia no le encontraban otra respuesta al enigma.
Desde el lado de los partidos de izquierda, se apuntaba a la mano de obra desocupada, a algún grupo o individuo de ultraderecha, a una patota del justicialismo que quisiera atemorizar a los sectores más opuestos al gobierno. Se insistía en que el método del artefacto explosivo –“el caño”– fue habitual en las internas del PJ del Gran Buenos Aires y no existen antecedentes en la izquierda ni de autoatentados ni de internas de ese tipo.

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