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El país|Miércoles, 20 de marzo de 2002
JOZAMI QUEDO FUERA DEL GOBIERNO DE LA CIUDAD POR DECISION DE IBARRA

Cuando la pulseada la gana el más fuerte

El jefe de Gobierno ratificó la remoción. Previamente lo había discutido con su gabinete. Los radicales fueron los más convencidos en prescindir de Jozami. El ibarrismo estaba dividido, pero primó el criterio de su líder de mantener el principio de autoridad. El ex funcionario se fue criticando.

Por Santiago Rodríguez
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Jozami fue acompañado por una movilización y se despidió dando una conferencia de prensa.
Que sí, que no; que no, que sí. El desenlace se hizo esperar, pero Aníbal Ibarra confirmó finalmente ayer la remoción del titular de la Comisión Municipal de la Vivienda (CMV), Eduardo Jozami. El jefe de Gobierno porteño tomó la decisión sobre la base de dos elementos: que la actuación del funcionario no había cubierto sus expectativas y que, encima, ya no tenía cabida en su administración después de la toma de la sede de la comuna por parte de la gente que reclamaba su continuidad. “Es grave que Ibarra haya optado por afirmar su autoridad y que no haya escuchado el reclamo de la gente de los barrios humildes”, advirtió Jozami en un acto improvisado en la puerta de la CMV ante unos 200 manifestantes que se acercaron a apoyarlo y lo vivaron en su salida de ese organismo.
“El jefe de Gobierno ratificó su decisión de producir un cambio en la conducción de la CMV”, informó a primera hora de la tarde de ayer el jefe de Gabinete porteño, Raúl Fernández, y explicó que “la línea de acción llevada adelante por Jozami no es la única política sobre el área de viviendas, y hoy (Ibarra) considera necesario relanzar el Plan de Erradicación de Villas de Emergencia que fue elaborado junto a los vecinos de esos barrios”. Además destacó que Jozami “precisamente, dejó de lado ese compromiso” y aclaró que su remoción “no tiene connotación política”, a propósito de la pertenencia del funcionario al ARI, ninguna de cuyas figuras de peso llamativamente salió a respaldarlo.
El anuncio oficial puso punto final a una novela cuyo desenlace empezó a escribirse ayer a la mañana. Ibarra llegó a trabajar con una decisión meditada de su casa, pero quiso escuchar la opinión de sus colaboradores antes de anunciarla. “Vamos a la reunión de gabinete y lo definimos”, propuso cuando Fernández y el secretario de Descentralización, Ariel Schifrin, discreparon sobre lo que debía hacer. Fernández era partidario de separar a Jozami y Schifrin de ratificarlo en su puesto.
En la mesa del gabinete los radicales en pleno le señalaron que debía remover a Jozami por su deslealtad al alentar la toma de la Jefatura de Gobierno y que vería seriamente lesionado su principio de autoridad si daba marcha atrás con su pedido de renuncia. La secretaria de Desarrollo Social, Gabriela González Gass, llegó a decir que no estaba dispuesta a que le pasaran a su área la CMV –ese era el plan de Ibarra, aunque ahora fue desactivado como también el nombramiento de Carlos Grimberg al frente del organismo– con Jozami a su cargo. El secretario de Planeamiento Urbano, Enrique García Espil –bajo cuya órbita funciona hoy el organismo– señaló que si el funcionario continuaba debía en todo caso pasar a depender directamente del jefe de gobierno.
El discurso de los radicales llevó a cambiar de posición a Fernández, quien entonces apuntó que el principio de autoridad tampoco estaba ante todo. Para el jefe de Gabinete la continuidad de Jozami no garantizaba la implementación de las políticas que Ibarra pretendía en la CMV, pero una salida adecuada hubiera sido esperar un tiempo para separarlo. Schifrin se mantuvo solitario en que había que escuchar el reclamo de la gente y que la expulsión de Jozami del gobierno iba en contra de la proclamada transversalidad política con otras fuerzas progresistas.
Pero las cartas estaban echadas. “Declamarse progresista no significa gestionar bien. Lo único que Jozami hizo fue impulsar la construcción de viviendas por autogestión, pero no construyó una sola casa para gente de los sectores medios bajos y apenas abrió siete cuadras en las villas”, lo escucharon quejarse a Ibarra sus íntimos. También fueron testigos de su indignación por la toma de la sede comunal: “Si un tipo te hace esto y lo mantenés en el cargo, mañana le tenés que pedir permiso para hacer las cosas y atrás vienen todos los funcionarios con planteos similares.”
“Ibarra quiere que me vaya porque no se banca mi presencia en el gobierno”, denunció Jozami y lo acusó de elegir “el camino de la vieja política” al “trabajo de puertas abiertas, de fomentar la participación dela gente y darle prioridad a los problemas de los más humildes” frente a los vecinos de las villas que se acercaron hasta la CMV y reclamaron la renuncia del jefe de Gobierno en lugar de la suya. Además, subrayó que “los políticos que eligen afirmar su autoridad son los débiles” y recordó a Fernando de la Rúa: “En la Argentina ya tuvimos un presidente que decía ‘yo no soy un presidente débil’ y lo tenía que decir todos los días, porque la imagen que daba era de vacilación y de duda permanente”.

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