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El país|Martes, 2 de agosto de 2016
Murió a los 91 años Raymundo Ongaro, un histórico del gremialismo combativo

De la CGT de los Argentinos al Cordobazo

Denunció a la burocracia sindical y derrotó al vandorismo. Sufrió cárcel y exilio y uno de sus hijos fue asesinado por la Triple A. Fue reconocido por su coherencia y honestidad.

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Raymundo Ongaro, un dirigente del peronismo revolucionario.

Hay amigos que dicen que, en realidad, a Raymundo Ongaro lo mataron en mayo de1975, el día que un comando de la Triple A asesinó de once balazos a su hijo mayor Alfredo Máximo. Ese día, Ongaro estaba en prisión.Por enésima vez, el dirigente gremial del peronismo revolucionario había sido detenido, esta vez por la policía de José López Rega. Se enteró del fusilamiento de su hijo por Radio Colonia. Ese día aceptó partir al exilio y muchos dicen que nunca volvió a ser el mismo. Otro de sus hijos ya había sido obligado a refugiarse en el exterior y su hijo menor fue salvado por numerosos transeúntes cuando intentaban secuestrarlo en el centro de la ciudad. Ayer a los 91 años murió Raymundo Ongaro, dirigente del gremio gráfico desde los años ‘50, secretario general de la CGT y de la CGT de los Argentinos durante los años de la dictadura de Onganía, una parte de la mejor historia del movimiento obrero argentino.

Como dirigente sindical enfrentó a las corrientes del vandorismo que negociaban con los militares y dejó como legado su propia historia, la del sindicalista que defendió consecuentemente los intereses de los trabajadores, que sufrió persecución y ataques y que murió en la misma sencillez con que había empezado su carrera como dirigente sindical.

Su casa en el barrio de Los Polvorines fue en los años ‘60 un punto de encuentro de las agrupaciones del peronismo combativo, sobre todo las que militaban en el campo gremial. Había nacido en 1925 y en 1943 comenzó a trabajar como obrero gráfico. Había estudiado en colegios católicos y esa formación lo acompañó también en su militancia. Ongaro se asumía como un cristiano revolucionario y los comunicados de la Gráfica, cuya conducción ganó como candidato de la Lista Verde, estaban encabezados por una cruz verde y comenzaban siempre con la frase “Hermanos en Cristo”.

De una honestidad franciscana, junto con Jorge Di Pasquale, del gremio de Farmacia, expresó al ala más radical del peronismo gremial, aunque nunca se enroló en ninguna de las organizaciones revolucionarias de la época. Pero esa militancia le costó encarcelamientos, persecuciones, exilios y el asesinato de uno de sus hijos.

Ongaro había fundado la Lista Verde de la Gráfica pero durante los gobiernos peronistas no tuvo cargos gremiales ni políticos. En 1955 asumió como secretario general de la Lista Verde, que fue enrolándose con los sectores más duros del peronismo, primero en las 62 Organizaciones y después en las 62 de Pie. En noviembre de 1966 ganó las elecciones en la Federación Gráfica Bonaerense y en la Federación Argentina de Trabajadores de la Imprenta. Los medios comienzan a reconocerlo, hay una tapa de Primer Plana con la foto de un hombre de buen porte y traje y corbata. Lo anuncian como expresión de la nueva dirigencia sindical.

En 1968 ganó la elección en el Comité Central Confederal y el hombre que denunciaba a la burocracia sindical resultó elegido secretario general de la CGT por el voto de la mayoría de los congresistas . Derrotado, el vandorismo se retiró, desconoció el Congreso y creó la CGT de Azopardo. La CGT que dirigía Ongaro pasó a llamarse CGT de los Argentinos. El Cordobazo se produjo entre el 28 y el 30 de mayo de 1969. Un mes después fue acribillado a balazos Augusto Timoteo Vandor y Ongaro fue detenido junto con Elpidio Torres y Agustín Tosco, que habían encabezado el Cordobazo. Ongaro estuvo preso varios años. Al salir en libertad respaldó la creación de la corriente Peronismo de Base. Tras la muerte del general Perón, a fines de 1974 creó junto a otros sindicalistas combativos la Coordinara de Gremios, Comisiones Internas y Fábricas en Lucha por lo que fue detenido en 1975. Lo presionaron para que se fuera del país pero se negó y comenzó la persecución a su familia hasta que finalmente decidió exiliarse. Fue un largo y doloroso destierro en España con el peso del recuerdo de su hijo fusilado.

Al regresar en 1984, fue recibido por su gremio y volvió a ocupar un lugar ya no como conducción, sino más bien como referente histórico y ético, en la dirección de la Federación Gráfica Bonaerense, en cuya sede de Paseo Colón 731hoy serán velados sus restos.

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