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El país|Jueves, 26 de mayo de 2016
En el Tedéum, el cardenal de Buenos Aires pidió que “no perdamos la sensibilidad ante el dolor de los más pobres”

Poli renovó el reclamo de la Iglesia

En su primer Tedéum como presidente, Macri debió escuchar los reclamos del cardenal Poli, en la misma línea de los que viene manifestando la cúpula de la Iglesia. Marcos Peña se apresuró a aclarar que coincidían en un “ciento por ciento”.

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El cardenal Poli recibió al presidente Macri y la vicepresidenta Michetti en la puerta de la Catedral Metropolitana.

Con la Plaza de Mayo vallada, un enorme operativo de seguridad para alejar manifestantes de la Catedral y un chocolate que sólo pudieron disfrutar policías y un puñado de invitados, Mauricio Macri participó ayer de su primer Tedéum como presidente. “No perdamos la sensibilidad de escuchar y redoblar esfuerzos y servicios ante el dolor de los más pobres, de las familias que sufren la humillación por carecer de lo esencial”, advirtió en su homilía el arzobispo de Buenos Aires, Mario Poli, ante un auditorio que incluyó al jefe de gobierno Horacio Rodríguez Larreta, a miembros del gabinete nacional y al presidente de la Corte Suprema de Justicia, Ricardo Lorenzetti. El cardenal Poli hizo un llamado al diálogo para afrontar la crisis económica y la pobreza creciente y manifestó su deseo de “que todo argentino e inmigrante de buena voluntad que comparta nuestros días tenga tierra, techo, y trabajo, lo elemental”. “Compartimos el 100 por ciento”, avisó luego el jefe de Gabinete, Marcos Peña.

El primer Tedéum de Mauricio Macri como Presidente tuvo como escenario una Catedral Metropolitana colmada de invitados especiales, ante quienes el cardenal Mario Poli pronunció una homilía donde marcó las preocupaciones de la Iglesia frente a los problemas sociales, aunque con menos dureza que el del documento del sábado pasado en el encuentro de la Pastoral Social de Mar del Plata.

“Es horripilante que esté todo vallado. Ni en la última dictadura militar vi algo así”, soltó un jubilado de YPF mientras le mandaba fotos a sus amigos porque no le creían cuando les contó que no podía ingresar a Plaza de Mayo. Frente a la Pirámide se habían desplegado varias mesas en las que se ofrecía chocolate con churros, que degustaban mayoritariamente uniformados de distintas fuerzas.

Rodríguez Larreta y su esposa llegaron temprano para aguardar a Macri en la puerta de la catedral. En segundo término llegó la esposa del Presidente, Juliana Awada, en una camioneta. Poco antes de las 11, escoltados por el Regimiento de Granaderos a Caballo, cubrieron los 100 metros que separan Casa Rosada de la Catedral el Presidente junto con los miembros de su gabinete, que incluyó a la vicepresidenta Gabriela Michetti, al presidente provisional del Senado, Federico Pinedo, y al titular de Diputados, Emilio Monzó.

Cerca de las 11.30 comenzó la homilía de Poli, quien llamó a la unidad de los argentinos y pidió ayudar a quienes más sufren. “Que no nos paralicen las estadísticas. No perdamos la sensibilidad de escuchar y redoblar esfuerzos y servicios ante el dolor de los más pobres, de las familias que sufren por carecer de lo esencial. Que la atención priorice a los chicos y los mayores, los más vulnerables. No permitas que nuestras promesas defrauden a la gente”, dijo el cardenal. “Danos coraje para crear espacios y mesas donde compartir la sabiduría del diálogo, donde las ideas superen las ideologías y donde nadie se levante hasta encontrar acuerdos razonables y duraderos, de los que dependen tantas vidas, proyectos y sueños”, agregó.

Poli también le pidió a Dios “para los que tenemos algún grado de dirigencia en la Argentina soberana, a que nos comprometamos cada vez a más a servir y no a ser servidos, a descubrir la grandeza y alegría del que sirve dejando de lado toda mezquina ambición”. “El pueblo que nos diste lo merece”, agregó. El arzobispo planteó que “la Patria no comienza ni termina con nosotros sino que nos trasciende, que es una tarea continua y de todos”, y pidió “fortaleza para ordenar toda nuestra inteligencia al servicio del bien común, que el genio que muchas veces nos distanció se convierta en ingenio para que todo argentino e inmigrante de buena voluntad que comparta nuestros días tenga tierra, techo, y trabajo, lo elemental”.

Al salir de la Catedral, Macri se acercó hacia una de las vallas y saludó a algunas personas. Uno de los pocos funcionarios que se acercó a hablar con la prensa fue Marcos Peña. “Compartimos el cien por ciento: un país de encuentro, de paz y de cuidar a los más débiles, como los más chicos y los abuelos”, dijo el jefe de Gabinete consultado sobre la homilía. Agregó que tanto en la Casa Rosada como en el Congreso están “abiertos” al diálogo y manifestó su “seguridad” de que la Argentina “es mejor que lo que hemos vivido en los últimos años”. “Vamos a lograr cosas que parecían imposibles y vamos a trabajar mucho para cambiar la realidad: que haya más trabajo, mejores escuelas y hospitales sobre todo más unidos en torno a un sueño común (que es) que nuestros hijos vivan mejor que como vivimos nosotros y que se pueda vivir en paz”, prometió.

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