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El país|Viernes, 2 de enero de 2004
CRITICAS DE DUHALDE A LAS PRESIONES DEL FMI

“Tenemos que decir basta”

El ex presidente se sumó ayer a las críticas de Kirchner al FMI. Sus declaraciones fueron también una forma de mostrar cohesión tras los roces por la candidatura de la primera dama.

Por Diego Schurman
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El ex presidente Eduardo Duhalde criticó la “política de sumisión” que se siguió “durante años”.
No quería terminar el año desentonando con Néstor Kirchner. Por eso, en su última aparición mediática del 2003, Eduardo Duhalde salió a repudiar los reclamos que el FMI le hizo al Gobierno en pos de mayor superávit fiscal. “No se puede a la vez crecer y pagar porcentajes imposibles. La experiencia es muy vasta y nosotros también tenemos que decir basta”, aseguró el ex presidente.
Duhalde no hizo más que sumarse a la postura oficial de no aceptar las demandas del organismo, que presiona por aumentar los pagos de la deuda externa. El enojo en la Casa Rosada se generó hace dos semanas, cuando se conoció un documento que indicaba que el FMI estaría pensando en una revisión del acuerdo firmado hace apenas tres meses con el Gobierno.
La presión del FMI se corporizó en el inglés John Thornton. Pero el jefe de la delegación del Fondo en la Argentina no tuvo demasiada suerte. Cuando llegó al país para sondear la posición oficial, el Presidente ya le había dedicado dos frases contundentes:
- “No me doblarán la mano ni aquellos organismos internacionales, que ustedes saben bien cuáles son, ni los grupos económicos que a espaldas del pueblo generaron una gran concentración económica, injusta distribución del ingreso, exclusión social e impunidad.”
- “No aceptamos ninguna presión, abierta o encubierta, para que aumentemos los pagos al exterior.”
A tono con los reclamos surgidos desde Wall Street, el FMI comenzó a presionar sobre el Gobierno para que incremente el superávit fiscal del 2004, fijado en el 3 por ciento, de manera de poder destinar una cantidad mayor de dinero al pago de la deuda. El organismo utilizó como elemento de presión la no aprobación de la revisión del cumplimiento del primer tramo de las metas del acuerdo firmado en septiembre pasado, postergado hasta mediados de enero.
Si bien a destiempo, Duhalde no quiso quedar fuera de la discusión. Yendo y viniendo desde Lomas de Zamora a la Fundación Favaloro, donde se encuentra internada su madre, fijó postura en el último día del año. “Nosotros hemos seguido una política que yo calificaba de sumisión durante años, lo mismo que ahora ha sucedido con otros países sudamericanos que los fue llevando en exigencias sucesivas, en ajustes sucesivos, a situaciones en las que la democracia perdió a sus presidentes electos, se generaron disturbios y hubo muertos. Eso hay que evitarlo”, advirtió.
El ex presidente también señaló que los principales problemas que aquejan al país se solucionarán con el crecimiento, y que por lo tanto no hay que acotar éste para hacer frente al pago de la deuda externa. Tanto la desocupación como la inseguridad –consideró en un reportaje a Radio Continental– “están vinculados con el desarrollo económico: en la medida en que haya desarrollo económico, crecimiento y reparto en las riquezas eso va a ir siendo superado”.
En rigor, las expresiones de Duhalde anti-FMI no son nuevas. Fue un común denominador durante su año y medio de gestión. Por entonces, la tirantez en la relación hasta dio lugar a bromas. Se decía, por ejemplo, que la negociación entre los representantes del duhaldismo y los del Fondo debería haber figurado en el libro Guinness de los records. ¿Por qué?: el acuerdo tardó 14 meses en concretarse.
Eduardo Amadeo, ex embajador argentino en Washington, publicó recientemente un libro contando detalles de aquellas interminables tratativas. Luis Verdi, secretario privado de Duhalde, realizó un seminario revelando cómo se organizó la batalla mediática contra el Fondo. Hoy ambos son parte del equipo que el ex presidente armó para que lo acompañen como titular del Mercosur (ver aparte).
Las palabras de acompañamiento de Duhalde a la postura oficial también podrían entenderse en la necesidad de mostrar la mayor cohesión posible con el Gobierno, sobre todo después del cortocircuito que generó la versión de un desembarco de Cristina Kirchner en la provincia de Buenos Aires para probar suerte como candidata a gobernadora.

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