Mientras la sociedad argentina es azotada por la corrupción y por la asociación del crimen organizado con resabios feudales de la peor política; mientras la exclusión social causa daños irreparables en la salud, la educación y la capacidad laboral de una inmensa mayoría marginados del proceso productivo; mientras el Estado nacional enfrenta el asedio de los acreedores de la fraudulenta deuda externa y de las exigencias de sumarse al ALCA (que suprimiría la independencia económica, y con ella la independencia política de nuestro país); mientras todo esto ocurre, una campaña mediática pretende demonizar a los nuevos sujetos sociales llamados piqueteros.
Los piqueteros no le han quitado la vida a nadie, ni se han asociado con ninguna forma de conspiración contra los intereses nacionales o contra las instituciones de la República.
Han perdido, en cambio, muchas vidas de sus propias filas. Y cuando el asesinato de Kosteki y Santillán por caso, permitió conocer algunas de esas vidas, todos pudimos comprobar que eran un ejemplo de solidaridad con sus semejantes.
Los líderes piqueteros están divididos, es cierto. Pero no está dividida la masa de las víctimas de la exclusión social que aquellos quieren representar, porque ese drama es indivisible: está, con las mismas características a lo largo y ancho del país, en los asentamientos marginales y cotos de pobreza extrema que, en vano, se intenta ocultar a la opinión pública.
La APDH expresa su solidaridad con esas bases sociales excluidas, compromete su apoyo a la política de diálogo excluyente de la represión y tratará de contribuir con sus modestas posibilidades a su continuación y a la superación de las insoslayables causas de la crisis que el país padece.
* Asamblea Permanente por los Derechos Humanos
Obispo Miguel E. Hesayne - Pastor Aldo Etchegoyen - Dr. Alberto Pedroncini. Presidentes
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