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El país|Domingo, 17 de marzo de 2002
REUNION DE DUHALDE CON LOS GOBERNADORES DEL PJ

Para la foto y el respaldo

Sólo faltó el irreductible Kirchner. Los demás hablaron del FMI, de planes sociales, de disciplinar al Senado y de recibir fondos frescos. La agenda sólo se cerró cuando el Presidente quiso introducir la interna del partido: “No es momento”, le dijeron.

Por Felipe Yapur
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El Presidente tuvo su foto con los “compañeros”. Ahora, le toca hablar con los gobernadores de la oposición.
Fue como una especie de plan-canje político. El presidente Eduardo Duhalde consiguió la foto, el respaldo de los gobernadores del PJ que necesita para encarar la última etapa de la complicada negociación con el Fondo Monetario Internacional y así obtener los dólares con los que pretende darle el oxígeno que necesita su gobierno para sobrevivir a la crisis del modelo. El bonaerense les confió que el acuerdo está muy cerca, pero que todavía no quiere cantar victoria. A cambio, los mandatarios se fueron de la selvática Iguazú con la seguridad de que en poco tiempo más llegarán a sus provincias los planes sociales y de desempleo que les permitirá aplacar sus crisis locales. Un toma y daca para ganar tiempo. Cerrado el acuerdo con sus “compañeros”, ahora Duhalde se apresta a hacer lo mismo con los gobernadores de la oposición. Eso sí, no logró que los peronistas acepten hablar de la interna partidaria, un tema que por ahora sólo desvela al Presidente.
Sentados alrededor de la mesa preparada en el salón Los Lirios del hotel Iguazú, desde donde se puede observar la frondosa vegetación tropical, Duhalde debatió por espacio de cuatro horas “cuestiones de Estado” con algunos miembros de su gabinete y la casi totalidad de los gobernadores del PJ. El único ausente fue el santacruceño Néstor Kirchner. Para algunos el lugar era conocido y les provocaba una rara sensación que recorría sus espaldas. En ese mismo salón, el 7 de diciembre del año pasado apareció de repente el entonces jefe de Gabinete Chrystian Colombo, quien llegaba como un alma en pena a rogar por un acuerdo para salvar al desfalleciente gobierno de la Alianza.
A diferencia de ese día, el que estaba ahora era un presidente justicialista, aunque también había llegado en busca de respaldo. El sistema fue más sencillo que en aquella oportunidad. El Presidente requería algo, los gobernadores ponían sobre la mesa lo que pedían a cambio, pero sin pretensiones que compliquen al inquilino de la Casa Rosada. Así pasó, por ejemplo, un pedido de “ordenar la tropa del Senado”. Duhalde se quejó de las iniciativas particulares de algunos legisladores que “van a contramano de lo planes del gobierno”. El tema Cuba fue uno de ellos, pero también incluyó la “reticencia” de algunas senadoras a acatar las decisiones de la bancada a la hora de votar. Los gobernadores se comprometieron a tomar cartas en el asunto en todo menos en lo que respecta a las legisladoras: “Es que las mujeres son mujeres”, intentó justificar a este diario uno de los mandatarios.
Del lado de las provincias, el reclamo provino por la necesidad de que el Ejecutivo acelere la concreción de los anuncios que se realizan. Por caso, los planes de desempleo, los planes sociales y su unificación. Duhalde les prometió que todo es cuestión de días: “A fines de abril todo estará listo”, les dijo. Y los tranquilizó al anunciarles que éstos se garantizarán no con la plata del FMI sino con un adelanto de impuestos de las petroleras.
Esto es lo que le permitió a Duhalde anunciar, ya durante la conferencia de prensa, “la fantástica transferencia de recursos, esta vez de los sectores de mayor poder adquisitivo a los de menores posibilidades, que significarán los planes de empleo y que incrementarán hasta en un 25 por ciento el consumo que provendrá fundamentalmente de los sectores más pobres”.
Los gobernadores le rehuyeron en todo momento a discutir la cuestión partidaria. Y centraron sus parlamentos con Duhalde, con el jefe de Gabinete Jorge Capitanich, el ministro del Interior Rodolfo Gabrielli y el secretario general de la Presidencia Aníbal Fernández, en temas que hacen a la gobernabilidad. El jujeño Eduardo Fellner no descansó hasta queconsiguió el compromiso del Ejecutivo de remitir “en el menor plazo posible” los certificados escriturales de los tres puntos del IVA que les debe la Nación. Son 1.200 millones de dólares, que figuran en el Presupuesto 2002 y que les servirán para recuperar esa especie de moneda falsa de curso legal que representan los bonos provinciales. Por si acaso, el jujeño lo repitió ante los periodistas, obligando a Duhalde a confirmar en público la promesa realizada en privado.
¿Por qué hizo eso Fellner? La respuesta la dio otro gobernador: “Durante su época de gobernador, Duhalde no fue muy solidario con las provincias. Así que, por si acaso, tomamos nuestras precauciones”, señaló.
El tema del FMI y los dólares que necesita el Gobierno fue un punto recurrente entre las consultas de los gobernadores. Duhalde evitó dar precisiones, pero les repitió que el acuerdo está cerca. “No puedo decirles el día ni la hora, pero está cerca”, dicen que les dijo. Esto provocó la distensión de varios de los mandatarios. Ninguno se anima a decir que el dinero que pueda llegar servirá para solucionar los problemas, pero están seguros de que ganarán tiempo y alejarán el fantasma de anarquía con el que suele amenazar Duhalde.
Sólo un punto de la agenda presidencial no se pudo concretar: la interna partidaria, un tema que desvela a Duhalde. El no lo dice, pero este asunto encierra una de sus máximas preocupaciones políticas, que no es otra que desbancar al menemismo de la vida íntima del PJ. Los gobernadores lo escucharon introducir el tema, pero la iniciativa no prosperó. “No es momento de internas”, le dijeron. Para colmo, Duhalde le erró a la finalización del mandato de Carlos Menem como presidente del partido. Creyó que terminaba el próximo setiembre cuando en realidad es en octubre de 2003. Con ese yerro, la discusión finalizó.

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