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El país|Miércoles, 28 de enero de 2004
KIRCHNER HABLARA CON AZNAR SOBRE LOS INMIGRANTES ARGENTINOS

La igualdad entró en la agenda

La presentación de un libro sobre inmigración sirvió de puente entre Kirchner y la colonia argentina en España. El Presidente, en un improvisado discurso, prometió reclamar al jefe de gobierno español, con quien se reúne hoy, que no se discrimine a los argentinos.

Por Nora Veiras
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Kirchner con el libro que fue presentado ayer en Madrid.
Miradas que buscaban transmitir a la distancia la emoción de reencuentros inesperados. Viejos y nuevos inmigrantes se entrelazaban en abrazos a la espera de la llegada del presidente Néstor Kirchner. Víctimas del exilio político y del exilio económico colmaron el Círculo de Bellas Artes con la excusa de participar de la presentación del libro Migraciones, claves del intercambio entre Argentina y España. Y, se fueron escuchando lo que habían ido a buscar: “Vamos a conversar con los reyes para que nuestra querida España genere los marcos legales y nuestros compatriotas puedan integrarse y realizarse como miles de españoles se realizaron en la Argentina”, prometió Kirchner minutos antes de partir rumbo a una cena privada con Juan Carlos Borbón y Sofía. Con la expulsión dispuesta de un inmigrante argentino en Algeciras, el problema se exacerbó en los últimos días. El canciller Rafael Bielsa anunció que se formará una comisión mixta entre ambos países para intentar regularizar la situación de alrededor de 80 mil argentinos y, en lo posible, suspender las medidas administrativas, es decir las expulsiones. Hoy será el encuentro con el jefe de gobierno, José María Aznar, y el tema volverá a surgir.
Ignotos y famosos se mezclaban en el salón. El ministro de la Corte Suprema, Raúl Eugenio Zaffaroni charlaba con el abogado de la Casa Argentina, Carlos Slepoy. Ana María Picchio, Soledad Silveyra, Víctor Laplace, Cecilia Rosetto se repartían en distintos puntos del salón alternando con el empresario Martín Varsavsky –el famoso benefactor del fallido portal educ.ar–, con el titular de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), Francisco Piñón y con los integrantes de la comitiva: el jefe de Gabinete (Alberto Fernández), el diputado José María Díaz Bancalari y los senadores Miguel Angel Pichetto y Ramón Puerta. La senadora Cristina Fernández de Kirchner, radiante en un traje de seda chocolate con un top de lentejuelas al tono, y el canciller estaban en el estrado junto a los expositores.
El jefe de Gabinete de la Cancillería, Eduardo Valdés y Alberto Fernández acordaron las formalidades del acto con Slepoy. “Ustedes no están acostumbrados a estar del mismo lado”, lo chanceó Valdés ante el hecho inédito de que un presidente se hiciera eco de los reclamos de los inmigrantes. Slepoy, convertido en un símbolo de la lucha contra la impunidad por su actuación en el Juicio por Genocidio contra la dictadura argentina, confesó esa extrañeza al hablar en la presentación: “Estar sentado entre el Presidente y el canciller es algo insólito. El pueblo argentino volvió a soñar”.
Los elogios fueron compensados por los reclamos concretos. Slepoy explicó que “el gobierno español está violando su propia Constitución y los cinco convenios bilaterales firmados entre ambos países que establecen igualdad de trato, reciprocidad para los españoles en la Argentina y para los argentinos en España”. En noviembre pasado la Cancillería argentina se hizo eco del reclamo de los inmigrantes y comenzó a impulsar la formación de la comisión mixta bilateral. Bielsa se reunirá mañana con su par española Ana Palacio para darle forma definitiva a esa mesa que apunta a ponerle un paraguas protector a los que ya ingresaron a España para que regularicen su situación y no sean expulsados. El canciller ya escuchó disculpas de boca de Palacio por el exabrupto del subsecretario de Trabajo, José María Olazo, quien advirtió que no habría ningún “privilegio” para los argentinos. Que no reclaman un privilegio, sino igualdad de trato.

Memoria

Aplausos y lágrimas expresaban la emoción del auditorio. “Vamos a ver si podemos dar vuelta la hoja de la historia, pero no consagrando la impunidad sino que vamos a construir con memoria y justicia. Pero no sólo contra la impunidad de los que masacraron una generación por pensar distinto sino contra la impunidad de aquellos que en los ‘90 vaciaron y saquearon la Argentina del modo más inescrupuloso. Queremos restaurar la Justicia y terminar con esas leyes vergonzosas que trabaron el juzgamiento del terrorismo de Estado. Tiene que ir a la cárcel aquel a quien le corresponda y hay que denunciar a quien corresponda”, dijo el Presidente y se comprometió “a una construcción colectiva para recrear un país de los sueños que revierta el individualismo de la década del ‘90.” Kirchner se paró para dar por concluido el acto pero no lo logró.
No había seguridad que pudiese parar una presentación que había mutado en un acto de apoyo político en pleno Madrid. Apenas horas antes de entrevistarse con el presidente del gobierno español, José María Aznar, Kirchner demoró más en bajar del segundo piso del palaciego Círculo de Bellas Artes que en permanecer.
–Llevanos de vuelta, Flaco –le rogaba un argentino contorsionado entre decenas de brazos que se extendían para tocarlo.
–Hace veinte años que vivo acá y es la primera vez que escucho a un Presidente decir lo que pienso –lo interceptó otro. Muchos de los presentes eran exiliados políticos de los ‘70 y los ‘80 que decidieron no regresar a la Argentina.
La nostalgia impregnaba cada saludo. El dolor del desarraigo afloraba en cada frase. La actriz Cecilia Rosetto no podía frenar sus lágrimas. Hace dos años se radicó en Barcelona, cansada de lidiar con los sinsabores del trabajo en la Argentina pero ya había padecido el exilio obligado de la dictadura. Cuenta que está muy bien pero extraña demasiado. Todos pugnaban por acercarse y tratar de alimentar la esperanza en que los dichos y los hechos esta vez no se bifurcaran.
–Pingüino, meté preso al Turco –alcanzó a gritarle un rezagado mientras las motos de la custodia ya le habrían paso a la caravana que lo llevaría hasta el Palacio de la Zarzuela para cenar con los reyes.

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